14 de julio de 2011

Dream capítulo X

Tal como lo prometí, hoy nuevo cap (anoche fue para Transformers y llegué muy tarde XD).

Dios, tengo problemas de conexión, y ya no es por el horrible tiempo que sufrimos, todo está desconfigurado y ya me dan ganas de arrancarme los cabellos pero cuando configuro algo lo demás se daña. ToT

Bueno, vamos a lo que vinimos. el capítulo 10 de Dream!!!

Pero antes, les funcionó la barra de música con Creep en el capítulo 9??? es importante saberlo porque este cap tiene otra (si la barrita gris que va perdida entre algún párrafo, la que tiene sólo la instrucción "play" y la línea de carga de la música), y otros caps la necesitan, así que si pudieran decirme sería genial, en mi compu sirve, en otro también, y en otro no.

Agradecimientos!!!!: A Prim, (tranquila, ya tenemos como 10 backups de Dream XD), a MoonLover que se emociona con esta historia *un abrazo*, a Emmagination que tendrá más de Santi y Harry en este cap y que adora a Radiohead como nosotras ^_^, a Balam que se merece un súper fuerte abrazo porque sus lindas palabras me emocionan y a nuestra nueva lectora (wiiii): Akemi091 que nos ha dejado comment en cada cap! gracias por todo ese esfuerzooooo, nos emociona recibir comentarios y de verdad nos gustaría que nos dejaran cualquier duda o apreciación si no las han puesto aún!

Graciaaaaas!!


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Autoras: Amy Tomoe y CB
Clasificación: NC-17
Aclaraciones: Esta es una historia original, por tanto sus autoras tienen todos los derechos reservados sobre sus personajes. Sin embargo, existen aportes de cultura Pop que pertenecen a sus dueños.
Los lugares representados en la historia existen.
Advertencia: (I)Aunque existen alusiones a prácticas peligrosas, y las mismas existen, no se recomienda copiarlas o efectuarlas, simplemente se muestran aquí como material informativo.
(II)Las organizaciones mencionadas si existen, y los abusos contra los animales mencionados, también ocurren, y SON un delito.
Gracias por sus comentarios!!
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Este capítulo tiene contenido sexual explícito, se recomienda discreción (Devlin empieza a cantar como gorrión XDDDD)



Capítulo X


Había algo que Devlin Ford no se había podido sacar de la cabeza en todo el día. Le había dejado las llaves de emergencia de la casa a Ulisses al lado de la bandeja del desayuno, ¿pero las habría tomado? Una duda insidiosa le recorría la parte trasera del cerebro provocándole desazón ¿Y si se arrepentía?

Tal vez con la luz de la mañana lo viera todo de una forma distinta y había decidido que entre los dos solo podía haber una alianza netamente comercial.

No sería la primera vez, pero por alguna razón esta vez le molestaba.

Pearson carraspeó para indicarle que habían llegado al edificio del cantante. Era hora de bajar y afrontar lo que fuese.

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La llamada había terminado por segunda vez en el buzón. Santiago movía los dedos nervioso. Aún no había salido de la oficina y se le estaba haciendo tarde para recoger a Harry. Seguro que el pelirrojo había estado todo el día arreglándose con la ilusión de salir y olvidar su horrible experiencia.

Una vez más, correo de voz. Intentó una última marcación con la idea de dejar un mensaje.

Ahora, eran extraños los caminos del destino. Harry había terminado conociendo a uno de los hombres que más admiraba en la vida, Brandon Hardy. El responsable de que hubiera terminado en el mundo de los representantes cuando antes era un simple editor que había hecho una carrera en Letras.

Cuando quiso darse cuenta, sólo había dejado grabado silencio en el celular de Simon.

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Ulisses se encontraba sentado sobre su maleta en la puerta de Devlin, observando el reloj y a la gente que pasaba por el pasillo. Se sentía tonto, pero no iba a moverse de allí hasta que el cantante no volviera. ¿Y si no volvía?, ¿se refugiaría en algún otro lugar sabiendo que él estaba allí? Ya sentía la presencia de Santiago diciéndole que Devlin no volvería esa noche y así le seguirían dando largas. ¿Estaría enfadado por lo que no había sucedido? Quería pensar que no y que el rubio pronto estaría en casa, prepararían algo de comer y quizá verían televisión.

Suspiró y dejó su mandíbula descansar sobre su mano mientras la ventana de aquel edificio aún dejaba entrar un ligero matiz de claridad. La noche llegaba pronto.

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Simon llegó a su hotel y corrió a colocar su celular en el cargador. Se había quedado sin batería y había maldecido grandemente por su torpeza. Su teléfono era crucial para sus negocios. Se despojó de sus prendas quedándose sólo en bóxer y camisa, estirándose mientras observaba las luces de la ciudad. Suspiró sintiéndose como cada noche: un solitario empedernido. ¿Acaso no añoraba un compañero a su lado?

«Nadie me aguantaría»

Caminó a la cama y se lanzó boca abajo, haciendo rebotar el móvil que cayó boca arriba, mostrando la alerta de nuevo mensaje. Sonrió al ver de qué número era y no tardó en consultar su buzón. Había ignorado adrede la propuesta de Santiago sólo para molestarlo más. Sabía que con eso de los paparazzis ese moreno no quería verlo ni en pintura. Casi podía imaginar la carita de gatito gruñón.

—Bueno, bueno, no me escondo más —marcó el número del moreno—, que sea lo que el destino quiera…

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Cuando las puertas del ascensor se abrieron y Devlin giró para ir a su apartamento la escena le alborotó el corazón de una forma diferente. Venía preocupado, pero luego el estómago se le aligeró y sus latidos empezaron a rebotar como si hubiera dado vueltas corriendo a una cancha de fútbol. Ulisses estaba ahí, con sus cosas. Había vuelto.

Pero de volver a arrepentirse de haberlo besado y dormir con él, era otra cosa.

Se acercó mientras halaba de su bufanda y se quitaba las gafas. Esperó a que lo mirara para extenderle su mano ¿Qué importaba si estaba furioso? ¡Estaba ahí!

Ulisses alzó la mirada al notar que alguien se acercaba y sonrió al ver que no era Santiago, era Devlin el que estaba allí. Tomó la mano del rubio y la estrechó, poniéndose en pie.

—Creí que ibas a estar ocupado —no supo por qué su rostro comenzó a ponerse caliente.

El cantante lo ayudó a levantarse, esos ojos de mar lo observaban con solemnidad y su rostro estaba avergonzado, su boca se abrió y sus palabras siguieron el vuelo de las mariposas en su estómago:— Nunca para ti… —Y lo haló un poquito con la clara intención de besarlo, pero se detuvo antes de hacerlo, como pidiendo permiso.

El modelo entreabrió los labios y lo observó sorprendido. Sonrió ante las claras intenciones, pero no iba a dar un paso atrás. Estaba aceptando que aquel hombre realmente le atraía. Quería aprender a responder a su toque, acoplarse a sus labios.

—Es bueno saberlo —se acercó rozando su nariz—, ¿seguirás con las clases? —sabía que lo estaba tentando con esa frase, pero poco le importó

El cantante le acarició las mejillas y le dio un beso fugaz, sonriendo.— Claro que si—. Tomó la maleta de Ulisses y abrió la puerta. De todas maneras le correspondía ser un buen anfitrión y dejarle una habitación completa para que tuviera un margen de decisión sobre lo que deseaba y lo que pasara.

El joven lo siguió mientras se relamía los labios ante el breve beso. Su pecho se infló y surgió un suspiro observando de nuevo el panorama de la ciudad nocturna.

—¿Día agitado? —se quitó la chaqueta y descubrió una camiseta ajustada mientras caminaba hacia la ventana.

Devlin escogió la habitación contigua a la suya, era bastante luminosa con su ventanal inmenso, tenía baño propio y además comunicación con esa ala de la construcción por la terraza. Una vocecita se agitó pensando que también lo quería cerca de él. Dejó la maleta a los pies de la cama y comenzó a sacar las cobijas y las sábanas.

Sólo por si acaso.—Mañana será peor—. Alzó la voz apenas para que lo escuchara desde el salón.

Ulisses caminó hacia dentro y se apoyó en el marco de la puerta, viendo cómo Devlin sacaba todas las cobijas y arreglaba la cama.

—A ver, te ayudo —caminó hacia él y tomó el otro extremo de la sábana para colocarla—, pobre de ti, imagino que es todo un embrollo eso de sacar un sencillo.

—Un sencillo y el álbum entero—. Levantó los ojos hacia Ulisses y caminó hacia él con la excusa de estirar la tela, le dio un besito en la mejilla y lo miró a los ojos, intenso.— Además me voy de gira en un par de meses.

El joven soltó la sábana y se medio volteó para rodear la cintura del rubio. Una gira próxima para Devlin significaba varios meses ocupado. Pero él también estaría en lo suyo con aquel nuevo trabajo. Parecía que aquella relación no podía pasar a más, pero…

—Deja el estrés a un lado por unas horas —lo besó suavemente y le sonrió—, deja que intente cocinar algo para ti.

La oferta era tentadora y sonrió con todos sus dientes, tomó la mano del moreno y la besó—¿Seguro? Porque podemos salir o encargar algo… lo que quieras…

—¿No confías en mis habilidades culinarias? —Sonrió burlón alejándose mientras caminaba despreocupado hacia la cocina—, ¿tienes delantales?

Devlin salió detrás de él y lo alcanzó tomándolo de la cintura, lo lanzó contra su pecho y le dio un beso en la nuca. Se sintió como un adolescente encandilado. Algo que nunca le había sucedido antes— No es que no confíe en ti, es sólo que es difícil alimentarme, además yo muero de hambre y sueño.

Cruzó las manos sobre el estómago del moreno aspirando la fragancia de sus cabellos y de su piel a esa hora tardía— no estás aquí para cocinar Ulisses, si te invité, yo me encargo de todo. ¿No?

El modelo se erizó cuando el rubio lo tomó así, besándole en un área tan sensible. Suspiró al sentir esas manos sobre su abdomen y las cosquillitas que la respiración de Devlin causó cuando olfateó sus cabellos.

—Puedo aprender —pasó sus manos por los antebrazos de su anfitrión, sintiéndose un poco raro por el extremo grado de comodidad que le producía estar con Devlin así. ¿Era posible que aquel hombre lo hubiera enamorado a primera vista?

«O a primera voz»

—Si mañana te levantas temprano, hacemos el desayuno los dos… —Como siempre las dudas insidiosas se colaron entre su atontado cerebro ¿Qué hacía ahí con un hombre heterosexual, abrazándolo, mimándolo y besándolo? ¿Por qué Ulisses lo permitía? Quería preguntarle que era lo que ocurría allí, pero el tema era amargo y por primera vez sentía que ser cobarde era lo apropiado, callar y aprovechar sus 15 minutos de feliz ilusión.

Lo soltó y fue hasta el teléfono— ¿Qué quieres?

—Algo que comas también tú —lo siguió y se sentó en el sofá—, y no te cortes en despertarme con fuerza para que me levante —volvió a sonreír—, tengo el sueño pesado.

—¿China? ¿Thai? ¿India?— Devlin tenía unas ganas locas de sentarse a su lado cruzarlo sobre sus piernas, robarle el aliento hasta que se desmayara entre sus brazos de puro éxtasis.

—China estará bien —Ulisses se acomodó bien en el sofá, dejando que su espalda se acoplara a los cojines mientras relajaba las piernas abiertas. Una pose de total relajación

Hizo la orden fijándose en los ojos de su invitado por si veía desaprobación en ellos. Cuando terminó se sobre puso a sus deseos y se quitó la chaqueta. Era increíble que se hubiera distraído y no se hubiera lavado las manos ya. Odiaba tener las manos sucias. Tal vez Ulisses no salía corriendo porque no lo conocía bien. Si se supiera de todas sus pequeñas mañas, sus fetiches con ciertas cosas, sus problemas para adaptarse y demás, no lo volvería a ver.

Sin embargo ahora el hombre que lo esperaba en su salón estaba dispuesto a besar y ser besado, a tocar y dejarse tocar. No lo podía entender. Incluso quería que reanudaran esas lecciones de seducción, y él lo deseaba sinceramente, porque le encantaba besar a Ulisses, acariciar a Ulisses y escucharlo mientras gemía y suspiraba levemente entre sus brazos, atacado por sus besos.

Se cambió de zapatos y se puso sus pantuflas de dentro de casa. No entendía nada de lo que estaba pasando allí, pero sentía como su carácter se agriaba a medida que pasaban los minutos ¡Cómo si convivir con una persona como él no fuera lo mejor que le hubiera pasado en siglos!

Ulisses se quedó absorto viendo el panorama nocturno. Había sonreído al ver a Dev desaparecer rumbo a su cuarto, pero no quiso seguirlo para no agobiarlo. No iba a andar como un cachorrito recién comprado detrás de su amo.

Suspiró y pasó sus musculosos brazos por detrás de su cabeza, pensando en todo y nada. A veces le agarraba la melancolía por ver de nuevo el cielo estrellado desde Río de Janeiro. Esas noches desde la pequeña terraza de su casa, cuando soñaba con un mejor futuro, venían a su cabeza cada vez que se permitía darse el tiempo de recordar o añorar lo importante.

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A Harry no se le veía ni un solo rasguño en la cara. Maquillaje seguro, era excelente con esa clase de trabajos manuales. Habían terminado por ir a un MacDonalds, el restaurante favorito en toda la Tierra de Santiago. Y claro, El pelirrojo estaba encantador.

Se sentaron con sus combos al lado de un ventanal para observar los edificios bajo la luz pública. Como si afuera fuese una dimensión diferente, una hecha de luces pequeñas en un universo oscuro, contrastaba a la perfección con el barullo de adentro del local.

—¿Estás seguro de que es una buena idea comer aquí?

Henry sonrió y asintió, no quería cenas caras que le recordaran a Jon. Quería diversión y vida a su alrededor y ¿porqué no aprovechar la debilidad de Santiago? —Hay una buena disco por aquí cerca, no es de ambiente como las que te gustan pero nadie nos va a hacer caras.

—¿No me veo encantador esta noche Santi? —El moreno arrugó la nariz ante el cambio de tema y asintió.

—Mi ropa es la mejor— y rió dándole un pequeño golpecito afectuoso en el mentón, sólo para sacar la linda mueca que Harry hacia tan bien cuando estaba disgustado.

El teléfono vibró por quinta vez, lo tomó sin mirar y contestó—. Espérame un segundo cariño— le hizo una seña al pelirrojo por si quería ir hasta la barra de las salsas y aprovisionarse. Ya sabía lo que le gustaba, así que no tendría que ir con él.

Su atención se centró en la llamada.

—Uhhh, chico malo, me pones cuernos —Simon escuchó claramente la frase cargada de dulzura. Estaba recostado boca arriba sobre su cama, con las piernas alzadas mientras apoyaba los pies en la fría pared. —Espero no interrumpir un buen polvo —movió los deditos sabiendo que por el rumor de la gente que se alcanzaba a escuchar alrededor, Santiago seguramente comía.

El español arrugó el ceño. Simon, a buena hora le devolvía la llamada. Iba a contestarle con una de esas respuestas suyas cuando se detuvo y suspiró mentalmente, todo era por el bien de Devlin.

—¿Cómo has estado Simon?

—Mmmm… ese tonito Santiago —sonrió imaginándose la cara—, realmente quieres complacer a tu cliente con esas fotos ¿verdad? —estiró de nuevo los deditos de los pies

El moreno se llevó la mano a la frente ¡Que pesado era!— Es un acuerdo que beneficiará a las partes ¿Crees que hacer esa portada no ayudará a Ulisses? —Masacró una de sus amadas papitas entre los dientes. —Quiero una respuesta Simon.

—No te pongas bélico, que ya sé que me quieres crucificar —suspiró bajando sus piernas y volteándose boca abajo—, sé bien que es un buen acuerdo tontito, pero no sé hasta qué punto sea sensato —bostezó prendiendo la televisión—, ¿sí sabes de las actividades recientes de esos dos, verdad?

—Puedes jurar que le estoy dando el beneficio de la duda a ese modelo tuyo Simon. No me parece cuerdo ni decente que esté con Devlin—. Al otro lado de la mesa Harry abrió los ojos de par en par ¿Hablaban de Uli? Contrajo los ojos en amenaza a Santiago.

>>—Pero afortunada o desafortunadamente mi representado suele tener corazonadas asombrosas ¿Qué dices? Lo dejamos entre tú y yo, o lo trato por otra vía.

—Oh cielos Santiago, relaja un poco tus hombros, seguro estás tenso —suspiró apagando el aparato ante la falta de buenos programas. —Escucha, sé bien que desconfías de Ulisses por una razón: yo —sonrió—, pero te soy sincero Santiago, acepto que por mi mente pasó la idea y yo mismo te lo comenté cuando nos juntamos el otro día, pero esta vez si no metí mi nariz en el asunto. Mi muchacho está actuando como nunca lo había visto, pero guardo cautela porque tú y yo sabemos que la gira de Devlin se viene pronto y yo al fin conseguí un nuevo y jugoso trabajo para Ulisses. —Se levantó y corrió la cortina para observar el tráfico por la avenida. — Por mí no hay problema en hacer una portada con Ulisses.

—¡Gracias Dios!— Dijo en español y el pelirrojo dejó una papita en camino para arrugar más y más el ceño. —¿Cuándo se los dices? Digo, esta semana deberá quedar solucionado lo del aeropuerto, así que si él tiene un buen trabajo, es mejor acelerar todo, ¿no crees?

Simon sonrió ante lo cortante que era su contraparte. Casi no podía creer que aquel fuera el mismo hombre de labios tan dulces, pero sabía que él había tenido gran parte de la culpa en que ahora le dedicara esas palabras tan amargas.

—Yo le comunico a Ulisses y aplazo unos días su partida para que puedan hacer la sesión y evalúes las fotos que necesitas. Luego ya partimos y podrás respirar tranquilo.

—No te equivoques, a mi me da lo mismo que tú y Ulisses anden en el lado del planeta que prefieran…— Se moderó recordando que era un profesional.— lo siento, gracias Simon. Mañana te llevo la documentación para que el lunes todo esté listo.

—Como quieras —bostezó de nuevo—, buenas noches —y colgó. Dejó el móvil sobre la mesita de noche y se lanzó a la cama masajeando sus sienes.

Santiago se quedó mirando su celular con cara de sorprendido. Eran ese tipo de actitudes las que odiaba de Simon… entre un montón más. Se dedicó a su papitas, o lo intentó, pero Harry lo miraba serio.

—No estabas hablando mal de Mr, Adonis ¿Verdad?

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Ulisses salió de su ensimismamiento cuando sintió la presencia de Devlin nuevamente en la sala. Sí que había divagado por un rato.

—Mm, ya estás cómodo —afirmó viéndole las pantuflas.

El aludido se desvió con una sonrisa para sacar un par de cervezas de la nevera. Tenía sed y no sabía como expresar lo que quería decir, mientras las destapaba observó la pose relajada del modelo. Puso música por el camino y se sentó en el sofá ofreciendo la bebida. Verlo de esa manera tan tranquilo, con sus ojos dulces y con sueño le daba ternura.

—Gracias —tomó la botella y la llevó a sus labios dando un sorbo, volviendo a ver el panorama nocturno—, Londres es hermoso.

—Lo es… una vez estuve en uno de los Rock en Río… maravillosa ciudad…

—Justo ahora estaba recordando la pequeña terraza de mi casa —sonrió tomando otro sorbo—, mamá se ponía histérica cada vez que me veía allí tendido viendo el cielo.

Devlin soltó una risita ante eso. Le acarició los cabellos a Ulisses, apartando los que le cubrían la frente. No pudo evitarlo, pensara lo que pensara, su cuerpo tenía vida propia. Le dio un beso en la nariz.

El joven dejó la botella a un lado y le observó serio. No sabía cómo pedirle que continuaran con lo que habían puesto en marcha la noche anterior sin sonar tremendamente descarado y necesitado. Su mano se alzó para delinear los labios del cantante, entreabriendo los propios para darle la señal verde.

Y el rubio no se hizo desear. Tomó con algo de violencia esa boca delineadas que se le ofrecía. Apartó la botella también y tomó las mejillas de Ulisses. Le encantaba como la barbita del día le raspaba las palmas de la mano. Le encantaba como la sentía cuando friccionaban sus mejillas en medio de su búsqueda <<¡Estás vivo Dev! ¡Acéptalo!>> Se gritó a sí mismo mientras pasaba sus dedos por los brazos del moreno. Mientras lo apretaba contra su pecho con fuerza. Intentaba ser tierno pero sus pasiones se desataban cada vez que Ulisses lo requería.

Si lo pensaba bien, casi lo tenía en la palma de la mano.

Lo soltó y lo miró a los ojos. —Quiero preguntarte algo, algo importante.

Ulisses casi gruñó cuando fue dejado de repente tras ese beso tan violento y apasionado. Sus ojos brillantes se fijaron en el rubio, asintiendo mientras intentaba acercarse de nuevo para volver a besarlo.

El rubio le puso dos dedos en los labios deteniéndolo, su frente se pegó a la del moreno tratando de que lo mirara. —Ulisses… No te entiendo y eso me está volviendo loco—. Lo dijo en un suspiro y poner sus dudas en palabras le dolió. A lo mejor lo hacía entrar en razón y lo botaba.

¿Qué más daba? La naturaleza del cantante era ser un solitario empedernido. Se acostumbraría.

El joven se quedó quieto, observándolo serio porque intuía bien la revolución que Devlin andaba cargando en la cabeza.

—Ni yo puedo decir con certeza que me entiendo —susurró sin dejar de verlo—, eres hombre, eres alguien a quien admiro, eres… —sus dedos delinearon los rasgos de su rostro— me atraes como nunca nadie me atrajo. Soy sincero en aceptarlo y esa es la razón por la que me tienes aquí… aunque parezca algo descabellado.

Besó la mano que le acariciaba, —Tal vez mañana despiertes y te aterres de lo que has hecho conmigo. De haber estado con un hombre —Cerró los ojos para no ver la mirada intensa del moreno. —Te deseo, pero esto puede ser una etapa para ti y no te voy a dañar. Podrías llegar a odiarme, lo sé por experiencia.

Ulisses sintió una punzada al ver la expresión de Devlin y cómo éste evitaba verlo. Aunque no lo asimiló en su totalidad, supo en ese instante que odiaba ver al rubio con esa expresión de dolor guardado. Sentía que le quemaba por dentro.

—No me estás poniendo una pistola en la sien —susurró inclinándose un poco para tomarle el rostro y pasar los pulgares por los párpados —Devlin… —llamó—, realmente me gustas.

—¿Y si seguimos así y termino haciéndote el amor Ulisses? No te estoy poniendo una pistola en la cabeza, pero ciertamente tampoco me estoy comportando como un santo. Yo comencé esto, anoche, en el restaurante, porque me gustas, pero ¿y si no fuera tu elección? Tú mismo dijiste que mi música te gustaba y… no quiero ofenderte con mis dudas. Pero no puedo seguir sin saber dónde estoy parado.

>>—Y me gustas. Muchísimo.

—No es simple admiración—Ulisses se alejó un poco, tomándole las manos—, no te voy a mentir, yo también me siento en terreno inseguro. Me da miedo no saber cómo reaccionará mi cuerpo ante… —se sonrojó y bajó la mirada sintiéndose como un niño—, pero… en ese restaurante yo no era ajeno a lo que sucedía —volvió a levantar sus ojos—, debo aceptar que te coqueteé deliberadamente.

El cantante lo abrazó mientras le daba pequeños besos en las mejillas —¿Qué vamos a hacer Ulisses? Soy un cobarde, debería tener el valor para devolverte a tus cabales o debería tener la delicadeza de corresponder a tus expectativas.

Lo besó, apasionadamente, succionando sus labios y luego se alejó para seguir con sus párpados. Adoraba sus ojos. —Tal vez te asustes de mí cuando te diga que me gusta que duermas en mi cama, prepararte el desayuno en las mañanas y que uses mi baño, mi shampoo y hasta mi toalla.

Volvió a darle un beso, esta vez en la oreja. —Que me encantó verte en mi puerta esta tarde y ayer. Que quiero que te quedes aquí… mucho más tiempo… Pero no puedo negar lo que soy, soy homosexual y tú no. No quiero que cambies por mi culpa y luego me acuses.

Ulisses escuchó cada frase, sintió cada beso y le fulminó la pena que Devlin parecía formular en su pecho. No pudo hacer más que negar y abrazarlo con fuerza, rodeándolo como si quisiera protegerlo hasta de sí mismo.

—Nunca me ha gustado la definición de un género como algo determinante —susurró en su oreja—, siempre he pensado que cuando encuentras a una persona que puede mover tus sentimientos desde la raíz, no importa si es hombre o mujer. Nunca me había pasado y ahora que me está sucediendo me tienes en revolución —le besó el hombro y pasó sus manos por la espalda. —Perdóname porque percibo que te estoy haciendo daño y eso me mata.

Devlin volvió a besarle las manos —¿He removido tus sentimientos Ulisses? —No pudo evitar un dejo de orgullo masculino en su voz y su cara.

—Desde esa escena en la cama cuando tu voz inundó mis sentidos —le acarició el mentón—, desde que escuchaba tu voz en la radio y me aprendía tus canciones aun sin conocer tu rostro o tu nombre.

—Eres adorable Ulisses Mateus… quiero besarte todo el tiempo… —Y así lo hizo, alborotando un poco más esos cabellos a medias ondulados. Besándolo con fuerza, como a él le gustaba, dejando en claro que no usaría artimañas de mujer para engañarlo, era un hombre, ambos lo eran y por tanto la delicadeza adquiría entre ellos un grado distinto.

Se separó para dejarlo respirar y hacerlo él también. Le encantaba como se dejaba cuando estaba entre sus manos. —En esa cama… estabas tan tentador que fácilmente podía haberte tomado. No sé si te diste cuenta… casi te beso— Sonrió, estaba sonrojado, con sus cabellos alborotados sobre su frente y los labios brillantes por la saliva de los dos.

El joven sonrió y lo empujó un poco para dejarlo contra el sillón, viéndolo con intensidad.

—Sí, me di cuenta… me asustaste —rió y le mordió el labio—, claro, ahora no me daría miedo —jugó sabiendo que quizá le daría pena moverse como un gato en celo por todo el colchón del cantante.

Devlin rió y se dejó hacer, se recostó contra el único brazo del largo mueble e inclinó la cabeza hacia el modelo que mordía sus labios con determinación «no quiero despertar si esto es un sueño, no los tengo así desde los 20»

Pero la realidad era otra, el pedido de comida llegaba justo en ese momento, aunque al rubio ya se le había olvidado que tenía hambre, Ulisses sobre su cuerpo le hacía perder la percepción del mundo.

El joven escuchó el sonido de la puerta y le sonrió.

—Entonces… ¿comemos y luego…? —dejó en suspenso mientras volvía a sonreír. Devlin definitivamente despertaba su lado más sensual

El cantante haló el brazo del moreno hasta que quedó de nuevo sobre él y le dio un beso tipo ventosa, corto pero efectivo, de esos que suenan cuando se separan los labios:— Después de eso vamos por la lección 3 con mucho de la 2.

—Mmm… me parece bien —dejó que su peso cayera totalmente sobre el cuerpo de Devlin, moviéndose lo necesario para un roce tentador —pero si no vas ahora por esa comida, voy a saltarme el receso y a demandar las lecciones ya…

Devlin rió y le palmeó el trasero mientras se dirigía a la puerta, era el mismo asiático que le traía la comida del restaurante, el que solía pedirle autógrafos, sonreírle más de lo debido y coquetearle con descaro, una vez había llegado a cantar una de las estrofas de su éxito de moda. Devlin lo había aceptado de buena manera y hasta se había reído, pero tuvo pesadillas por días.

—Señor Ford ¿Todo bien?

—Si Lin ¿Viene todo? —Miró las bolsas desconfiado.

—Señor Ford, Lin nunca se ha quedado con su comida —Sus dientes disparejos le sonreían y aunque no era una visión del todo desagradable, ¡él acababa de despegar los ojos de la cara de Ulisses! Era como caer del cielo a… un universo paralelo. El muchacho dio un paso adentro, como cuando quería prolongar la conversación y de paso echar un ojo en su piso.

—Hambreee —Ulisses no pudo esperar y asomó colocando su rostro sobre el hombro de Devlin—, huele rico —observó al simpático oriental y le sonrió.

Lin frunció el ceño, pero su madre lo destrozaría a zapatazos si se enteraba de que había sido descortés con un cliente. El mejor que tenían, de hecho.

—Buenas noches señor—. El acento del chino cambió a uno normalmente londinense en cuestión de segundos—. Espero que lo disfruten señor—. Sus ojos los miraron de hito en hito. No todos los días de veía una mezcla tan atractiva como esa, a pesar de todo, la presencia de ese otro no le agradó —Si necesitan algo más durante el transcurso de la noche, no duden en llamarme…

—Gracias —Ulisses tomó las bolsas de las manos de Dev y le dedicó al chico una última sonrisa, ni enterado de sus cavilaciones. Era hora de comer

Lin miró a Dev con un dejo de reclamo en lo profundo de sus ojos oscuros, éste se encogió de hombros, le pagó y le dio propina. —Gracias Lin, pero no creo que volvamos a comer hasta el desayuno—. Y le guiñó un ojo elocuentemente y le cerró la puerta con una sonrisa.

Lin se quedó medio minuto estático ante la puerta cerrada ¡Llegaría a quemar todos sus afiches, fotos y discos piratas de ese hombre!

—Esto huele delicioso —Ulisses ya había puesto las bolsas en la barra, esperando por Dev para abrirlas —, dime dónde comeremos y te ayudo a colocar todo.

Devlin miró hacia todos lados del salón —Creo que tenemos pocas opciones: en la barra, en el piso o… en la cama…—Ante lo último sus mejillas adquirieron color «¿Usando técnicas Harry, Dev?»

Ulisses alzó una ceja y sus ojos vagaron hasta el final del pasillo, considerando la tentadora oferta.

—Si es parte de la lección no me quejo —tomó una bolsa y comenzó a caminar hacia el cuarto.

—¿Qué pasó con la lección dos? —Devlin alzó la voz mientras lo seguía, quitándose el saco y los zapatos por el camino —¿Paciencia? ¿Recuerdas?

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—¡Ah! ¡Ah! ¡Santi…a…go! —Harry apenas podía respirar bajo la presión del deseo. Su acompañante prácticamente lo estaba estacando contra la mesa. Ni siquiera había tenido la cortesía de desnudarlo completamente, le había quitado los pantalones, abierto las piernas y penetrado en un santiamén.

—No te quejes de nuevo… tu tienes la culpa—. Harry lo había incordiado desde que llegaran a la casa y el moreno empezara a textear. Eso era importante. El pelirrojo se mordió la mano.

—Es porque no me gusta que hables con otros cuando estás conmigo…

Santiago lo encaramó más en la mesa de cristal y le abrió las piernas de forma dolorosa, en esa posición la penetración no era muy profunda, pero quería castigarlo un poquito.

—Negocios son negocios, Dev es prioridad…

—¡Ah! —Gritó Harry una vez más cuando sintió que la invasión se perdía, Afortunadamente su amante lo agarró de las caderas y se le hundió de nuevo— ¡Dev! Déjalo, debe estar follando con Ulisses…

Sólo por eso Santiago le metió los dedos en la boca para que se los chupara y empezó con una serie de crueles embestidas hasta que todo terminara.

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Dos horas más tarde, Ulisses contemplaba la horrible realidad de una situación que había logrado levantar a Devlin de la cama para comenzar a arreglar el tiradero. La comida había estado deliciosa, pero por entrar de nuevo en sus tonteos de darse de comer en la boca y probar del plato del otro, habían hecho un regadero de salsa de soya, fideos, salsa agridulce y pedacitos de harina dorada de los bocadillos que venían de cortesía. Las sábanas blancas parecían ahora un collage de ingredientes orientales.

El joven modelo se había levantado también para ayudar a su compañero a quitar las sábanas para lavarlas, pero el rubio le había insistido para que fuera a su habitación y se pusiera cómodo. Él no tardaría nada en dejar todo en el estricto orden debido y continuarían con las “lecciones”.

Alentado por eso, Ulisses se cambió la ropa por una camiseta blanca de algodón y un bóxer ajustado de Calvin Klein. Se metió entre las fragantes sábanas limpias de su cama y se abrazó a la almohada mientras esperaba por el rubio.

Las susodichas sábanas estaban haciendo fila con el resto de la ropa blanca. Existían manchas que no sabía si se podrían quitar, y lo peor es que eran sus favoritas, 900 hilos de algodón, «Pero Ulisses lo vale…» y era cierto, el estómago aún le reverberaba con la satisfacción de darle de comer en la boca y luego sellarlo todo con un beso.

No sabía hasta que punto llegarían esa noche en sus toqueteos, pero se sentía expectante y bastante excitado. El modelo lo ponía a mil, su sangre corría como lava cada vez que lo miraba y más si era con esos ojitos de “quiero que me folles, pero aún no estoy seguro”.

Dev no era una santo, pero se lo estaba ganando con la paciencia que le tenía al brasilero.

Sonrió mientras terminaba de despojarse de la poca ropa que le quedaba, lo esperaban en la cama, quien sabe para qué, pero estaba prácticamente babeando… y feliz ¿para qué negarlo?… empezó a tararear mientras apagaba las luces y desconectaba todo excepto la nevera. Se encaminó hacia una de las habitaciones de huéspedes tarareando más y más.

Le salía natural…

Su sonrisa se amplió de lado a lado cuando vio a Ulisses, semidesnudo (si las sábanas no mentían), esperando por él aunque estaba medio dormido. Esos párpados que tanto le encantaban cubrían sus irises y la boca entreabierta estaba hinchada por los besos que se habían dado durante toda la noche:





Check this out on Chirbit


Beautiful, I just want you to know Oh-hooo!

You're my favorite boy... Ehh... oh yeah, there's something about you...[1]

Caminó hasta murmurarle la letra y la melodía en el oído. No sabía por qué pero le daban ganas de mimar a Ulisses como no había hecho con nadie. «Es todo ese tiempo solo Dev».

Si, eso debería ser.

El joven estaba ya medio dormido cuando escuchó esa voz que lo tenía navegando en un mar de ilusión que pocas veces había recorrido. Cuando le cantó al oído juró que su cuerpo se derritió y se volvió una masilla maleable en manos del rubio.

—Mmmm… hola —alzó su brazo para llegar hasta su cabeza y enredar sus dedos en los rubios cabellos—, ¿has terminado?

—Ajá… —Se metió en la cama, echándolo hacia atrás y lo apoyó sobre su cuerpo, le cantó otra vez al oído,

...See I just want you

To know that you are really special...

Ohh why, oh why, oh why, oh why...

Le movió la cara lentamente y lo observó a los ojos, lo besó de nuevo en espera a que le pidiera que las lecciones continuaran. El paso tres sería el determinante.

Ulisses pegó una sonrisa digna de anuncio de pasta dental. Devlin era realmente único, completamente distinto a cualquier pareja que hubiera tenido hasta ese entonces. Quitando el hecho de que era el primer hombre, el rubio tenía esa magia que el joven modelo había notado como un faltante en sus anteriores relaciones. Ahora que lo descubría, realmente no quería pensar en tener que separarse cuando ambos estuvieran cada quien con sus obligaciones.

Se giró lentamente aún entre los brazos del mayor, pasando sus manos por la cintura de su compañero.

—There's something about you too —tarareó sonriendo al saber que su voz no podría compararse con la del cantante —mmm, tú lo haces mejor —sus ojos se posaron en los carnosos labios. ¿Qué tenían que los hacía tan atractivos y besables? Realmente podría pasar toda una noche perdido en la sensación suave y embriagante de esos labios.

—Mmh… —Devlin lo inclinó sobre la cama para ponerlo a medias bajo su cuerpo le dio un beso fugaz deseando ver esa sonrisa de nuevo.— No lo haces nada mal,— otro beso.— Me gusta oírte cantar—, y siguió repartiendo besos por los labios, las mejillas y de ahí bajó al cuello de Ulisses.

Era consiente que la barba del día raspaba la piel maleada por los elementos, morena y suave, pero con esa suavidad que no deja de ser dura en un macho. Le encantaba esa sensación, el modelo exudaba calor y le estimulaba la piel sensible de los labios. Además estaba suspirando y eso lo espoleaba más.

—Ohh —el joven ladeó la cabeza para dejarle hacer libremente. El cuello era su talón de Aquiles. —Malo… eso me gusta —sonrió sintiendo el calor que comenzaba a regarse por todo su cuerpo.

—Perfecto para comenzar con la lección tres… exploración—. Las manos del cantante no se quedaban quietas, para ese punto las había cruzado tras la espalda del modelo y acariciaba los músculos anchos y duros, sintiendo cada curva, como familiarizándose con su cuerpo.

Ulisses suspiró y entrecerró los ojos ante lo bien que se sentía el aliento de Dev en su cuello y esas manos varoniles abarcando sus músculos. Su cuerpo respondió solito, llevando sus manos a los hombros del rubio, pasándolas lentamente para luego bajar por los brazos, subiendo de nuevo para tantear e ir bajando por toda la columna.

Devlin trató de acomodarse mejor sobre su compañero. Ulisses no había caído en cuenta de que en esa posición generalmente era más confortable abrir las piernas, pero no le diría nada, dejaría que explorara sus necesidades conforme las sintiera, además un agradable bulto hacía presión contra su estómago. Era tiempo de dar el siguiente paso: volvió a sus labios, acariciando la lengua del moreno con la suya, dejando que nadara, ondulara sobre el otro músculo, asegurándose de que la boca de Ulisses se convirtiera en una cavidad húmeda y necesitada, al punto en que sólo se concentrara en ese lugar, mientras, las manos del cantante se desplazaban hacia los pectorales, para tomar por sorpresa el par de picos caoba que se erguían hacia él.

Fue un movimiento veloz, sus dedos se apropiaron de los pezones y empezó a estimularlos con la yema de los dedos, quería desquiciar a su contraparte, que se removiera, que pidiera su boca en el lugar que sus índices dominaban.

Ulisses apretó los dedos, hundiéndolos en la piel del rubio al sentir la intensidad del beso, pero más aún, lo sensibles que sus pezones estaban y lo delicioso de esos dedos regando sensaciones por todas sus terminaciones nerviosas. Se movió un poco y frunció el ceño al no encontrar una posición más agradable, hasta que su cabeza recibió la luz y sin pensárselo más, abrió las piernas para dejar que Devlin se acomodara entre ellas. Su respiración salió fuerte y cargada cuando sintió a sus cuerpos entrar en contacto.

De los labios del cantante brotó un suspiro ronco y cargado de deseo, Ulisses parecía rendirse sin miramientos, dispuesto a lo que fuera que pasaría allí, y él no era quien para no complacer hasta el último de sus caprichos. Su boca se desplazó al fin hacia los pezones y acomodándose, sus dedos bajaron para dar una caricia fantasma a la erección que se erguía dentro de los pantaloncillos del moreno.

—Ohhh… Diosss —el cuerpo de Ulisses onduló ante la humedad de esa lengua en su pecho y el delicado roce depositado en su cada vez más despierta entrepierna. Sus manos pasaron con fuerza por toda la espalda de Dev hasta llegar a su cabeza, donde se enredaron en los cabellos, tirando inconscientemente, espoleándolo para que continuara. —Eso… eso es…

Devlin succionó el trocito de carne entre sus labios con más fuerza y su mano derecha se cerró sobre el miembro erguido, su otra mano torturaba el pezón del moreno halándolo hacia el cielo, una perfecta mezcla de dolor y placer. Un gruñido gutural salió como respuesta para Ulisses. Su excitación crecía con cada segundo al saberse dueño de la situación y bien recibido. Sólo debía mantener una cosa en mente, esa noche no lo penetraría. Aún no era tiempo.

El joven apretó los rubios cabellos y su otra mano fue a su propia cabeza, girando el rostro altamente sonrojado. Sus labios entreabiertos jadeaban, dejaban escapar gruñidos de satisfacción al sentir esos dedos en su virilidad, la boca en sus pezones y el peso del rubio sobre su cuerpo. Estaba sometido, a merced de su maestro. Descubrió que la sensación le encantaba.

—Ahh, Devlin —abrió más sus piernas, haciendo que sus muslos acariciaran los flancos del rubio—, me gusta…

Se quedó mirando al modelo a la cara, la pasión suavizaba los rasgos y acentuaba los gestos carnales. Si así era en los preliminares, estaba loco por ver su expresión cuando llegara al clímax, ¿Cerraría esos párpados exóticos y las pestañas temblarían ante las sensaciones que le prodigaba?

Perdió por un momento la pista de cuanto sucedía y cerró el espacio entre los dos, volviendo a abrazarlo, a besarlo, murmurándole en el oído:— Creo que no hay lugar para volver al paso dos…

Sus caderas ondularon entre las piernas de su compañero y friccionó su erección contra la de Ulisses en un movimiento pesado y terminante, uno que le obligó a expulsar un jadeo alto mientras echaba la cabeza hacia atrás.

—Creo que no —jadeó hundiendo sus dedos en los omóplatos del rubio al sentir ese roce que le encendió hasta la más recóndita célula del cuerpo. Cuando vio la elegancia de ese cuello curvándose hacia atrás, no pudo reprimir el levantar su cabeza y pasar su lengua por la manzana de adán de su compañero. Podría ser el alumno, pero tampoco iba a quedarse pasivo esperando por lo siguiente.

Si aún podía hablar, era porque no lo tenía bajo su poder total, así que se dejó lamer por un instante y volvió a atacar con ansias la boca de Ulisses, sus brazos se cerraron en torno a la cabeza, dejando que los cabellos castaños le acariciaran los antebrazos, al mismo tiempo su pelvis empezó a rozar con dureza la otra, su pene friccionándose contra el de Ulisses. Sabía que pronto terminaría y quería que fuera juntos.

—¡Ahhh! —Ulisses elevó las piernas y las cerró como un gancho sobre las nalgas del rubio, pasando sus brazos por debajo de sus axilas para pegarse a él y moverse también. Sabía que era sólo un roce, pero un roce que lo estaba volviendo loco. Ojala la tela de los pantaloncillos no fuera un obstáculo. Algo dentro de sí quería sentirlo por completo, piel con piel.

Con eso en mente bajó sus manos hasta apretar las redondas nalgas, halando la tela para dejar salir la presa erección de Devlin.

—Quítatelo… quítamelo —le mordió el hombro— Devlin…

—¡No! No, no, no— Era lo único que Devlin podía decir, algo en su mente le gritaba que hacer lo que le decían sería un grave error. Se apoyó en los codos y trató de recolectar aire para moverse más intensamente, veloz. Quería correrse en ese instante, no había tiempo de nada más.

Ulisses desistió y simplemente afianzó más sus piernas, moviéndose de la misma forma que su compañero, mordiendo de nuevo el hombro del rubio y arañando un poco la espalda al sentir cómo su cuerpo llegaba al punto exacto.

—¡Ahhh!, ¡así! —Cerró los ojos con fuerza al sentir la humedad comenzando a manar de su miembro — ahhh… ahhhh… —se arqueó hasta que se quedó un momento aguantando la respiración. Tenía esa manía, luego sonreía y dejaba escapar el aire hasta quedar desmadejado sobre el colchón.

Devlin cayó sobre él con un suspiro, era de los que no proferían sonido alguno cuando tenía un orgasmo, así que le encantaba que su pareja fuera vocal, y parecía que Ulisses tampoco lo decepcionaría en eso.

Agotado se dedicó a besar cada parte de él que podía alcanzar con un mínimo esfuerzo, el sueño lo invadía porque la experiencia hacía sido tan rica y formidable que lo había avasallado. No podía mover un solo músculo.

Los ojos se le cerraban en medio de una paz que no conocía desde tiempo atrás.

Ulisses sólo atinó a rodearlo con sus brazos y piernas, acariciándolo con su cuerpo mientras sentía cómo se iban quedando laxos sobre ese colchón. Besó la frente del rubio y dio un suspiro mientras sus labios se entreabrían para dejar salir un susurro sensual: —Obrigado… professor

—¡Oh Dios!



[1] (Las canciones han sido editadas dadas las circunstancias. “Beautiful” es propiedad de Snoop

Dog, Pharrell y Uncle Charlie Wilson. Albúm “Paid Tha Cost To Be Da Boss” 2002)

Fin del capítulo.

Y les dejo el video de la canción para que se entretengan un ratito! ya sabe, agradecemos sus comentarios y ojalá les sirva la barrita!!

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