10 de agosto de 2011

Dream capítulo XIV

Desde el país de Morfeo actualizo hoy... mañana respondo comments y demás.

Aún así hay tiempo entre pestañeos para los agradecimientos!!

Akemi!! Jajaja Harry Houdini! eso me tuvo horas riendo! gracias! Koko On: Ahh que suculento comentario!! nos ha encantado! gracias!! Moonlover, creo que te gustará la continuación de Harry en este cap XD, a Victoria y sus Harry - conjeturas y a Emmagination a quien esperamos darle gusto con este nuevo cap!

Gracias por leernos y comentar!!

Este capítulo tal vez aclare algunas interacciones y claro, ha comenzado la época de celo. Ejeeeem. XP

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Autoras: Amy Tomoe y CB
Clasificación: NC-17
Aclaraciones: Esta es una historia original, por tanto sus autoras tienen todos los derechos reservados sobre sus personajes. Sin embargo, existen aportes de cultura Pop que pertenecen a sus dueños.
Los lugares representados en la historia existen.
Advertencia: (I)Aunque existen alusiones a prácticas peligrosas, y las mismas existen, no se recomienda copiarlas o efectuarlas, simplemente se muestran aquí como material informativo.
(II)Las organizaciones mencionadas si existen, y los abusos contra los animales mencionados, también ocurren, y SON un delito.
Gracias por sus comentarios!!
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Capítulo XIV

Santiago esperaría a que el teléfono llegara a la tercera marcada. Sin embargo después de la primera, la operadora del hotel le contestó. Santiago se quedó mudo un momento y luego habló.

—¿Me comunica con la habitación del señor Gray por favor? Simon Gray.

—Un momento por favor.

Después de un sonido empezó a sonar de nuevo la línea telefónica. Timbró y timbró y estuvo casi a punto de colgar, sin embargo cuando escuchó la voz de Simon colgó el teléfono con prisa y se quedó mirando hacia el horizonte tratando de establecer por ese diminuto sonido si estaba bien o no.

Simon escuchó el sonido de la línea colgada y frunció el ceño. ¿Quién podría estar llamándolo a su cuarto de hotel? Enfocó mejor la mirada y se dio cuenta de que seguramente ya pasaba del medio día. Aún con la curiosidad, marcó el número de recepción y allí le dieron razón de la extraña llamada. La voz de un hombre, de acento distinto, sólo podía pertenecer a una persona. No supo por qué, pero algo dentro de él se iluminó. ¿Se preocupaba por él?

No perdió tiempo y tomó su móvil, buscando el número de Santiago. Ya sabía que negaría el haberlo llamado, de todas maneras no iba a decirle eso. No sabía ni qué le iba a decir, pero le iba a dejar más claro el hecho de que seguía vivo y un poco más animado.

Santiago miró su Blackberry como si fuera un bicho baboso y mutante y se alejó de él, en grande, la pantalla decía quien lo estaba llamando.

Una jugada mal calculada, porque los del hotel debieron decirle algo, ¡Y el que juraba que no pasaba nada desde que no lo llamara desde su celular!

Al fin se decidió contestar. Pero más le valía estar a punto de morir si no iba a decirle nada de negocios.

—Vélez al habla.

—Hola Vélez, ¿qué tal de domingo?

—Eso no te incumbe ¿Qué quieres Gray?

—Escuchar tu voz —rió y se estiró mientras veía sus ojeras marcadas—, es broma, es broma. Sólo te quería informar que mi chico ya está enterado de la sesión y todo está listo para mañana.

—Ok. ¿Eso es todo?

—Mmm… dirías que no si te invito un café, ¿cierto?

—¿Te estás volviendo adivino? —Sin embargo, el cerebro de Santiago dejó de maquinar respuestas viciosas y analizó la voz de Simon. —Además no hagas ofertas que no puedes cumplir. No saldrías ni loco a la calle con ese aspecto que tienes.

Simon volvió a ver su rostro demacrado y suspiró.

—Te diría que mi vanidad sigue intacta, pero realmente no lo puedo asegurar. No me importaría lucir como un muerto viviente si al menos aceptaras acercarte un poco.

—Pensé que me había acercado suficiente en New York, y como siempre, nunca salgo bien librado. Así que no, te digo que no al café, y no a acercarme Simon.

El castaño se mordió el labio y se apoyó en el marco de la ventana.

—New York es New York —apretó más el móvil en sus dedos—, no quise seguir lo que comenzó porque sé que no era correcto. Si de por sí ya soy como la peste para ti, no necesitaba un punto más para pasar a la siguiente categoría… ¿no?

Santiago estuvo a punto de darle una respuesta dañina pero se mordió la lengua, Simon tenía razón así le doliera, estuvieron a punto de revivir el pasado en New York y eso no hubiera terminado nada bien. Luego se lo imaginó con ese aspecto que tenía la última vez que se vieron y suspiró.

—¿Irás mañana a la sesión de Ulisses?

Simon escuchó el cambio de tono y cerró los ojos, deseando que durara mucho tiempo.

—Haré lo posible —vio de reojo las píldoras—, no tomaré nada para poder levantarme a tiempo.

—Si prometes eso, entonces, iré contigo a tomar ese café.

—¿De verdad? —no pudo evitar que su voz se llenara de emoción. Dio una patadita cuando se dio cuenta de su tono de colegiala emocionada con una cita —, no tomaré nada, lo prometo.

Santiago cerró los ojos apretando su teléfono, odiaba que el estómago le diera giros con la sensación que le provocaba el tono de voz de Simon —En ese caso, te recojo mañana, pero sin trucos Simon. No te odio pero créeme que prefiero que haya un océano entre nosotros.

«No te odio»

Esas palabras se quedaron flotando y la sonrisa del castaño afloró aún más.

—Nada de trucos… prometido —se recostó y de repente sintió que el sueño podría ser más reconfortante.

—Mañana a las cinco. Adiós. —Y le colgó porque no quería dramas ni despedidas absurdas. Sabía que se iba a arrepentir de esa salida, pero no podía pegar un ojo otra vez hasta que no se le borrara de la mente esa imagen del castaño dentro de una sábana y con cara de momia.

La puerta de su apartamento de abrió con un estruendo. Alguien (Harry) arrojó las llaves en algún lugar y luego ese alguien gritó:

—¿Santi? ¡Ven aquí! ¡Me molestan los pantalones desde que vi a Dev y a Uli follando! ¡Tienes que hacérmelo ya o ya!

Dios… ese era otro problema que le quitaba el sueño.

---

—Había pensado en este uso, pero de pensarlo a hacerlo —Ulisses sonrió mientras sus dedos regaban la miel sobre el pezoncito derecho de Devlin —, la realidad le gana a la ficción.

—Mhh es cierto… —Devlin suspiró mientras sentía como caía el dulce cálido y pesado sobre su cuerpo. Había sido idea del modelo. Y a él le había encantado.

Ya era el atardecer y la luz del sol entraba amarilla por la habitación dedicada al estudio, Estaban en el inmenso sofá de la habitación explorándose de nuevo. Así había sido todo el día, Ulisses había rechazado la bata que Dev le ofreciera y le había escondido la suya. Un domingo de romance, desnudos por toda la casa, tocándose y besándose en cada rincón.

Ahora le tocaba el turno a su estudio, y la idea de la miel lo había aterrado en un momento porque allí estaban sus partituras, sus composiciones y un montón de objetos electrónicos delicados. Claro que todo eso era recuperable si algo pasaba. Lo importante era ver esa cara de concentración y casi sorpresa en la cara de Ulisses.

Además no podía negarle nada al hombre que había deslechado todo el día entre sus labios.

Ulisses seguía concentrado, pasando sus dedos hasta dejar una patina brillante en esa dureza invitadora. Cuando lo dejó listo, llevó su boca sin más preámbulo y comenzó a lamer lentamente, tomando esa dulzura mientras su mano iba jugueteando por el marcado abdomen.

¡Era tan dedicado! ¡Parecía tan presto a aprender cada nueva cosa, cada perversión que Devlin le sugiriera! El rubio empezó a suspirar mudamente ante las caricias. Sus pezones eran una zona muy sensible al placer, y sentir el calor de esa boca mezclada con la miel era algo que le agitaba la sangre a niveles inusitados.

Se las arregló para alcanzar el frasquito de miel (certificada como no producida en granja), y untó su dedo, buscaría hacer una nueva incursión en ese lugar que lo había estado llamando desde la mañana.

Bajó su mano y su dedo pesado y caliente por el dulce recorrió la pequeña entrada. Le encantaba esa parte del cuerpo de Ulisses. Observada con atención, era adorable, inusitadamente rosa y sin mayores pretensiones. Como una pequeña rajita puesta ahí en medio de sus glúteos, una abertura que aparecía en la lisa piel para atraerlo hasta su trampa, porque siempre que intentaba penetrar en el pequeño espacio, era él quien resultaba penetrado por los dedos de Ulisses (ya iban en dos) y se corría en menos de un minuto.

El joven sintió la nueva exploración y alzó un poco las caderas mientras abría las piernas. Ya los previos roces lo habían estado relajando más y creía que (si todo iba bien), podría intentar esos dedos largos de Dev hurgando en su interior. Terminó de chupar toda la miel y le sonrió, lamiendo sus dedos mientras seguía en una posición accesible para ser explorado.

—¿Crees que a este pequeño le guste el dulce? —Preguntó el rubio sintiendo como su falange daba paso a la falangina. El músculo empezaba a tener pequeñas contracciones y esperaba que esta vez no lo rechazara. Había esperado todo un día para poseer a Ulisses, queriendo encantar cada parte de su cuerpo, para que nunca lo olvidara o lo confundiera con alguien más.

—Mmm —bajó un poco sus caderas y sus piernas se hicieron hacia atrás, logrando relajarse y hacer que ese dedo se resbalara hacia adentro — me parece que sí… y mucho —había escocido un poco, pero ahora se sentía más tolerable.

—Es un goloso… igual que tú —y llevó otro dedo lleno de miel a los labios de Ulisses. El líquido espeso los dejaba brillantes y besables. Su dedo se movió meneándose un poquito hasta que la tercera articulación estuvo dentro.

—¡Ahh! —movió su cuerpo para salir al encuentro mientras su lengua se enroscaba en el dedo de Dev, halándolo hacia su boca para limpiarlo. —Me gusta…

—¿Qué es lo que te gusta dulzura? —Le habló al oído mientras su dedo se resbalaba por el agujero apretado— ¿Mi dedo en tu boca, o mi dedo en tu otra boquita? —Aprovechó para resaltar la idea intentando abrir la cavidad con un rápido movimiento.

—Los dos —jadeó pasando su lengua por todo el índice del rubio—, mmmm… quiero…

Devlin sonrió con algo de maldad —¿Qué quieres Ulisses? ¡Dímelo! ¿Un dedo más?, ¿a mí?

El joven cerró los ojos, su cara estaba totalmente caliente y roja. Su mano tanteó a ciegas hasta encontrar el erguido miembro de Devlin y lo repasó lentamente, tanteando.

—Prueba otro dedo —jadeó—, ya luego intentas con esto…

—Te daré algo mejor… —Devlin sacó su dedo y volteó a Ulises para dejarlo sobre su espalda con un movimiento digno de la Lucha Libre. Abrió sus piernas, levantó su cadera y sin más preámbulos acercó su lengua para hundirla en ese pequeño espacio que se resistía a entregársele. Casi se le había acabado la paciencia porque la bestia entre sus piernas necesitaba llegar a puerto.

Ulisses realmente no vio venir ese movimiento. Cuando Devlin lo tumbó así, por un momento pensó que el rubio iba a penetrarlo ya, así sin más. Había cerrado los ojos esperando el embate, pero cuando sintió la humedad de esa lengua abriéndose paso, su boca no pudo más que abrirse y comenzar a dejar escapar intensos gemidos.

—¡Ahhh!, ¡Devlin! Mmmh

Por instinto comenzó a revolverse en el sofá aún más de lo que lo había hecho en ese video. Sus manos pasaban por la suave tela del mueble y su cuerpo ondeaba al compás de ese suave y a la vez rígido músculo que lo preparaba para el siguiente paso. Ya era demasiado tarde si quería arrepentirse, ya no podría. Quería llegar hasta el final.

Devlin aquietó su cuerpo con una suave presión en el abdomen del moreno. Su mano acariciando mientras la otra le ayudaba a ganar espacio dentro de su cuerpo. Estaba disfrutando muchísimo al verlo revolcarse de placer bajo su poder. Quería ver la cara del chico mientras él lamía el apretado anillo que temblaba como si suspirara… un placer para el que alguna vez encontraría solución.

La piel de esa parte tenía una textura diferente, pero el presente ahogó los recuerdos del pasado, cuando creía que lo había probado todo. Como amante había entregado su experiencia, pero faltaba entregar el cariño que le estaba otorgando a Ulisses. Quería tomarlo despacio, con delicadeza, no quería ver ni una pizca de dolor en esos ojos, así su miembro reventara por la sangre acumulada.

El joven seguía gimiendo y expresando en palabras incoherentes lo bien que le hacía sentir aquel hombre. Realmente era su primera vez en todo sentido: la primera vez que alguien lo hacía sentir con ganas de explotar en miles de pequeñas chispas para regarse en el cuerpo de su amante; la primera vez que su corazón latía de esa manera; la primera vez que tenía miedo de despertar y no ver a esa persona a su lado. Devlin se estaba tatuando en su alma de una manera tan rápida y apasionada, que supo que ya estaba perdido. No podría separarse de ese hombre aunque quisiera.

—Devlin —su mano acarició el rostro del rubio mientras abría más las piernas—, hazlo… tómame…

Devlin sacó la lengua y miró el conjunto sensual que representaba el moreno, por primera vez en el día cayó en cuenta de algo muy importante…

Se restregó contra Ulisses mientras se acomodaba sobre su cuerpo, su miembro a punto para penetrar —¿Tienes un condón? —Le preguntó con ansia mientras le mordía lóbulo de la oreja ¿Cómo podía haber olvidado algo tan básico antes de enfrascarse en esa marea de deseo?

Fácil, él había sido célibe hasta la semana anterior y no había creído que Ulisses en verdad le permitiera penetrarlo…

El joven abrió los ojos y medio giró el rostro para ver al rubio. No, definitivamente un condón no era precisamente un elemento dentro de sus pertenencias en ese momento.

—No… —sus brazos rodearon el cuello del cantante—, ¿no… no puedes hacerlo sin uno? —se sentía un tonto preguntando aquello. ¡Claro que a Devlin le importaba forrarse! Todo representaba riesgo, aunque él sabía que estaba completamente sano. Pero Devlin eso no lo sabía y era obvio que pediría protección.

El rubio lo miró a los ojos con intensidad y algo de ansiedad —No lo sé… yo… confío en ti… De mí puedes estar seguro.

—Estoy sano —aseveró sintiendo lo próximo de aquel miembro—, de verdad… no dejaría que me tocaras de no estarlo…

—Gracias… —Le besó de nuevo, profundamente conmovido por su sinceridad, seguro ya de cuanto lo deseaba Ulisses. Sus manos volvieron a perderse dentro de los oscuros cabellos mientras lo besaba con lento detalle y su miembro empezó a hacer presión contra un agujero que en un primer momento se mostró increíblemente receptivo a él.

Ulisses enredó sus dedos en los rubios cabellos, perdiéndose en el beso para relajarse y dejar que aquel grueso invasor conquistara sus espacios. Frunció un poco el ceño cuando sintió escozor, era intenso, pero no insoportable. Subió sus piernas y las cerró sobre las caderas de Devlin, haciendo que aquel músculo dentro suyo se relajara otro poco. Era una sensación completamente avasallante para él, se sentía genial. Creyó que iba a doler un montón, pero se sorprendía de constatar que algunas cosas realmente no son tan terribles como parecen. Así que al sentirse cómodo, alzó sus caderas para empalarse un poco más.

—¡Ahh! —tuvo que detenerse cuando lo sintió más grueso

—Despacio dulzura, no va a ir a ninguna parte—. Le susurró el rubio mientras le besaba la mandíbula, su cuerpo se quedó quieto en la posición en la que estaba mientras su lengua trabajaba en Ulisses, lo besaba, lo lamía, a veces le daba pequeños mordiscos para distraerlo de lo que sucedía abajo.

La respiración de del modelo salió en un profundo suspiro mientras sonreía y asentía a la voz de Devlin. Sus manos descendieron por la espalda del rubio, acariciándolo lentamente, sintiendo el peso sobre su cuerpo y el conjunto de sensaciones que sus besos regados le traían en avalancha. Sus piernas también se movieron, acariciando las caderas y las nalgas, demostrándole con su piel lo mucho que aquello significaba para él. Se estaba entregando por completo.

—Palpita —rió porque su comentario salió tal y como se formó en su cabeza—, todo… ahhh —movió otro poco sus caderas—, es tan… tan nuevo… tan… —cerró los ojos sintiendo cómo toda la longitud del rubio parecía entrar cada vez más.

Devlin sonrió y le susurró al oído:— Me está comiendo entero…

Ulisses se sonrojó y buscó de nuevo los labios de Devlin, moviendo otra vez su cuerpo para empalarse hasta que llegó al tope. Siseó un poco pero al tiempo se le escapó un gemido casi como un maullido.

—Caliente —jadeó

La sensación era exquisita, Devlin no recordaba si alguna vez había estado en un lugar tan apretado, pero lo real se sentía increíble, casi podía sentir que perdía su forma para acoplarse al interior del moreno, le encantaba estar así. Lo disfrutó plenamente un poquito, pero entonces su miembro amenazó con volverlo loco si no hacía algo, y besó a Ulisses. Devoró sus labios con ansiedad y entrega total mientras sus caderas empezaban a moverse de una forma que se antojó lujuriosa: circularmente.

No que con eso lograra ampliar el lugar donde lo tenían almacenado, pero despertaba sensaciones sin lastimar demasiado. Cuando estuviera seguro de que el modelo no sentiría nada molesto, empezaría el verdadero combate.

Y logró arrancar más gemidos de la garganta del joven modelo. Esos movimientos se sentían tan intensos que tuvo que tomar una bocanada de aire entre beso y beso, apretando los cabellos rubios entre sus dedos para pegar la frente del cantante a la suya.

—Ohh sii, así… Eu quero mais

Un sonido gutural, como el de un león salió de los labios de Devlin al escucharlo. Se dejó de consideraciones y empezó a atacarlo con una serie de movimientos que entraban y salían a toda velocidad del interior de Ulisses mientras su boca lo desgarraba con los besos, la chupaba y la mordía como si fuese un fruto delicioso al que no se pudiera resistir.

Como pudo le subió la cadera con un brazo haciendo palanca para así poder llegar más lejos dentro del recto dispuesto del moreno. Su otra mano se encargó del miembro que desde un momento atrás estaba bailando entre los dos. Era intenso y era una locura total, no iban a durar nada y si el rubio pudiese pensar en ese momento, sabría con certeza que se estaba desquitando de la mañana cuando había perdido los estribos, porque Ulisses estaba enloqueciendo.

—¡Ahhhhhh!, ¡Deh…! —las palabras salían entrecortadas y todo parecía nublarse a su alrededor. Ese martilleo tan intenso había dado directo en un punto dentro de él que jamás pensó que existiera (y fuera tan endemoniadamente placentero), arrancándole hasta un par de lágrimas que ávidas corrieron por sus mejillas. Para él, aquello era inexplicable, simplemente sentía cómo su cuerpo era sometido a un placer enloquecedor donde lo único válido eran esos labios, esa lengua y el pene que lo penetraba con una potencia abrumadora. Cuando la mano de Dev atendió su miembro, se arqueó, aún en la difícil posición en la que estaban y tuvo que llevar la propia para frenar un poco al rubio. A ese paso se iba a venir en cuestión de nada.

—E… espera… ¡ahhh justo allí! —sus ojos se volvían a cerrar ante otra embestida

Devlin se detuvo un segundo para observar con fijeza ese rostro, pero era mentira, sus expresiones le decían que no quería que esperara y los músculos que empezaron a succionarlo cuando paró le dieron la razón. Renovó su faena con nuevos bríos, esta vez estimulado al máximo, revolcándose literalmente entre las piernas de Ulisses para hacerlo estallar en un grito.

Grito que resonó en toda la estancia. El joven no pudo ni siquiera contener la abundante cascada que brotó de su miembro, humedeciendo todo su torso. Sus dedos se clavaron en la espalda del rubio y sus piernas se estiraron hasta el último dedito. Podía sentir cómo su interior se contraía y sufría de intensos espasmos, arrancándole aún gemiditos como maullidos, como un felino sumamente satisfecho ante las atenciones de su amo. Sonrió ante el gran relajamiento que le vino luego de eso y de sentir cómo el rubio lo colmaba con su semilla.

Devlin lo besó de nuevo, esta vez muy suavemente, consciente de que casi le había destrozado los labios con sus besos y mordiscos. Lo último de su semen salía casi como en burbujas mientras aún se movía lentamente, haciendo el mínimo esfuerzo para terminar de descargar. Abrazó a Ulisses y lo pegó contra su cuerpo.

—Eres justo lo que me recomendó el doctor—. Le dijo con una risita profunda y después de haber recobrado un poco el aliento. Y no era mentira. Pocas veces se había sentido tan bien. Sólo era comparable a cuando terminaba un concierto con una presentación perfecta y un público magnífico, en esos casos se sentía tan vivo como ahora, como que podía tomar el cielo con las manos y seguir así por el resto de su vida.

El joven estaba adormitado y relajado. Sólo atinó a sonreírle y rodearlo con el mismo cariño, enredando sus piernas con las del rubio.

—Has sido… genial Devlin —le dio varios besitos en el rostro—, profesor…

—No me digas así. Algún día verás que me superas por mucho—. Lo abrazó y le levantó la carita susurrándole —¿Vamos a la habitación o nos quedamos aquí? Yo te llevo si quieres.

—Mmmm… sí… creo que no puedo moverme mucho —rió y escondió la cabeza en el hueco de su cuello—, quédate un rato así conmigo…

—Como órdenes… —quiso agregar algo más, algo que no sonara cursi, pero no le salió. Tomó la manta con la que se abrigaba en las madrugadas cuando tenía uno de sus arranques creativos y no podía parar. La echó sobre los dos. Algo le decía que no se iba a levantar de ahí hasta el día siguiente…

Sólo esperaba que no le diera demasiada hambre.

---

—¡Era monumental Santi! ¡Increíble! O sea, tengo la certeza de que esos dos no habían llegado al fondo del asunto —Harry se rió de su propia broma y Santiago bufó. Se apresuró a meterle una tostada con mermelada (de fresa) en la boca para evitar que siguiera hablando.

—¿Tienes que ser tan elocuente?

—Si. Ahora, yo creo que Uli no salió vivo de ayer porque se estaban comiendo esos dos que daba gusto. Y yo ahí… solito ¿me crees si te digo que nunca te extrañé tanto?

—Me imagino que no tanto a mi como a lo que viniste a buscar ayer.

Harry dejó la tostada sobre su plato y le hizo un mohín.

—Si digo que te extraño es a todo, no sólo a mi buen amiguito.

Otro bufido acompañó la aseveración. Los huevos estuvieron listos junto con el café (que Harry desechó por una taza de té), y se los sirvió en el mismo plato.

—Tengo un videíllo del asunto. Es que no me pude resistir, yo ahí, sólo tenía hambre, salí justo en medio de la pelea y me devolví corriendo a cambiarme y salir de ahí, pero cuando volví para irme ya estaban desnudos y usando los dedos y…

—¡No me digas más que no quiero saber! —Santiago le metió medio huevo de una vez en la boca —La sola idea de imaginar a Dev en esas y con un trepador como Ulisses Mateus me hierve el estómago… Claro, yo quería que fuera feliz, pero esto sólo le traerá problemas…

Harry protestó dos segundos y se tragó lo que tenía en la boca —¡Uli no es un trepador! ¡Está enamorado de Dev…! Aunque no lo sepa, claro.

—¿Amor después de haberse visto un par de veces? No lo creo.

—A mi me ha pasado—. El pelirrojo lo miró con intensión pero nunca sus semi declaraciones eran tomadas en cuenta. Suspiró con resignación —¿Vas a hacer algo hoy?

Santiago dio un respingo y enrojeció violentamente. —Voy a la oficina.

La charla sólo duró unos minutos más y Harry se tragó la rabia y la impotencia que sentía en ese momento mientras veía a Santiago partir.

Le había ofrecido un espacio, lo alimentaba y lo vestía y además lo trataba increíble, por no decir que le daba el mejor sexo que hubiese tenido jamás, ¿por qué eso no podía ser suficiente para él?

Antes de entrar al baño tomó su celular y decidió enviarle un mensaje a Ulisses:

“Espero que te hayan dejado dormir, y como sé que no me hiciste caso, te envío un pequeño recuerdito de tan memorable domingo. Descuida, no se ven sus caras así que no lo puedo vender XD. Después de esto, borrado, te lo juro.

Harry”

Iba a dejar el aparato donde estaba, cuando decidió enviar otro mensaje:

“Disculpe por tardarme en contestar señor Hardy, estoy a su completa disposición si tiene algo de tiempo hoy.

Calurosos Saludos,

Henry”

Al menos así lograría sacarse la frustración de adentro ¿no?

Fin del capítulo XIV


Buu otro miércoles sin ver Capitán América, y TeaHouse está para chuparse los dedos jujuju

2 comentarios:

Prim dijo...

Bueno buen bueno, me ha gustado mucho la primera vez de Uli, y Harry, se me parte el corazon, de verdad está enamorado de Santi???? mori cuando dijo que a él le habia pasado, bueno pero la historia con Henry tampoco despinta he??? MAÑANA YA ES MIERCOLES HE?? que no me olvido.( Harry Hardy y Henry... pero chicas que viva la diversidad!! que enredo si me sacan ahora un Rhony las mato he???)

Freya Karstein dijo...

Un Rhony??? jajaj esa no la entendimos, y bueno, Harry tendrá un final feliz, que ya se lo merece el pobre, pero desafortunadamente la vida no es como uno la planea, y Santi no es para él... Valle de lágrimas el que debe vivir Santiago jajaja.

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