2 de noviembre de 2011

Dream capítulo XXI


Bueno, un cap más!

y si ya se dieron cuenta, hicimos un pequeño cambio en la presentación con la portada hipotética de un cd de Devlin Ford XDD


Entre otras cosas, ayer estuve de cumple y Amy me hizo un precioso regalito con los chicos y quiero compartirlo con ustedes:
Preciosos eh? Me pregunto a qué sabrá ese pastel hecho por Sy, y claro Harry siempre el más considerado con regalito y... bueno, Uli, que mejor regalo que él mismo? y en su traje favorito XDD

Bueno, ahora sí, vamos con el cap 21, en el que tendrán puro romance con HxB y algo de extraño drama con S&S


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Autoras: Amy Tomoe y CB Clasificación: NC-17
Aclaraciones: Esta es una historia original, por tanto sus autoras tienen todos los derechos reservados sobre sus personajes. Sin embargo, existen aportes de cultura Pop que pertenecen a sus dueños.
Los lugares representados en la historia existen.
Advertencia: (I)Aunque existen alusiones a prácticas peligrosas, y las mismas existen, no se recomienda copiarlas o efectuarlas, simplemente se muestran aquí como material informativo.
(II)Las organizaciones mencionadas si existen, y los abusos contra los animales mencionados, también ocurren, y SON un delito.
Gracias por sus comentarios!!
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Capítulo XXi

La alarma del celular sonó a la misma hora de siempre: 06:30. Como un espartano, acostumbrado a la milicia, Santiago Vélez quedó instantáneamente sentado en la cama. Sus ojos sólo se abrieron cuando se puso las gafas y recordó que no estaba en su habitación. Estaba en la de Simon, su camisa estaba abierta y tenía la sensación de que se había metido en la boca del lobo.

Sabía que el castaño estaba tras él en el colchón pero no quería darle un significado a ello. No quería dotar la escena de emociones.

Suspiró jorobándose en la cama. Detestaba lidiar con emociones. Todo aquello era ridículo y demasiado agobiante para que fuera el comienzo de su día.

El castaño sintió el movimiento y ante su ligero sueño se despertó, observando al moreno sentado en su lecho. Quiso alargar la mano y regar una caricia en su espalda, pero resistió las ganas. No era prudente bajo ningún lente por el que fuera visto.

—Buen día Santiago —murmuró bostezando y abrazándose a la almohada.

Volteó la cabeza para evaluar la disposición del otro agente. Su cara no le decía nada. — ¿dormiste bien? —Le sonrió mientras se acomodaba el cabello como podía con sus dedos. No se apresuró a cerrar su camisa ni a salir espantado como una damisela ultrajada. Simon sabía de que estaba hecho, cada uno de sus jueguitos hacía tiempo habían sido descifrados por el español, ¿así que para que usar máscaras?

El agente de pronunciadas ojeras simplemente sonrió ante cada gesto del moreno. Ese lenguaje corporal le decía mucho y entendía perfectamente la ansiedad de la que era presa. No se pondría a agobiarlo, después de todo, el hecho de que durmiera con él y encima lo besara, era ya un pedacito de ese paraíso vetado para demonios como Gray.

—Si pudiera te enfrascaría y te usaría como píldora todas las noches —le sonrió desde donde estaba acurrucado—, dormí muy bien… gracias.

Los ojos oscuros se enfocaron con presteza sobre la figura que yacía en la cama. No intentaría analizar las palabras ni el momento. Simon lo quería de vuelta, lo quería desde mucho antes de que se reencontraran en Nueva York, y él había estado a punto de caer, ¿pero para qué volver? ¿Para repetir el círculo vicioso donde su amor parecía más una intriga de telenovela que otra cosa? ¿Para sufrir mientras celaba lo que quería ser público? ¿Para aterrarse de ser abandonado mientras se preguntaba qué podía hacer para que Simon no se fuera con otra cara bonita y fresca?

No, hacía tiempo que había decidido que ya no más. Ya no más con Simon, ya no más con cualquier otro. Después de todo, su último novio lo había tratado de una forma bastante parecida. Había explotado las ansias de un hogar compartido que Santiago tenía, para al final botarlo y llevarse a su pequeña “hija” con él.

Las cosas eran más fáciles cuando establecía relaciones como la que tenía con Harry. Si a eso se le podía llamar relación, claro. Para él era más bien una simbiosis en la que nadie perdía y todos ganaban.

Miró hacia el arrugado paquete de McDonalds preguntándose que habría hecho el pelirrojo esa noche. Era triste pensar en entregar un paquete en esas condiciones, como si lo frío, lo viejo y lo arrugado fueran una réplica de su corazón y de lo que era su vida, al fin de cuentas.

Se levantó acomodándose la camisa con tranquilidad.

—¿Es una lástima, verdad? —Miró a Simon que parecía expectante —El que no pueda ser una droga de esas adictivas, ya sabes, que no pueden dejarse fácilmente. —Meditó unos segundos —Aunque me imagino que en ese caso haría más mal que bien. Me alegro que hayas descansado, hoy te ves mucho mejor.

Simon se levantó hasta quedar sentado, observando cómo el hombre comenzaba a arreglarse. Vélez no podría imaginar que en efecto, para él era una droga, bastante adictiva y que no podía dejar a pesar de saber todo el “background” en su relación.

—Me siento mejor —contestó estirando los brazos y observando el reloj—, ¿debes irte ya? —no quiso sonar insistente, pero lo cierto es que le apetecía bastante seguir con ese cuerpo a su lado.

Se puso la chaqueta mientras caminaba hacia el mueble principal de la habitación y se sentaba sobre el colchón al lado de la cadera de Simon. —Sé lo que quieres, siempre lo he sabido, pero piensa por un momento, ¿nos haría bien a los dos?

El castaño negó y le desarrugó la chaqueta en uno de los hombros.

—No… sé bien que no nos haría bien —dejó sus dedos por unos segundos pero luego los apartó—, pero aún es temprano… ¿no te apetece quedarte más tiempo en cama?

—Es mejor así. Además tengo que ir a cambiarme, tengo… un cachorro que me espera en casa, y esta tarde hay una agenda apretada. Supongo que nos encontraremos en la pista, ¿no? —Sus dedos se alargaron apenas para devolver la caricia de Simon pasándolos por el mentón de éste.

El castaño sintió una correntada de celos al escuchar lo de ese otro cuerpo que ahora complacía al español. Contuvo su reproche, ¿con qué cara podría decir algo? Suspiró sabiendo que era el karma que le tocaba pagar. Claro, el karma podría irse al carajo por un segundo, así que llevó su mano a los dedos que acariciaban su mentón y los besó, sonriendo con simpleza.

—Será un largo día —volvió a recostarse—, nos vemos entonces en la pista…

Santiago se levantó, pero luego se quedó mirando a Simon. Se sentó de nuevo —No te pongas así, se supone que luego de la ruptura cada uno tenía el derecho de hacer su vida ¿no? —Le tomó la cara y la giró con delicadeza hacia él —Voy a ser terriblemente egoísta Simon. —Su dedo pulgar acarició el labio inferior del castaño —Por una vez en mi vida no consideraré tus sentimientos, pero supongo que no puedo seguir con esto guardado, tengo que liberarlo, y lo siento si te hiero.

Miró hacia la pared detrás de la cama, había una reproducción litográfica de uno de los jardines de Monet, él estudió los manchoncitos estilizados que componían las flores nadando en el estanque, tratando de hallar las palabras. Esperaba no arrepentirse y que no se lo echaran en cara, pero la vida era corta y Simon parecía haber superado todo mucho mejor que él, así que fuera lo que Dios quisiera…

—Aún me interesas —Carraspeó y lo miró —Aún siento algo por ti y eso es obvio Simon, porque si lo nuestro en Nueva York hubiera funcionado, estaría contigo en estos momentos por más contraproducente y devastador que fuera para mi. —Su voz bajó a un tono mucho más grave mientras meditaba —Es una tontería negarlo, pero trato de ahogar cada pensamiento de ti cada vez que nos vemos y eso me hace tanto daño como dejarlos asentarse en mi cabeza. Sólo… sólo ten presente que aún estás aquí —Señaló el lugar del pecho donde quedaba su corazón y luego su cabeza —… y aquí. Me importas tanto que no quiero verte destruido por tu estilo de vida. —Le tomó la mano y se la besó como solía hacerlo cuando eran amantes y él quería mimarlo — Me importas tanto que cuando encuentres ese centro, te llevaré allí y te esperaré cuando salgas para acompañarte y verte iniciar una nueva vida…

El castaño no se esperaba algo como eso. Definitivamente las opciones esa mañana consistían en dos: quizá un beso de despedida o ver a Santiago desaparecer tras la puerta dejando de nuevo la habitación helada. Pero lo que estaba escuchando, los ojos que estaba viendo y lo rápido que su corazón latía hacían en conjunto su más anhelada realidad. Jadeó y se irguió para abrazar al moreno, besándole la mejilla porque no quería ser imprudente y destrozar esa burbuja tan irreal.

—Santiago… no tienes que explicarte, es obvio que tú continuarías tu vida. Aquí el egoísta insensato soy yo —le acarició el rostro—, ese es el papel que mejor me queda porque te quiero… te quiero demasiado —apretó sus dedos entre las oscuras hebras de cabello—, sé bien que nunca podré sacar ese sentimiento de mi pecho… y tampoco quiero hacerlo. —pegó su frente a la del moreno—No te merezco… —sonrió con tristeza mientras lo apretaba más entre sus brazos—, eres demasiado bueno para un demonio como yo…

Lanzó una carcajadita irónica —¡Necesitas subir esa autoestima Simon! —correspondió al abrazo, sorprendiéndose de lo bien que se sentía tener al castaño entre sus brazos. Sería muy fácil volver a caer, sus labios latieron y le dio un pequeño beso al otro hombre en los suyos. —No, es claro que no me mereces, pero ya ves, te quiero mucho yo también.

Se desprendió del nudo y lo miró a los ojos —Pórtate bien Simon, deja esas pastillas, deja esas noches locas, asiéntate, busca a alguien a quien amar y respetar si no quieres ir por tu cuenta. Y llámame si no puedes dormir, me encargaré de aburrirte tanto que al día siguiente será difícil para ti abrir lo ojos.

Simon sonrió a pesar de que le dieron ganas de llorar. Saber que Santiago lo quería, pero que no volvería con él era el equivalente a dejarse secar en una esquina. Movió su cabeza para asentir a lo que el moreno le decía y se tragó los sentimientos absurdos.

—Buscaré ese lugar pronto —dijo refiriéndose al centro de rehabilitación—, y te llamaré para que me aburras —le acarició el brazo

El moreno sonrió ante el pequeño papel representado por Simon: como un caballero victoriano con el corazón roto. Era verdad ,por supuesto, pero también era encantador. Le tomó las mejillas entre las manos y le dio un profundo y largo beso que le robó el aliento, pero le supo a despedida. Cuando se alejó y lo hilos de saliva que aún unían las dos bocas se reventaron, le tomó de nuevo la mano y se la besó: —Estaré esperando esa llamada. Mientras tanto, no llegues tarde a la filmación de esta tarde. —lo miró dos segundos más sintiendo que la tentación le ganaba, pero eso sería algo estúpido y él había cometido muchas idioteces en su vida. Se levantó para marcharse tomando su arrugado paquete con papas y hamburguesa heladas dentro.

El castaño se quedó boca arriba, aun saboreando ese beso. Sabía que quizá era el último de ese calibre, así que sólo le sonrió y asintió dejando que se fuera. Si se movía, iba a atrapar a ese hombre y no lo dejaría salir de su cama.

---

Brandon no se caracterizaba por ser una persona demasiado musical. Su interés en la música se resumía en piezas instrumentales y una que otra de ópera. Pero esa mañana… esa mañana era otra historia. Su garganta vocalizaba alguna de esas canciones ochenteras que habían acompañado su juventud y que por razones extrañas jamás había podido dedicar. Su ánimo ese día parecía haber retrocedido a los tiempos de adolescencia, donde todo era más simple y el tener a “alguien especial” era lo más importante de todo.

—¡Guau! —Rudy movía la colita ante el espectáculo de soltura que presentaba su amo. Se movía con gracilidad en la cocina haciendo un desayuno completo y los ojos le brillaban.

—Buen día pequeñín —dijo alargando el pie para acariciarlo con sus dedos—, ya tendré lista tu comida, antes debo atender a nuestro invitado…

¡Y qué invitado!, pensó el pequeño perrito. Toda la noche habían hecho sonidos extraños sobre la cama y no lo habían dejado dormir. Pero, ¿quién entendía a los humanos? Tras sacudir su menudo cuerpo caminó presto a despertar al famoso huésped para ver si se agilizaba el trámite de su comida. Su pancita comenzaba a rugir.

Estaba por despertar, y sentía con claridad que alguien lo estaba lamiendo… Un detalle que sólo podía esperar de Santiago Vélez, siempre tan gentil y considerado como amante pero tan distante como amado. Sus piernas se abrieron en el deseo de que le quitaran las cobijas y lo poseyera rápidamente, por sus movimientos estaba seguro de que estaba impaciente, y así era mejor, adoraba su dosis de sexo apasionado y pervertido en la mañana.

—Más abajo… no sólo tengo cara, ¿sabes? —Y sus pezones ardían por ser mordisqueados también.

Rudy ladeó la cabecita y movió la colita dándole un lengüetazo en la boca, pegando su húmeda naricita a la mejilla del pelirrojo. Le gustaba ese humano, era refrescante tener otro “cachorro” en casa.

—¡Guau!

Harry abrió un ojo y luego el otro, el perrito estaba sobre él —¡Oh! ¡Eres tú el chico apuesto que conocí anoche! —Lo atrapó con un ágil movimiento de muñeca y se lo metió bajo las cobijas mientras lo abrazaba, olía a colonia y a perro. Un olor curioso pero encantador. Por entre las pestañas recorrió el lugar, estaba en la casa del profesor, Brandon y habían tenido una noche apasionada y bastante romántica. De hecho, su día anterior había sido el epítome de la perfección.

Los ojos de Rudy asomaron por las cobijas. —Dime, ¿tu papi es tan perfecto como parece? ¿Podría adoptarme también a mí? —Rió mientras apretaba más a la delicada criatura contra su pecho. —Pero lo más importante sería saber si quieres otro papá.

La respuesta a eso fue una serie de lametazos en la cara y un movimiento de colita. Realmente sería bueno tener a ese “cachorro” en casa.

—Lo dicho, le caes bien —Brandon se asomó a la puerta y le sonrió al pelirrojo. Hubiera querido tener una cámara para poder fotografiar a sus dos seres más queridos sobre su colchón—, anda Rudy, deja algo para mí o me pondré celoso —caminó lento, tanteando el ánimo de su compañero a esas horas de la mañana. Iba vestido únicamente con un ligero pantalón de manta y una camisa abierta.

Harry se dividió entre avergonzarse y sonreír desde donde asomaba su cabeza. «¿De cuál de mis sueños húmedos has salido, hombre sexy y escultural?» pensó recorriendo la figura entera que se aproximaba hacia él. No recordaba que Brandon estuviera tan endemoniadamente bueno.

—Buen día —Brandon se sentó a su lado y Rudy se acercó a él—, ¿todo bien? —tenía unas inmensas ganas de volver a besarlo y enredarse entre las sábanas.

Harry lo observó con los ojos redondos asomando desde las cobijas, aunque por debajo de ellas sonreía con todos sus dientes. Sus pestañas bajaron para asentir y siguió mirando al hombre, pensando mil locuras al mismo tiempo.

«Esto tiene que ser un sueño» Pensó el escritor mientras dejaba a Rudy en el suelo con delicadeza, acercándose más para recostarse de lado junto al pelirrojo. Le observó sonriente y le acarició los cabellos.

—Ya dime la verdad… ¿eres una musa, cierto? —le apretó ligeramente la naricita

—Eso espero… —le dijo con voz rasposa de recién despierto. —Aunque no debo verme muy erótico en este momento. —Bajó la cobija hasta que quedó contra su mentón: —¿Descansaste bien?

—Muy, muy bien —haló la cobija para ver los sedosos hombros del muchacho—, eres tan bello… me inspiras, ¿sabes? —Pasó sus dedos suavemente por esa piel—, podría escribir miles de poemas tan solo para ti…

El pelirrojo sonrió complacido y se dejó acariciar a voluntad del hombre mayor —¿Eso quiere decir que después de anoche, aún me quieres aquí?

Brandon se acercó y besó el hombro descubierto, subiendo lentamente por el cuello hasta llegar a su oreja

—Te quiero aquí para iluminar mis días —susurró para darle después otro besito—, quizá es una locura y vamos rápido, pero realmente no me importa…—bajó más la cobija para acariciar el contorno de la exquisita cintura— te lo dije anoche… estoy aquí para ti, si me aceptas.

No pudo contener la sorpresa que se reflejó en su rostro, las alarmas se dispararon y se sentó en la cama con presteza —Brandon… prometí que sería honesto contigo, ¿recuerdas?

El escritor le observó serio al ver su reacción, no pudo evitar la ansiedad que lo recorrió. Se sentó también y asintió, dejándolo hablar.

Harry entrelazó sus dedos con los del hombre y lo miró de medio lado —Tuve una relación así, todo iba muy rápido, él era mayor que yo y para cuando me di cuenta estábamos viviendo juntos y felices. Al poco tiempo empezó la tortura, física, claro está. —Suspiró mientras observaba como Rudy volvía a la cama dispuesto a ser su nueva prenda interior porque se acomodaba justo en la V de sus piernas —. Yo creí amarlo y lo soporté, por eso te dije anoche que no sabía lo que era amar.

Sus dedos jugaron con los de Brandon mientras lo miraba a los ojos —Eso ya pasó, esas heridas cicatrizaron hace mucho tiempo, pero los recuerdos quedan Brandon, y es justo decirte que sé que eres muy sensible, y por eso estoy creyendo en ti. Estoy seguro de que no me harías algo así, pero permíteme desconfiar un poco de ti y de todos… es la forma en que he sobrevivido hasta ahora.

El castaño escuchó sin desviar la mirada, dejando que el chico jugara con sus dedos. Su calidez se sentía muy bien y le era casi inconcebible que alguien pudiera tratar de esa manera tan cruel a un muchacho tan delicado, tan hermoso. Por supuesto que él jamás le haría algo así, su naturaleza era tranquila y respetuosa de los deseos de quien fuera su amante.

—Me ganaré esa confianza Henry —lo llamó por su nombre—, y esperaré el tiempo que sea… vale la pena cuando es una persona tan bella la que tienes al lado —le sonrió acariciándole la mejilla—, no tenemos por qué correr… pero esta casa ya tiene las puertas abiertas para que le traigas alegría… si no, mira lo cómodo que Rudy se está poniendo contigo —rió viendo al perrito colocándose boca arriba para que el pelirrojo le rascara la pancita

—¿Me está malcriando señor Hardy? —Sonrió mientras acariciaba al inquieto perrito que por lo visto no tenía idea de donde se había acomodado. —Porque me gusta lo que oigo de sus labios.

—Me gusta malcriar —susurró dándole un beso en la mejilla— y dar masajes toda la noche…

Harry se tapó la boca con la mano y se apartó un poco abanicándose luego con sus dedos —¡Pero mi señor! ¡Estoy tratando de proteger mi virtud!

Brandon se acercó más y le hizo ojitos, cercándolo con sus brazos.

—Mmm… me gusta el sabor de virtud por la mañana…

Harry se escurrió en la cama —Señor, hace usted que un joven inocente como yo se amolde a sus deseos y pierda su voluntad… ¿Qué será de mi luego de que mi reputación sea robada?

—Que caiga el pecado sobre mí, puedo cargarlo —gateó hasta alcanzarlo y halar más la cobija. Rudy salió con pasitos rápidos hacia un lado, sabiendo que en aquel juego sólo participaban sus dos “amos”. —Mis intenciones son nobles…

—¡Oh mi Señor!, yo no sé de noblezas o de intenciones, sólo sé que lo que está a punto de cometer es un pecado, ¿no se ha dado cuenta de que estoy desvalido?

—Sí… qué mal Señor soy —sonrió buscando sus labios para darle un beso suave, con la medida de dulzura y pasión necesaria para esas horas de la mañana. Trataba de ser disciplinado y contener las exigencias que se levantaban de su cintura para abajo, además que el desayuno ya esperaba y Rudy se paseaba dejando a sus tripitas sonar.

Harry se abrazó a él para hacer más apasionado el beso —No, no es verdad, es sólo que soy su rendido esclavo… —Abrió las piernas y lo envolvió entre ellas y las sábanas que tenía enredadas.

—Mmm, mi bello esclavo —rió dejando que sus manos descendieran por los costados del joven hasta apresar sus muslos y moverse sinuosamente contra su pelvis—, me tientas… ¿no tienes hambre? He preparado un enorme —hizo énfasis en la palabra mientras se pegaba más a él— desayuno…

—Y veo que está listo para alimentarme… Señor.

—Mucho —murmuró mordiendo ligeramente sus labios, prendiéndose en otro beso mientras sacaba las sábanas del medio y dejaba que sus cuerpos se sintieran en plenitud. Sus manos acariciaban con ansias los muslos, apretando las nalguitas para luego subir por la cintura y los costados, volviendo a descender. Podía sentir cómo la humedad iba creciendo al igual que sus ganas. Quería hacerlo suyo, quería escucharlo gemir bajo su cuerpo, verlo perlado de sudor y conservar esa imagen para inspirarse aun más de lo que se había inspirado esa madrugada, cuando llenó tres hojas de su diario personal con su pensamiento dedicado al pelirrojo. Definitivamente ya estaba perdido, rendido ante su musa.

—Va a… enfriarse —murmuró apenas, sin dejar de besarlo y acariciarlo por donde podía

—Mhh no lo creo… —El pelirrojo hizo lo suyo restregándose y abriéndose más aún —¿Puedes entrar ya? No aguantaré… —Y era cierto, toda una noche de fricciones lo tenían más que preparado para el “plato principal”, al menos a un nivel netamente emocional.

Brandon jadeó y todo su razonamiento se fue a un rincón de la almohada. Sólo atinó a bajar su ligero pantalón, dejando salir su erguido miembro ya húmedo y reluciente, listo para perderse en los deliciosos rincones del muchacho. Tomó las caderas y las alzó un poco, buscando con su punta ese rugoso agujerito que toda la noche lo había seducido. A la luz de la mañana se veía perfecto.

Lo besó nuevamente, penetrando con su lengua al mismo tiempo que su miembro comenzó a introducirse. ¡Era tan apretado! Jadeó deteniéndose un momento para ver si no molestaba a su compañero.

—¡Ah dioses Brandon! ¿De esto me perdí toda la noche? —Jadeó buscando empalarse más, envolviéndose alrededor del hombre como una especie de araña, con la respiración cortada y empezando a sudar mientras degustaba aquel prodigio —Debí violarte desde el momento en que te conocí.

Brandon jadeó entre risas y entonces ya no se contuvo. Comenzó a bombear rápidamente, sabiendo que era lo que ambos querían luego de la noche conteniéndose. El interior de Harry era tan deliciosamente apretado y suave que creía estar penetrando a un hermoso ser mitológico, no podía ser real. No tardó mucho en rozar ese abultado puntito en el interior del pelirrojo, sonriendo al verlo tan hermoso, todo sonrojado.

—¡Ahh!... haz… haz conmigo lo que quieras —le apretó las caderas moviéndose de manera circular, buscando masajear por dentro ese sitio

—¡Esa es mi línea señor!—No sabía como a esas alturas tenía la presencia de ánimo para bromear, no cuando lo estaban abriendo de aquella manera tan placentera y se movían en su interior como si fuera una parte que necesitara de caricias. Brandon no lo penetraba para buscar placer, buscaba algo más y lo mimaba desde adentro, nunca había sentido nada así. La cabeza de su miembro empezó a soltar más y más humedad. — ¡ah, quiero entregarme a ti! —Bajó su mano para acariciarse y sentir el alivio final.

El escritor le sonrió y desaceleró sus movimientos, dejando que su miembro entrara y saliera lentamente. Su mano fue a la de Harry y la frenó, sintiendo la humedad que ya poseía.

—Mío —susurró entrando nuevamente hasta el tope, quedándose quieto mientras lo miraba con intensidad—, mi hermoso esclavo —sonrió siguiendo con el jueguito, comenzando a moverse otra vez con velocidad mientras su mano iba al compás de la de Harry

Harry era de los que usaba sus cinco sentidos cuando tenía sexo, las palabras para él tenían el poder de excitarlo tanto como las acciones en si. Y las palabras de Brandon, tan en tónica con sus sentimientos, marcaron sus acciones, los músculos del distendido ano sufrieron la contracción de una boquita en el proceso de masticar y tragar, no paró los movimientos de las manos pero ya era tarde, se estaba corriendo con el bramido de un león joven y satisfecho.

El mayor sonrió con satisfacción al ver la cara de gozo en el pelirrojo, la deliciosa contracción que apresaba su grueso miembro y lo exprimía hasta sacar de él todo el contenido en abundancia. Un grito de gozo fue su única respuesta, moviéndose aún entre la corriente blanca que seguramente ahora manchaba las sábanas.

—Houston tenemos un problema… —Masculló Harry jadeando ostensiblemente y apretando al profesor contra su cuerpo.

—Mmmm... aquí Houston —contestó aun moviéndose lentamente

—Señor… —Jadeó mientras sentía como el líquido de Brandon escurría entre sus nalgas, las apretó vetando la salida —Necesitamos provisiones pero no se permite la salida de “la estación”.

—En ese caso… —metió sus brazos bajo la espalda del chico y lo cargó, aun quedándose dentro de él —tendré que llevar a la nave conmigo para ir por provisiones…

El pelirrojo se agarró de Brandon, con su cuerpo grande y a tono, seguro que alguien delgadito como él no le pesaría mucho, le susurró en la oreja: —No esperaba menos de usted, señor.

Fin del capítulo XXI, esperamos que les haya gustado gente!



2 comentarios:

Prim dijo...

Me encanta!!!! Dime porfavor que santi y simon qiedan juntos, AMO a esta pareja.
Cariños nenas!!

Freya Karstein dijo...

Jajajaja Santi y Sy son súper complicados, realmente no sé como se aguantan uno al otro. Por ahí dicen que el amor no tiene explicación y creo que ese par es la prueba xp

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