Clasificación: NC-17
Aclaraciones: Esta es una historia original, por tanto sus autoras tienen todos los derechos reservados sobre sus personajes. Sin embargo, existen aportes de cultura Pop que pertenecen a sus dueños.
Los lugares representados en la historia existen.
Advertencia: (I)Aunque existen alusiones a prácticas peligrosas, y las mismas existen, no se recomienda copiarlas o efectuarlas, simplemente se muestran aquí como material informativo.
(II)Las organizaciones mencionadas si existen, y los abusos contra los animales mencionados, también ocurren, y SON un delito.
Gracias por sus comentarios!!
Antes de que Devlin pudiera siquiera moverse de su silla, Santiago pasó corriendo por el pasillo, detuvo a Devlin en un momento— ¡Quieto!— Gritó desde el pasillo, sin salir al salón. No te muevas, actúa con naturalidad, no mires a la ventana Dev. Sólo camina despacio hasta aquí.
El rubio se sintió como en una película de acción, como si estuviera en un campo minado de África, pero ya sabía que pasaba ahí: Paparazzis. Violando su privacidad, ¡la privacidad de su propio apartamento!
Ulisses se había resbalado lentamente de la cama al suelo, quedándose allí para no mostrarse. Aunque seguramente ya habían tomado fotos de él... ¡y portando tan sólo una toalla!
«Voy a matarte Simon, ¡voy a matarte!»
Devlin llegó hasta Santiago y luego se encaminaron al estudio, una habitación amplia que daba hacia el interior del edificio, los ojos de Santiago no presagiaban nada bueno, Devlin se dejó caer en uno de los sofás, se llevó las manos a la cara.
—¿Qué buscaban? ¿Habrán tomado fotografías?
—Es obvio que alguien les dijo que aquí había un invitado—, sus ojos se torcieron hacia la habitación de Devlin—ya hablé con un contacto en Scotland Yard, seguro les sacan un par de noches por invasión de propiedad privada.
—Dios ¡Ni que estuviéramos en los Ángeles! Esto es Gran Bretaña.
—Lo más importante es saber quién les avisó.
Devlin miró a Santiago a la cara, siguió la ruta de sus ojos y negó con la cabeza—. No, no lo creo, él no se ha separado de mi en todo el tiempo que ha estado aquí.
Ulisses terminó de cambiarse y salió de la habitación cuidando de no mostrarse en ninguna ventana cerca. Observó que la puerta de lo que parecía ser el estudio estaba entreabierta, así que caminó hasta allí y entró con decisión. Sabía que Santiago y Devlin estarían pensando lo obvio.
—Ha sido Simon —dijo antes de cualquier otra cosa—, está furioso conmigo.
El moreno se cruzó de brazos y se recostó contra la consola de sonido, evaluaba cada una de las expresiones del modelo. Un hombre muy joven y apuesto caído en desgracia por sus convicciones… sólo haría algo así por desespero ¿Tan mala era su situación? Se suponía que su agente era un verdadero tiburón, un controlador y un mentiroso de la peor calaña. Sin embargo, y a pesar de saber todo eso, no estaba dispuesto a ver que el modelo se lavaba las manos.
—Claro que fue Simon… lo hizo con tu ayuda por supuesto.
—Eso es una suposición y una gran mentira —Ulisses apretó las manos—, sé bien que me veo completamente culpable, pero yo no vine aquí por instrucción de mi manager ni nada por el estilo. Confieso que he sido imprudente en venir sabiendo cómo es Simon… pero de eso a estar planeando algo contra Devlin ¡hay mucha diferencia!
El cantante lo miró a los ojos, Ulisses era un modelo, estaba acostumbrado a la atención, no podría entender lo que sentía Devlin, él era un solitario, reservado y apartado de la humanidad en lo posible, lo único que quería darle al mundo era su arte, no su alma y menos su vida.
—Simon es la peor clase de persona que pueda existir en este negocio. Tú sabes como es Santiago, a lo mejor utilizó a Ulisses para armar este pequeño teatro… justo cuando los medios se preguntaban si estaba mintiendo acerca de lo que soy, les pongo el postre en la boca —, sonrió perturbado—, no deja de ser tristemente irónico.
El joven escuchó y cada palabra le cayó como si estuviera afilada. Se sintió bastante mal por su imprudencia, nunca creyó que su escapada y posterior visita a uno de sus cantantes favoritos iba a terminar tan mal. Se sintió como un niño bobo y utilizado.
—Perdón —atinó a decir—, realmente no creí que todo se voltearía de esta manera.
—No te preocupes —Devlin se levantó y le puso una mano a Ulisses en el hombro—, a la próxima tendremos más cuidado, supongo—. A pesar de que sonreía sus ojos estaban apagados, se sentía violado, expuesto, ya no había privacidad ni siquiera en su pequeño oasis de tranquilidad—. Si me disculpan, hay un par de cosas que debo hacer en la disquera.
Cogió la chaqueta que había desechado la noche anterior y se dirigió lentamente hacia la puerta de salida. Santiago cerró los ojos un momento y luego de eso empezó a hacer unas llamadas.
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Simon suspiró mientras observaba el paisaje londinense desde su habitación. Tras una nueva sesión con aquel chico – bastante gratificante al cambiar los roles un poco – se había quedado dormido hasta que el sonido de la puerta lo despertó. Seguramente su amante comenzaba su turno a esa hora.
No es que le diera importancia, aquel muchacho era muy joven, fogoso pero inmaduro y un poquito ruidoso cuando dormía. No, definitivamente él entraba a la lista de los “one night stand”.
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Devlin estuvo en el estudio hasta que consideró que había demasiado ruido para poder trabajar. Incluso que le dirigieran la palabra le molestaba increíblemente y él no era de esos que se molestan por idioteces. Después de varias horas decidió encasquetarse su gorro de lana y ponerse sus gafas para salir. Paró en uno de sus restaurantes favoritos de comida india, cenó con tranquilidad tratando de mantener la mente en blanco y sus recuerdos enfocados al arreglo de la melodía.
Todo el mundo le decía que Dream estaba lista, que no necesitaba nada más, pero él quería que fuera un lanzamiento óptimo, un juego de voces e instrumentos como pocas veces se había oído. Después de todo sería el tema principal de su cuarto álbum.
Se encaminó hacia su apartamento tratando de no detenerse en cada esquina para verificar que no lo siguieran. Su paranoia estaba despertando después de mucho tiempo. No quería volver a terapia, y de hecho esperaba que Santiago no se lo exigiera. Aún contaba con la confianza suficiente como para no permitir que un fanático lo acorralara de nuevo.
No, jamás volvería a permitir que alguien lo hiciera huir de esa manera después de intentar lastimarlo. Nunca más.
Se obligó a detenerse en la esquina frente al puesto de periódicos y respiró. Nadie lo seguía, no fanáticos, no desconocidos, ni cámaras. Caminó más despacio hasta llegar a la portería de su edificio y se obligó a no subir las escaleras corriendo. Las cortinas del salón estaban abiertas de par en par y se acercó al ventanal notando algo extraño. Afuera en la terraza, Santiago había hecho instalar varias ramas de papiro muy altas en materas inmensas. Las plantas le brindarían privacidad sin necesidad de perder la luz del exterior.
Amaba a ese hombre, si tuviera un hermano no podría ser mejor que Santiago.
Sacó una cerveza y sonriendo salió a verificar las nuevas plantas, le encantaría cuidar de ellas como del resto de su pequeño invernadero al aire libre.
Caminó a través de las nuevas macetas y decidió que el cambio le gustaba, del frente ya no podrían vigilar ese costado de su casa, todo estaba cubierto. Incluso en su habitación ya no habría necesidad de cerrar las cortinas. Para que alguien lo viera desde el exterior tendría que pararse en la larga terraza.
Más tranquilo se encaminó a su estudio. Estaba seguro de que la canción necesitaba algo más. Aunque no supiera muy bien que era.
You’re a dream
I gave you my love, my soul
You broke my dreams in retribution.
You’re a dream
(Almost a nightmare).
Well, I say good bye now.
Se tomó el tiempo necesario para encender todo el equipo de composición. La letra flotaba en su cabeza, la melodía la seguía con sus dedos sobre la consola. Reprodujo la canción original y cerró los ojos para escucharla entera. A dream… you’re a dream, just a dream.
¿Estaría la respuesta en esa parte? ¿Agregar un pequeño “just” al final? Lo cantó, lo grabó y lo reprodujo.
You’re a dream
Almost a nightmare.
Well, I say good bye now.
You´re a Dream…
Just a Dream…
Cerró los ojos al escucharlo y por alguna razón visualizó la escena de la pista del aeropuerto, en la que se suponía Ulisses trataba de retenerlo pero él se iba y caminaba hasta el avión. Sólo se vería su espalda mientras caminaba hacia las escalerillas y en teoría debía ocurrir al atardecer. Luego de eso sólo se vería el avión despegando.
Pero, ¿y si las cosas fueran al revés? Suponiendo que fuera Ulisses quien se fuera y él se quedara. Entonces el modelo sería el sueño y él, al quedarse, no sabría si todo ese amor fue verdad.
Sonrió. Algo le decía que las palabras amor y Ulisses no deberían ponerse en la misma frase. De hecho, debería obligar a su mente a pensar que Ulisses no era Ulisses sino sólo el coprotagonista del video.
Tomando su papel a pecho, ¿Cómo se sentiría si amara a alguien como Ulisses y este tuviera que irse? Su corazón se estrujó dentro de su pecho. Sería muy triste. Ulisses era increíble, una gran persona, él lo admiraba por varias razones, y además le agradecía que su presencia le recreara los ojitos cuando lo tenía en frente. Después de todo Devlin no solía ver personas tan bellas (no dentro de su cascarón) todos los días.
Cantó algo más improvisando:
Just a dream, you were only a dream but… I love you.
Si. Uno podría dedicar esa clase de pensamiento a alguien como Ulisses. Bajó la intensidad a lo grabado y lo reprodujo con el descenso de la música ¡quedaba perfecto! Si lograba poner el I love you a la canción, entonces la letra cobraría total sentido.
Lo reprodujo varias veces hasta que se convenció de que necesitaba un mínimo arreglo a la voz y estaría listo. Incluso la historia gráfica cobraba yor sentido con ese final, porque indicaría que aún quedaba una pequeña esperanza para los dos.
Sonrió, quería contárselo a alguien pero le daba pereza tomar el teléfono, así que para darle una excusa a su propia desidia tomó el sobre que Santiago le había dejado ese día. Eran fotos con varios arreglos para la portada del CD. Era Devlin en varias posiciones y en algunas habían conseguido tomas tan buenas que no se reconocía, parecía un modelo como esos de Calvin Klein con los que Ulisses había trabajado tantas veces.
Por un impulso abrió el explorador de su portátil y tecleó el nombre de Ulisses Mateus. Google lo llevó a una multitud de blogs personales y fotos del modelo en varias posiciones. Seleccionando la opción de imágenes encontró fotos de sus campañas publicitarias y unas cuantas de índole más personal.
Observó algunas de las campañas de Givenchy, Dolce & Gabanna y de Calvin Klein. Había una en la que Ulisses miraba hacia un lado con los párpados casi cerrados, esa foto era increíble, el hombre se veía absolutamente hermoso. Su barba era de días pero su piel se veía limpia y su cabello semi largo y oscuro, lustroso. Devlin estuvo mucho tiempo observando la foto. Comparando el modelo real a la fotografía, evaluando la perfección de los rasgos y la belleza de sus labios que reflejaban gentileza.
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De pronto abandonó la pereza y tomó el teléfono, llamaría a Santiago porque quería un cambio en la portada. Y que los medios especularan, que importaba. Él llegaría a más personas y Ulisses tendría más contratos.
Era una buena idea, como todas las que se le ocurrían de un momento a otro.
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—Señor, el señor Gray está ahora ocupado con…
—Ya sé que está ocupado, pero no tardaré mucho—Ulisses había llegado temprano aquella mañana a la sucursal londinense de la agencia. Sabía que Simon era un adicto al trabajo y estaría allí con algunos de los otros chicos a los que representaba. Debía hablar con él, lo que había hecho era a sus ojos algo imperdonable.
—Y cuida que no te tomen demasiadas de perfil —Simon estaba sentado al lado de uno de los muchachitos nuevos en el negocio. Prometía bastante, pero era un poco lento.
—Cuida también que no te envíen paparazzis para ponerte en primera plana —Ulisses entró azotando la puerta haciendo que el joven pegara un brinquito. Simon sonrió y se quitó las gafas.
—Ahh… Ulisses. Pasa, pasa, te esperaba más temprano de hecho, muchacho holgazán.
El modelo entrecerró los ojos y fulminó al chico para que desapareciera de allí. No tuvo que hacer demasiado contacto visual para que el pobre agarrara sus cosas y se despidiera escuetamente, desapareciendo de escena.
—Siéntate —Simon se levantó para tomar la jarra de agua y servirle un poco
Ulisses observó cada movimiento de aquel tiburón y entrecerró los ojos. Simon podía ser muy buen amigo, pero a veces hacía cosas imperdonables. Lo hecho con Devlin era una de esas cosas.
—¿Crees que voy a beber tranquilo y escuchar cualquiera que sean tus razones para justificar lo que hiciste ayer?
—Deberías —volvió a sentarse y le sonrió—, todo lo hago por el bien de mi cliente.
—¿Te das cuenta de lo absurdo que se escucha eso?
—¿Te das cuenta de lo bajo que andas en popularidad últimamente Ulisses? —El manager recostó su rostro en una de sus manos—, a este paso ni siquiera con el video lograrás levantar cabeza. Necesitas urgentemente una inyección de popularidad y eso es precisamente lo que estoy haciendo.
—¡Estás cometiendo locuras!
—Estoy haciendo mi trabajo
—¡Tonterías! —se levantó y lanzó el vaso contra la pared bastante furioso—, ¿tienes idea de cómo quedé frente a él? ¡He quedado como un mentiroso aprovechado! —Pateó una silla —, ¿tienes idea de lo humillado que me sentí ayer al salir de ese lugar bajo la fulminante mirada de Santiago?
—Sé bien cómo son esas miradas —siguió sin moverse y en la misma posición relajada
—¡Deja de actuar como si no fuera algo serio, porque lo es! —el castaño pasó una mano por sus cabellos y sus ojos destellaron a la luz de la mañana
—¿Has terminado tu berrinche? —Simon bostezó y se irguió arreglando unos papeles
—Eres un…
—Escucha Mateus, sé bien que mis métodos a veces pueden ser un poquito extremos y nada compatibles con la ética; de hecho, el 90% de lo que hago en muchos países puede considerarse como un delito. Y aunque debo decir que me han halado las orejas por mis prácticas poco ortodoxas, también deben aceptar que obtengo buenos resultados. Y mientras obtenga resultados, soy útil y conservo mi empleo —se levantó y caminó lentamente bordeando la mesa de juntas—. Ahora, lo que veo acá es lo siguiente: tú querías escaparte, darte un aire por Londres, comprar cosas que no deberías andar comprando dada la flaqueza de tus finanzas, querías ser el “fan cool” buscando a tu ídolo de adolescencia, conversar con él, llegar a ser “amigo de la estrella”, sentirte bien al decir: “eh, yo conozco a Devlin Ford, es un buen tipo”. Pero realmente Ulisses, descuidas lo que de verdad tendrías que estar haciendo: moviendo ese trasero para buscar gente influyente que te dé empleo de nuevo en las pasarelas y revistas. ¿Crees que los contratos seguirán cayendo del cielo? No lo creo. Y menos con el desaire que le has hecho a ese diseñador, que dicho sea de paso, es la diva de las influencias. Seguramente hablará como víbora de tu persona y eso, Mateus, es bastante perjudicial para ti.
El modelo se había quedado quieto, observando al hombre que se movía con una ligereza y un temple tal, que a veces se preguntaba si realmente había un corazón allí dentro, entre tanta ropa de diseñador, seda y cubos de hielo.
—Entonces —prosiguió—, tenía que actuar ante tu falta de disciplina. Pero tú sabes querido Ulisses, que cada cosa que hago tiene un efecto dominó muy provechoso aún para la “víctima” aunque no lo creas —.Caminó hasta la mesita de entrada y tomó el periódico donde ya una primera plana mencionaba el nombre de Devlin y un “acompañante” misterioso. —A Devlin ya venían criticándolo por mentiroso al confesar su preferencia sexual, diciendo que era simplemente un gay de palabra. Y ahora salen con un “al parecer el famoso cantante pasó la noche en compañía de un hombre del que no se sabe con certeza su identidad, pero parece ser que se trata del coprotagonista en el más reciente video que aún no se estrena. ¿Será que hubo química en el set?, ¿veremos pronto a Ford con pareja?”
—Y así siguen y siguen —Simon lanzó los periódicos sobre la mesa haciendo que Ulisses viera las fotos borrosas donde se adivinaba su silueta en la habitación de Devlin—, y ahora que están en la mira, tanto tú como Devlin tienen fama, se reivindican y todo estará bien. Cuando salga el video será un “boom” aun más fuerte, volverás a brillar con fuerza y tus días de andar vagando como una sombra de glorias pasadas será historia. Vamos, que más perfecto no me pudo salir.
El joven tomó el periódico y frunció el ceño, lanzándolo de nuevo a la mesa mientras caminaba hacia la puerta.
—Felicidades por tus logros Simon, seguro te darán la estatuilla al “manager más exitoso que no le importa hacer mierda los asuntos personales de su cliente”.
El agente torció un poco la boca y caminó rápido para tomar a Ulisses del brazo antes de que saliera de allí.
—Eh muchacho, ¿tanto te importa lo que diga la gente?
—La gente puede hablar lo que quiera de mí Simon, pueden decir que soy un activista loco e imprudente, que soy un desconsiderado con el mundo de la moda y que debía preverse que yo fuera así porque no soy más que un chico que viene de un humilde barrio de Río —se soltó—, lo que me enfada es que esta vez te pasaste llevando a Devlin... y sé que le dolió verse invadido de esa manera, lo pude ver en sus ojos y en la manera en que se metió en sí mismo. Lo dañaste… y me siento como un idiota porque yo te lo puse en bandeja de plata.
Simon pasó el peso de su cuerpo de una pierna a otra y ladeó un poco la cabeza.
—En verdad te cae bien ese cantante ¿cierto?
—Lo considero un amigo —Ulisses abrió la puerta—, pero sé que no lo entiendes porque tú no sabes lo que eso significa…
El hombre sintió aquello demasiado directo para su gusto. Incluso un poco del hielo se desquebrajó y su corazón dio una ligerita punzada. Observó al joven brasileño salir de allí y la mirada reprobadora de su secretaria al final del pasillo.
—¿Qué? —Se encogió de hombros—, es mi trabajo.
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—¿Estás seguro? No sé, tu siempre tienes buen ojo para estas cosas Devlin pero no sé. Quiero decir, implica tener más tratos con Simon Gray y su gente, ¿no crees que ya hemos tenido suficiente de ese… ese… hombre?
Devlin escuchaba atentamente a Santiago. Estaban en la oficina del moreno y por el portátil veía las fotos disponibles del Book de Ulisses. Cuando había visto en catálogo en físico, que Gray les había llevado, había observado al modelo con los ojos de un empleador, evaluaba el potencial del muchacho, sus posibilidades en una cinta de filmación y sus ángulos. La forma en que la luz jugaba con sus planos era importante para saber si podía lograr una toma sincera en una situación que para los dos será comprometedora.
Ahora lo veía con ojos de admirador de la belleza más pura, no era de piedra y debía reconocer que el muchacho no sólo era hermoso, sino también era una persona cálida y generosa. Debía reconocer que le despertaba mucha curiosidad su forma de ser, pero no investigaría nada de él aunque todo estuviera disponible en Internet, eso sería relacionarse mucho más de lo que deseaba y en todo caso, le gustaba escuchar las cosas de primera mano, así que si Ulisses decidía que quería contarle algo de su vida, lo haría.
Eso claro, en el caso de que volvieran a verse otra vez. O si al menos se encontraban en el lanzamiento del video. Le caía bien. Le agradaba mucho, y aunque le molestara aceptarlo, si al menos tuviera diez años menos…
—No deberíamos temerle a Gray, es todo lo que digo.
—¡Yo no le temo! —Santiago se erizó pero al ver el ceño fruncido de su mejor amigo se calmó—. Ha corrido mucha agua bajo este puente como para que me quiera esconder tras las faldas de mi mamá cada vez que el lobo llega, ¿no crees?
—Así me gusta —, sonrió Devlin y luego dirigió su mirada de nuevo a la foto en el portátil—. Mira, a esta cara me refiero, ¿ves esos párpados? La forma en que relaja los labios, y la fuerza que expresan sus cejas, sin duda algo así en la carátula de mi disco atraerá la atención.
—Eso no es muy roquero Devlin, y menos alternativo.
El rubio lo miró directo a los ojos como diciendo “duh!” —Ya sé que no, pero ahí entras tú, quiero a Mateus en la portada porque bueno, si se va a levantar ampolla con el video, que siga con el CD ,¿no crees?
Santiago le quitó la mirada —No sé ¿has visto los tabloides hoy?
Devlin suspiró —Cómo si Arty no me obligara a comprarlos cada vez que me ve…
—Esa es la clase de publicidad que enfrentaremos, y Arty hará el negocio de su vida contigo, por añadidura, claro.
—Pues, que piensen lo que quieran, que se armen la historia de amor frustrado entre el modelo despreciado y el rockero cuarentón del momento, al final se van a cansar cuando no tengan nada y me dejarán en paz ¿No crees?
Devlin siguió mirando las fotografías mientras Santiago lo observaba a él pensando: <
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Ulisses había vuelto a su habitación de hotel bastante enfadado. Al final, nunca podía ganarle a Simon en una discusión sobre sus terribles métodos para hacerlo todo un tremendo embrollo. Y por si fuera poco, el manager siempre salía cabalgando en corcel blanco e inmaculado.
—Maldito tiburón —masculló mientras se lanzaba a la cama mirando con detenimiento el techo. ¿Qué haría ahora? No se sabía con certeza cuándo estaría disponible la pista, aquellos días en Londres le iban a salir carísimos y sus finanzas, como bien había dicho Simon, estaban cada vez peor. ¿No sería mejor buscar un hotel más barato?
Bufó y se giró observando el reloj. ¿Debería llamar a Devlin? Le picaban los dedos por pulsar los números y seguir pidiéndole disculpas por lo sucedido. Aunque claro, no había sido su culpa, pero había sido imprudente, conociendo a su manager de antemano.
Se levantó y se metió a bañar para despejarse. Su cuerpo se perló del cálido líquido mientras sus manos recorrían limpiando con esmero la bronceada piel. Aprovecharía para rasurarse y descansar lo más que pudiera antes de buscar un nuevo sitio donde refugiarse. Ni de loco le pediría ayuda a Simon, estaba enfadado con él y no le iba a perdonar el numerito de los paparazzis. Al menos no durante mucho tiempo.
«Pero tiene razón en que tengo que conseguir más trabajos»
Salió del baño y tras rasurarse y embutirse en unos jeans gastados y una camiseta negra ajustada, se colocó el abrigo, bufanda y su gorro para ir a donde Dev. De paso se puso unos lentes por si los paparazzis aun seguían rondando, pero se tranquilizó cuando vio que el edificio estaba tranquilo.
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Su vida era monótona. Si, todo el mundo creía que los cantantes de rock eran la encarnación de lo desenfrenado, pero no él. O bueno, ya no era así. En todo caso después de la visita a Santiago y de pararse en una esquina a discutir unas cuantas cosas con su director había optado por volver a casa.
El servicio de limpieza se había llevado incluso la basura generada por el exceso de dos noches atrás y Devlin tenía muy poco que hacer. El álbum estaba casi listo, pero hasta que no saliera de la bendita filmación no iba a mover un dedo porque esas eran épocas muy creativas para él y si le metía mano a lo ya hecho, era capaz de cambiarlo todo.
Revisó su agenda, al día siguiente tendrían negociaciones con MTv para el Making the Video que también estaba casi listo y seguía esperando por el Book de Ulisses. A decir verdad debería sacarse el tema de la cabeza y pensar a futuro. Si su pequeño experimento funcionaba podrían usar otros modelos aunque igualar la belleza del brasilero sería muy difícil.
Contra su voluntad se planteó todo el asunto, desde el artículo de prensa hasta el escrutinio paparazzi, ¿le creía a Ulisses? Ciertamente, si no jamás lo hubiera propuesto para otro trabajo, además el muchacho quería ser su amigo. Y si él conocía en algo al género humano seguro que esa ansia de agradar era un reflejo de los gustos de su juventud. Vaya, que si te presentan a Bono, a quien has admirado toda tu vida, y se te da la oportunidad de ser su amigo, no lo vas a arrojar por la borda.
Se decidió en un segundo, tomó el teléfono para llamar a Ulisses, realmente no quería que todo quedara con ese tono dramático hasta que se encontraran en el aeropuerto.
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Entró y pulsó el botón esperando el elevador. Tamborileó los dedos sobre su muslo, algo impaciente por la tardanza. Sabía que aquel “no te preocupes” de Dev encerraba muchas cosas. Cuando al fin se abrió la puerta, varias personas llegaron de repente, metiéndose con él en el estrecho lugar. Sólo sonrió algo nervioso por si eran personas de la prensa, lo mejor era disimular. Pulsó dos pisos más que el del cantante y cuando llegó a su destino se quedó largo rato en el pasillo por si escuchaba algo sospechoso. Cuando se sintió lo suficientemente tonto por la paranoia, bajó las gradas y llegó hasta la puerta de Devlin, tocando con fuerza. Esperó un momento cuando su móvil comenzó a vibrar dentro de su abrigo. Lo sacó y alzó una ceja al ver el número.
—¿Bueno? —sonrió quedándose frente a la puerta, ladeando un poco la cadera
—¿Ulisses? ¡Soy Devlin! —Salió del estudio para dirigirse a la puerta— ¿Me esperas dos segundos? Están tocando a la puerta, pero mientras, ¿vas a hacer algo hoy? —Su mano se alargó hasta la cerradura—, quiero decir, ¿Cómo el plan de la otra noche?
—No tengo planes —sonrió al ver cómo el cantante abría la puerta—, pero algo me dice que te leí la mente…
Devlin abrió mucho los ojos al ver al moreno ante su puerta, sonreía de par en par y en sus mejillas hubiera jurado que había un leve tono de rosa, se sintió bastante empático porque su cara, estaba seguro, era del tono de una remolacha.
Sostuvo el teléfono tontamente bajo su oreja derecha y no se resolvía a dejarlo entrar, la vergüenza lo asaltó en un momento, e intentó sobreponerse a ella.
—Podríamos salir si lo prefieres. Hay muchos lugares de Londres que tal vez te interesen, ya sabes, más allá de The London Tower, Baker Street, o los callejones de las muertes de JacK The Ripper… O… ó… podríamos hacer lo de la otra noche.
Al fin lo dejó pasar, mientras colgaba su teléfono.
—Escucha, no me siento cómodo de la forma en que las cosas quedaron el otro día. Me porté bastante Reina del Drama— Torció los ojos hacia un lado—. Y bueno, no soy así.
Ulisses ya había guardado el teléfono y un ligero toque de gracia mezclado con ternura le hizo sonreírle abiertamente al ver su reacción. Se sintió aliviado de que no estuviera enfadado con él, era algo con lo que le hubiera costado lidiar.
—No tienes que disculparte tú, soy yo quien siente la cara caerse de vergüenza —metió las manos en su abrigo—, sin querer te causé una gran incomodidad y realmente creí que no querrías volver a hablarme. Después de todo era obvio que creyeras que Simon y yo lo habíamos planeado. Pero justo ahora me siento aliviado —volvió a sonreírle—, realmente me sentiría mal si quedáramos en malos términos.
Ciertamente el rubio no estaba preparado para la sensación de alivio que las palabras del modelo le produjeron. Todo estaba bien y Santiago y Collin ya podían hacer un espacio en su grupo exclusivo de “los amigos de Devlin”.
—Bueno— Se llevó las manos a los bolsillos — ¿Que decides? Cena afuera, o aquí. Yo invito y me aseguro de llevarte a tu hotel antes de que nos caigamos ebrios. Es más—, se llevó una mano a la altura del corazón—Prometo no embriagarme como la otra vez.
—Con esa oferta no puedo negarme —sonrió—, me vendría bien una cena en algún lugar que tú conozcas y que te guste. Eso sí, al menos me dejarás invitarte a algo, que no me gusta no sacar la billetera —acomodó su bufanda y su gorro.
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Eran más de las cuatro de la tarde y Henry Poole, más conocido como “Harry” estaba enfrente del Gay Hussan, un pequeño pero precioso restaurante húngaro en Soho. Allí se había citado con su novio después de que este terminara de hacer arreglos en la galería de arte donde trabajaba. La cita era a las 3 para un almuerzo tardío, pero el chico ya había esperado una hora entera recostado en uno de los muritos cercanos al local. La cara empezaba a arderle de vergüenza, cualquiera podía confundirlo con alguien que vendía sus servicios.
Decidió enviarle otro mensaje al celular, esperando que los recibiera cuando encendiera el aparato.
De pronto sus ojos enfocaron a un par de siluetas sospechosas que se dirigían hacia él por la acera. Sus ojos se cerraron en sospecha y luego lo confirmó todo, era Devlin Ford con un amigo. Un milagro total que Devlin estuviera acompañado, y si lo que veía tras los lentes oscuros y el gorro era cierto, el cantante nunca estuvo en mejor compañía que en ese momento.
Devlin sonreía enfrascado en la conversación. Harry se preguntaba si esos dos serían pareja, aunque la proximidad era obvia, ninguno de los cuerpos se tocaban, hablaban en voz grave pero nada que pudiera tomarse como coqueteo. Extraño, decididamente extraño.
—¡Mr. Bitter!—Llamó Harry a Devlin cuando le paso por el frente con obvia intención de entrar al local—, ¿me permite un momento Mr. Bitter?
Devlin se volteó con la sonrisa aún en los labios y los ojos muy abiertos tras sus gafas. Sólo sus conocidos sabían de ese apelativo. Vio a un pelirrojo vestido de manera casi llamativa y luego su sonrisa se amplió al saludarlo—: ¡Harry! ¿Cómo estás?
—Pensé que ya no te acordabas de mi— frunció la boquita sólo por la gana de hacer un puchero, sabía que su atractivo aumentaba bajo esas circunstancias —¿Van a comer aquí? —Sus ojos evaluaron a Ulisses bajo todo su atuendo. Un hombre realmente atractivo.
—Estoy mostrándole esta parte de Soho a mi… amigo ¿Y tú? ¿Esperas por alguien?
A Harry no se le escapó el hecho de que Devlin evitaba decir el nombre de su acompañante, la suspicacia empezó a agitarse dentro de él —. Espero a mi novio.
—¿Tu novio? —Devlin no sabía si preguntar más allá, por si no se estaba refiriendo a Santiago. Aunque lo dudaba, era muy común que Harry cambiara de novio y más común aún que Santiago le ayudara a ponerle los cachos al de turno.
—Creo que me ha dejado plantado—, la sonrisa a medias fue lastimosa.
—Realmente es una pena —Ulisses al fin abrió la boca, sonriéndole mientras extendía su mano— Ulisses Mateus, mucho gusto.
El pelirrojo le sonrió con todos los dientes y le extendió la mano —Soy Henry, pero todos me llaman Harry, Harry Poole—, sus ojos avispados vieron más allá del atuendo de Ulisses —. Tu cara se me hace conocida.
—Quizás me has visto por allí —aquel chico se le hacía simpático y platicador—, aunque no es que sea alguien tan famoso como Devlin.
—¿Tan famoso? Interesante —Le sonrió y les hizo paso como despidiéndose, no le parecía correcto alargar la conversación si ellos ya tenían planes.
—Oye —Ulisses miró a Dev como buscando su permiso y luego miró de nuevo al pelirrojo—, podríamos hacerte compañía mientras viene tu pareja. ¿Estaría eso bien?
A Harry se le iluminaron los ojos, pero eso suponía un dilema y así lo dijo, no sabía a qué hora llegaría Jon.
—Pues no lo esperes más y ven a comer con nosotros. Yo invito—, Devlin sonreía conciliador, no estaba muy seguro de si toda la situación incomodaría a Ulisses, tal vez la presencia de un tercero sirviera para no prestarse a malos entendidos. Sobre todo cuando Ulisses sonreía, que era cuando estaba más hermoso y Devlin no podía apartar los ojos de él. Lo admiraba como el visitante admira al David de Miguel Ángel.
Ulisses palmeó la espalda del joven y entraron sin más ceremonia a aquel lugar. El modelo apreció cada rincón, maravillándose por la exquisita decoración y el aroma que inundó sus fosas nasales de manera acariciante. Incluso su estómago crujió un poco clamando por comida.
—Qué lugar más acogedor —se quitó el abrigo descubriendo su jersey ajustado. Se quitó la gorra y esperó por el anfitrión que los llevó pronto a la mesa, acomodándolos bajo las luces tenues y cálidas. —Me gusta mucho —sonrió a los dos hombres mientras sus ojos reflejaban la luz dándoles un tono casi dorado.
Devlin se dejó guiar. Lo bueno de llegar a esa hora era que no había muchas reservaciones. Como era un cliente habitual, lo llevaron a su lugar favorito contra la ventana y detrás de su silla un estante lleno de libros viejos y manoseados por manos conocedoras. Adoraba ese sitio.
Harry se sentó un poco cohibido. No sabía que se estaba cocinando ahí, sólo tenía claro que el amigo de Devlin era heterosexual, todo en él lo gritaba… y eso era una lástima porque cuando se quitó la gorra y los lentes quedó convertido en una obra superior a Adonis. Era increíblemente hermoso. Masculino hasta el cansancio pero aún así su belleza era maravillosa. Harry tuvo la impresión de que incluso las luces lo ayudaban a verse bien ¡Y la ropa! Le quedaba perfecta. Tenía pinta de modelo, lo que explicaría su cuidado al vestir y también porque ésta jugaba tan bien con su orientación sexual.
—¿Y esos libros se pueden tomar? —sabía que quizá sonaba tonto, pero era mejor cerciorarse. A él le encantaba leer, aunque a veces por su agitada agenda no le quedaba tiempo de nada.
El mesero, que en esos momentos les llevaba el menú le sonrió asintiendo. Devlin lo miró dos segundos, ya sabía que ordenaría: Los champiñones fritos salsa tártara de entrada, y luego el Goulash vegetariano.
—¿Cuál es ese vino que siempre pide Santiago?
Harry no despegó sus ojos de su propio menú mientras respondía con tranquilidad—: ¿Rioja Conde de Valdemar? —Devlin sonrió ¿Por qué demonios Harry no estaba con su amigo? Se conocían a la perfección, a veces incluso él había tenido la sensación de que eran un par de amantes que habían vivido juntos durante mucho tiempo.
—Se escucha bien —Ulisses ojeó el menú con el semblante serio, como quien lee la pregunta más difícil en un examen. —Todo se lee delicioso… creo que no sé por cuál platillo decidirme.
Harry sonrió hasta con los ojos— Si no eres vegetariano como Mr. Bitter, todo te encantará.
—¿Mr. Bitter? —inquirió sonriendo mientras miraba a Dev—, a riesgo de sonar entrometido, ¿a qué viene tan singular apodo?
—Pues verás…—Harry adoptó cara de conspirador y se acercó más al Adonis en Jeans.
—Santiago y él que están operados del cerebro—. Interrumpió Devlin—, pero si alguna vez me preguntas en un hotel, ahí tienes mi pseudónimo—. Devlin hizo un gesto al camarero para que le dejara la botella de vino que acababa de traer, él la abriría.
—Así que Mr. Bitter —Ulisses se inclinó hacia el pelirrojo y le murmuró: —¿es una anécdota jugosa?
Los ojos de Henry brillaron más de lo normal y se le acercó al modelo —¡Por su puesto que si Mr. Adonis! Algún día escaparemos de su vigilancia y se la contaré con pelos y señales.
Devlin torció los ojos hacia arriba y un leve rosa se fijó en sus mejillas.
—Me parece bien —Ulisses rió de manera grave—, anda Devlin, no pongas esa carita. Ahora yo también tengo un apodo y planeo usarlo cuando me registre en un hotel.
Devlin se hizo cargo de la botella de vino, sentía que alguien los observaba desde lejos y eso lo hacía sentir incómodo—. No te lo sugiero, por cada vez que pronuncies tal ridiculez se te mueren un montón de neuronas—. El corcho cedió y empezó a llenar las copas.
—Pues salud por eso —el modelo tomó la copa y movió el líquido mientras observaba a sus acompañantes—, por las pobres neuronas que han sacrificado sus vidas ante el nacimiento de Mr. Adonis…
y en la sidebar están los links de donde pueden encontrar Dream... ya saben, en otras páginas.
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