Lo sé, largo tiempo sin actualizar, voy a intentar que esto sea más seguido, sorry.
Sin más, espero que les guste este nuevo cap, rememorando, Simon y Ulisses están a punto de partir y es la noche antes del vuelo jojojojojo.
Inteeensoooo.
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Advertencia: (I)Aunque existen alusiones a prácticas peligrosas, y las mismas existen, no se recomienda copiarlas o efectuarlas, simplemente se muestran aquí como material informativo.
Sin más, espero que les guste este nuevo cap, rememorando, Simon y Ulisses están a punto de partir y es la noche antes del vuelo jojojojojo.
Inteeensoooo.
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Autoras: Amy Tomoe y CB Clasificación: NC-17

Advertencia: (I)Aunque existen alusiones a prácticas peligrosas, y las mismas existen, no se recomienda copiarlas o efectuarlas, simplemente se muestran aquí como material informativo.
(II)Las organizaciones mencionadas si existen, y los abusos contra los animales mencionados, también ocurren, y SON un delito.
Gracias por sus comentarios!!
Aclaraciones: Esta es una historia original, por tanto sus autoras tienen todos los derechos reservados sobre sus personajes. Sin embargo, existen aportes de cultura Pop que pertenecen a sus dueños.
Los lugares representados en la historia existen.
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Gracias por sus comentarios!!
Aclaraciones: Esta es una historia original, por tanto sus autoras tienen todos los derechos reservados sobre sus personajes. Sin embargo, existen aportes de cultura Pop que pertenecen a sus dueños.
Los lugares representados en la historia existen.
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Capítulo 25
Esa declaración lo dejó
helado, él estaba jugando, pero esperaba recargar baterías antes de “darle”
otra vez al asunto. Miró con pánico sus platos sin terminar, su vino a medias
bebido, las fresas esperando por un pudín que no se había cuajado aún y los tomates
sin picar para el desayuno de madrugada. Luego recordó esa frase que le había
dedicado a Ulisses ya, sobre su sobreproducción de esperma y se preguntó,
seriamente, cuánto duraría físicamente con esa bomba sensual e insaciable.
Para su suerte, el estómago
de Uli protestó de nuevo, recordándole que él sí necesitaba combustible antes
de embarcarse en otro duelo sexual.
—Pero antes terminemos
de alimentarnos —sonrió tomando un gran bocado, buscando desaparecer la comida
del plato
—Eso me parece perfecto, —suspiró aliviado, pero luego le quitó el
tenedor a Ulisses y lo tomó él, se había terminado el guiso en segundos, y
Devlin no dejaba casi nada ya. Levantó la copa de vino que ya estaba frío y se
la dio de beber cuidando que no se derramara una sola gota por las comisuras de
sus labios, después de eso, se daría el gustazo de alimentarlo con la delicada
mezcla de pasta y esencias que había hecho. —¿Te imaginas si vuelvo a
desfallecer esta noche? Que vergonzoso, o si caes rendido al primer round,
aunque bueno, lo malo sería que perdieras ese vuelo…
Se quedó pensativo y un escalofrío de ansiedad le recorrió el estómago y
miró de nuevo a la cara del que esa noche se había declarado como su novio ¿Por
cuánto tiempo realmente estarían separados? Devlin tenía una gira de un año que
comenzaría en tres meses, y Ulisses estaba contratado en pasarelas varias por
seis meses a partir de ese momento. Dejó el plato a un lado y lo tomó de las
mejillas para besarlo con pasión sintiendo el verdadero peso de la ausencia
prematura. No tenía ni idea de cómo se había obsesionado con ese muchacho en
apenas unos días, pero ahí estaban, haciendo locuras y con etiquetas incluidas.
—Tienes razón, yo también quiero ahora, pero después devoramos lo que
queda —Se lo propuso mientras su rodilla hurgaba dentro de la bata abierta y su
mano deslizaba el cuello de la misma. Apreció por primera vez lo bronceado de
la piel de Ulisses. Era intenso el color y no menos intenso el calor que
emanaba, y su fragancia… le entraba por la nariz y parecía atarlo como un
cordón invisible. —Te deseo demasiado… ahora —Lo abrazó bajo la prenda y empezó
a besarle el cuello con mordisquitos y lamidas desesperadas, apenas
conteniéndose para no dejar una huella que pudiera meterlo en problemas en su
trabajo.
Justo cuando aun saboreaba el vino, Ulisses se sorprendió al recibir un
apasionado beso, seguido de esa declaración tan sincera y directa. Cuando quiso
responder algo, un gemido fue lo único que salió, al ser tomado de aquella
manera tan intensa, sintiendo las manos y la rodilla de Dev. Su cuerpo fue
completamente sincero, quitándose la bata hasta quedar desnudo, levantarse y
sentarse sobre Dev, desafiando el balance de aquel banco.
—Aquí… ya —jadeó halándole la bata mientras sus manos paseaban ya por el
abdomen en dirección al bóxer
—¿Aquí?— Devlin habló sólo en jadeos, si Ulisses le
decía que lo hicieran en la punta de la inestable y alta silla, él no estaba
para negarse. Se levantó llevándose a Ulisses con él, para dejar que le quitara
la ropa interior y lo lanzó contra el mesón, dejándose la respiración en un
beso, más intenso, obsceno, totalmente suculento.
—Mmmm, sí… aquí —Ulisses abrió las piernas y las
subió, mostrándole sus mejores rincones
—Demonio… —Se le arrojó encima de nuevo y le subió
una pierna mientras con la otra lo adelantaba hacia él, le mordió el cuello
apenas controlándose y de ahí bajó para darle un fuerte mordisco en uno de los
morenos pezones, queriendo que gritara su nombre.
—¡Ahhhh! —el gemido se mezcló con una sonrisa de
total satisfacción—lo soy… tu… ¡aahh! —movió sus caderas y se mordió el labio—tu
demonio… ¡Devlin!
—¡Mío! —Rugió y se lo llevó por delante tendiéndolo entre los platos,
las copas, los cubiertos y los frascos, al tiempo se encaramó sobre él y tomó
cada uno de esos fuertes y tonificados miembros inferiores y los elevó
abriéndolos, sonriendo con un gesto casi macabro al ver al modelo de esa forma,
tan precariamente apoyado y tan excitado debido a él.
—¡Uuuhh! —el joven sintió el tirón en sus músculos
y le miró con la expresión de lujuria que no parecía ceder— así Dev… ¡más! —echó
la cabeza hacia atrás, sabiendo que su compañero iba a destrozarlo sobre esa
mesa… y lo deseaba con ansias. Deseaba sentirse completamente de ese hombre de
intensa voz.
Lo contorsionó de tal manera que se enroscara sobre
su cuerpo, era delicado a pesar de la pasión abrumadora que sentía, el moreno
también colaboraba al sostener sus piernas con sus brazos a pesar de la
superficie tallando en su espina, Devlin valoró ese esfuerzo y le sonrió más
aún, apoyó una mano al lado de la cabeza de su novio, le encantaba ver esa cara
de entrega total a la pasión con el fabuloso marco de su cabellera lustrosa y
espesa. Su mano libre se desplazó hasta la entrada y la acarició con suavidad,
casi fastidiándolo, haciendo sentir el ansia en su boca como un regusto entre
dulce y amargo.
—Malo —jadeó moviéndose para sentir mejor la
caricia—, lo que quiero es más grueso —aun le asaltaba un ligero rubor cada vez
que le hablaba “sucio”… si es que aquella frase se podía catalogar en ese
nivel. Sus manos bajaron desde sus rodillas, paseando por sus muslos hasta
llegar a sus nalgas, abriéndolas para extender esa área rugosa —quiero… —sus
ojos se entrecerraron, rogando por ser saciado pronto
Devlin sonrió quitando su mano y sentándose en sus
talones para ver aquello mejor, retando a Ulisses a seguir con ello,
amenazándolo un poco cuando tomó lo que quedaba del calabacín.
El joven modelo frunció ligeramente el ceño. Estaba
reventando de ganas y Devlin seguía desesperándolo. ¿Cuánto podrían aguantar en
esos juegos? Sus ojos se desviaron un momento hacia el tazón de fresas para
luego volver a posarse sobre los ojos del rubio. Alzó una ceja y su mano se
alargó hasta tomar una de las regordetas frutillas.
—¿Qué vas a hacer? Eso quiero verlo amor —La voz le salió entrecortada y
muy aguda debido a su necesidad, pero su ceja no se quedó abajo, igualó a
Ulisses. Aún sonreía y su expresión seguía siendo maligna empuñando aún el
vegetal.
En silencio, el moreno llevó la fruta a sus labios y tras pasar su
lengua por ella hasta dejarla brillante y húmeda, comenzó a moverla por todo su
pecho, pasando por sus pezones y luego bajando por su abdomen hasta llegar a su
pelvis. Observó entonces al rubio y volvió a subir hasta dejar de nuevo la
fruta entre sus labios. Una sonrisa traviesa se dibujó en su rostro cuando alzó
las caderas y dejó que la pequeña invasora se insertara en su hambriento
agujerito.
—¡Por todos los…! —Jadeó aún con el mínimo de aire en sus pulmones —No
sabía que estuvieras tan hambriento. —Se inclinó sobre el modelo y le dio un
beso en los labios, luego volvió a su anterior posición y esperó por lo
siguiente de tan interesante espectáculo, jamás hubiese pensando que Ulisses
fuese tan… anal, pero debió tener una sospecha desde que empezó a tentarlo para
ser penetrado a pesar de la locura de una primera vez sin lubricante.
—Pues ya ves… —el joven comenzó a meter más la fruta, moviéndola en
círculos hasta dejar solo la matita verde visible —necesita comida también…
La dejó allí metida y le sonrió al rubio mientras se erguía y se giraba
para quedar a cuatro patas sobre el estrecho mesón.
—¿Tienes una buena vista?
—Fiuuuuuuuuuuuuuuu, seguro dulzura —Devlin estaba impresionado por tener
en su cocina su propia película porno, encarnada en la figura de su novio, y
claro, no perdía detalle, dentro de poco, y conociendo el cuerpo del moreno, la
frutita explotaría y quería saber qué pasaría después de ello. Acarició su
miembro tratando de apaciguarlo, totalmente expectante.
Ulisses apoyó sus manos en el borde y abrió más sus piernas, sintiendo
cómo la fresa entraba más, conquistando su palpitante entrada. Jadeó y apretó
entonces sus músculos, cerrando las piernas hasta hacer que la frutilla
sucumbiera y regara sus jugos hasta desbordarse y gotear.
—Necesito algo más duro —vio a Devlin por encima de su hombro,
abriéndose de nuevo dejando a la vista esa humedad frutada
Devlin acercó su lengua y le dio una suave caricia esperando una nueva
palpitación. Retiró las pequeñas hojitas, un elemento poco sexy en la seducción
del modelo. Se retrajo de nuevo esperando, quería que Ulisses se consumiera a
sí mismo.
—Ohh Dev, ten piedad —gimió alzando sus caderas hasta que su pecho tocó
el mesón—, te necesito ya…
Soltó una risita nasal y tomó su miembro entre su mano para empezar a
frotarlo como si estuviera sólo, ignorando a propósito a su novio, cerrando sus
ojos, echando su cabeza hacia atrás por el placer pero sin despegar sus ojos de
ese trasero expuesto y apetecible.
El joven gimoteó frustrado, irguiéndose de nuevo para poder acariciar su
miembro que ya estaba húmedo y tan duro que un siseo escapó de su boca cuando
lo tomó en su mano. Comenzó a masturbarse con intensidad mientras su otra mano
iba dejando que sus dedos hurgaran el lugar que su novio se negaba a visitar.
Frunció el ceño porque sabía que era una especie de castigo por su
comportamiento infantil previo.
—Mmmh me encanta lo que veo… —Pero no se refería a las manos del moreno,
sino a su carita de desesperación, se bajó del mesón casi viniéndose y se fue
desnudo hasta el salón, apoyando los codos en la tarima de madera frente a la
ventana, mientras se sentaba en el suelo con las piernas abiertas. —Ven por mi
dulzura…
Y esa era una orden. Ulisses paró sus caricias y se bajó, caminando
hacia el cantante con una erección tambaleante y una entrada más que lista. Se
agachó, abrió las piernas y mientras su boca rozaba la de su compañero, su mano
tomó el duro miembro y lo guió hasta la rajita deseosa, ensartándose casi con
desespero.
—¡Ahh! —echó la cabeza hacia atrás y dejó que sus manos se apoyaran en
los muslos torneados, comenzando a moverse en círculos, masajeando su interior
con una sonrisa lujuriosa
—Mhh —Devlin abrió la boca para sentir enteramente lo que sucedía allí,
luego abrazó a Ulisses —Me encanta cuando me posees así… —Pero lo lanzó al
suelo y volvió a apoderarse de sus piernas, besando los tobillos y luego
apoyándolas en sus hombros para hacer la inserción más profunda. Sus embates se
volvieron furiosos, desquitándose contra su pequeña víctima que lo abrazaba y
lo envolvía en su cálida necesidad.
—¡Así! ¡Ahhh! —sus manos se enterraron en su espesa cabellera, gimiendo
como un gato en celo y con la vista nublada por el placer. No sabía que podía
llegar a ser tan elástico, pero su cuerpo no dejaba de maravillarlo. El sudor
lo perlaba completamente, podía sentir los riachuelos corriendo en su espalda,
casi consumiendo el suelo alrededor. —Amor… allí… ¡mais forte!
Devlin se detuvo totalmente, no podía respirar bien debido al impacto de
emociones —Dime… que dijiste antes… —No reanudaría su movimiento hasta saberlo.
—Mmmhh —Ulisses movió sus caderas, despejando con una mano los cabellos
que ya se le pegaban al rostro —¿ahora?... he dicho que me des más fuerte —sonrió
respirando agitado
Devlin se salió de su confortable cárcel y aunque lo sintió como si lo
desgarraran descubriría lo que quería —Antes… cuando te enfadaste.
El joven protestó al ser abandonado, pero supo que Devlin no seguiría
hasta saberlo.
—Te dije… —jadeó—… que te quería dentro de mí…
El rubio sonrió con todos sus dientes —Que sexy… —Lo penetró de nuevo en
un solo embate —Dilo de nuevo… me encanta oírlo… no me importa el lenguaje.
—¡Ahh! Sii… justo así —apretó con sus dedos sus erectos pezones—dentro… de mí
Un pequeño gemido salió de la garganta del rubio y retiró las manos del
joven de su pecho para dejar que sus labios y su boca hicieran el trabajo
mientras su cadera casi lo arrastraba por el piso con la fuerza de cada empuje
sobre la madera pulida.
Ulisses se entregó por completo a las sensaciones, dejando sus brazos
extendidos y sus ojos cerrados. Sonreía a cada embate, se sentía el más
pervertido y lujurioso sobre la faz de Londres, pero poco importaba.
—¡Uhh!, Dev, Dev… me gusta —sus manos fueron rápido a los cabellos
rubios, alzándole el rostro para atraerlo y darle un beso de esos que los
dejaban sin aliento (y casi sin saliva).
Correspondió a sus gruñidos arrojándose más sobre él, sus manos tomando
el cabello y manteniéndolo lejos de su frente como tanto le gustaba hacer, sus
dedos bajaron para circundar el rostro y siguió besándolo a medida que su
pelvis se pegaba más a la de Ulisses tratando de estimular su miembro de esa
forma. Se arrancó de esos labios para tomar aire al jadear cuando sintió la
suavidad de la zona y a su mente vino la imagen de ese pubis lampiño, algo que
aumentaba su morbo a límites increíbles. Tenía la sospecha de que siempre sería
así.
—Tremendo —jadeó
sintiendo cómo su próstata mandaba señales de estar al límite—, me encantas…
amor… ¡ahh, más fuerte! —movió sus caderas sintiendo que su momento se acercaba
Apretó los labios perdiendo más oxígeno con cada roce, esperando que
Ulisses diera la señal para seguirlo, o tal vez…
El joven se irguió un momento y detuvo al rubio, jadeándole en los
labios, viéndolo con los ojos vidriosos por el placer. Estaba a un milímetro de
explotar, pero quería postergar un poco más para hacerlo a lo grande. Sonrió a
pesar del cansancio, mordiéndose el labio mientras se desacoplaba del grueso
miembro que lo taladraba, girándose para quedar a cuatro patas. Quería que lo
tomara así.
—Ulisses… —Devlin apretó los dientes y lo complació, haría todo por él
así no le agradara mucho. Así no podría ver su carita llena de placer. Se
acopló de nuevo un tanto agradecido por tanta confianza.
Al modelo no le llevó mucho tiempo alcanzar el punto máximo. Su voz se
regó por todo el apartamento como un gemido de gozo demasiado fuerte para su
gusto. Apretó los ojos y su cuerpo se estremeció, engullendo aun más a Dev
mientras iba cayendo hacia delante, rendido por el intenso orgasmo.
El cantante apretó los dientes sintiéndose un héroe mientras se contenía
a pesar de la presión. Cubrió con su cuerpo el otro con la máxima voluntad de
no satisfacerse. Quería aprovechar a Ulisses así mientras lo tuviera.
—Mmmm… amor —balbuceó el moreno sonriendo al sentir el peso sobre él—algo…
me dice… que aun… puedes moverte otro poco —ladeó el rostro y le sonrió con
picardía
—No me presiones… me
gusta estar así —rió y lo ladeó para acomodarse mejor a su lado. —quiero ser tu
manta por un ratito, mientras que llega… ¿Te he dicho ya que te voy a extrañar?
—Aún jadeaba pero trataba de distraer su mente con cosas varias, como la
sensación de enfermedad que le inundaba el estómago mientras recordaba el paso
del tiempo ¿Qué demonios le había dado Ulisses? Él quien nunca había tenido una
pareja, que creía no necesitarla, y sin embargo ahora era dependiente de las
reacciones del brasilerito, tenía respuestas ante sus sentimientos y sus pensamientos.
Que había dejado su
orgullo un poquito de lado para decirle que estaba hiriendo sus sentimientos.
Lo estrechó entre sus brazos mucho más. Había hecho en su vida cosas peores que
tener sexo en un piso reluciente de madera, pero de alguna manera sentía que
aquello no era lo apropiado si su compañero en tal situación era Ulisses.
Le gustaba más verlo en
una cama… en su cama.
Su pelvis tuvo una
contracción tratando de liberar la presión en sus testículos y se obligó de
nuevo a pensar en otra cosa. Era una pelea contra sí mismo, y el premio era su
autocontrol. Necesitaba sentir que frente a Ulisses le quedaba algún rescoldo
del Devlin Ford frío y casi asexual que había sido hasta ahora.
Aunque si debía ser
sincero, lo cierto es que quería enviar al quinto infierno a ese Devlin sólo
por probar cómo era ser como el resto del mundo. Se acomodó mejor contra el
moreno, meneándose por entero con el frío golpeando su espalda.
Ulisses jadeó ante la ola de sentimientos que lo atacó de repente. ¿Cómo
iba a tener la suficiente fuerza de voluntad para salir de allí y tomar un
avión tan lejos de Devlin? Sabía bien que se iba a morir a cada milla, cada
kilómetro… ¡cada centímetro que se alejara! Aquel hombre le había dado en unos
días la prueba que siempre había necesitado para creer en eso de que existía
alguien para cada quien… y con el nuevo matiz de que no importaba el género. La
conciencia de saberse completo de aquel cantante y de que con ninguna otra
persona (hombre o mujer) iba a sentir lo mismo, le hacía pegarse aun más a ese
cuerpo, a deleitarse con cada movimiento y a hacer a un lado el frío de la
noche que casi entraba en la madrugada.
«Sólo será un tiempo… unos días… meses…»
—Yo voy a extrañarte
tanto que tendré que llamarte a diario —acarició las manos que le rodeaban la
cintura y gimió, aun sintiéndolo en su interior en esa lucha de autocontrol.
Tan solo sentir el calor del rubio en su espalda lo hacía bombear más sangre
hacia su miembro, jurando que podría acabar de nuevo. Su brazo se hizo hacia
atrás y su mano acarició los cabellos y la nuca de Devlin, portándose cariñoso,
rendido ante su novio… su pareja. —Mmm… así amor… lléname —jadeó apretando
adrede su interior.
—¡No! —Pero fue demasiado tarde, sus entrañas dejaron libre el placer
que lo atosigaba a pesar de que su cerebro estaba en contra, un fino chorro
salió constante antes de que los espasmos aumentaran desordenando todo el
éxtasis controlado que había deseado.
Jadeó en desmayo mientras apretaba más al moreno entre sus brazos,
sintiendo que una vez evacuado no duraría mucho tiempo en su refugio.
Ulisses gimió al sentir la descarga, apretando para no dejar salir nada
de allí dentro. Sus manos se entrelazaron con las del rubio y le sonrió,
girando el rostro para darle un beso.
—Te juego sucio ¿eh? —murmuró riendo mientras meneaba las caderas para
darle los últimos masajes—, es que me gusta tanto… me has malcriado…
—Seguro que si —Jadeó —Me costará la vida —En medio de su respiración
cortada le mordió el lóbulo de la oreja —¿Siempre te ha gustado tanto hacerlo?
—Su curiosidad era genuina, después de todo, desde que habían empezado a tener
un contacto más íntimo no habían descansado, o quitado las manos de encima.
—Mucho —le acarició los muslos y le apretó la cadera—, pero a pesar de
la fama que Simon se ha encargado de difundir sobre mí, las féminas no desfilaban
frente a mi recámara —suspiró acomodándose mejor
—Disculpa si no te creo —Se liberó de la calidez que lo consumía y se
volteó a medias llevándose una mano a la frente, mirando al techo e intentando
llenar sus pulmones de oxígeno. —Me refiero a que… ¡por dios! Seguro te has
visto en un espejo. Si hasta yo levanté una ceja cuando vi tu book. —Lo abrazó
de nuevo y mimó la oreja que tenía más cerca a sus labios—Y créeme, lograr eso
no es sencillo.
El joven se ruborizó ligeramente, pellizcando la mano del rubio.
—No he dicho que las féminas no quisieran —se giró y le observó serio—,
muchas eran muy insistentes y en alguna u otra ocasión mi cuerpo pudo más —jugó
con las rubias hebras, bajando sus dedos por el borde de la cara hasta delinear
los labios —pero la mayor parte… prefería quedarme oculto, tranquilo —sonrió—,
claro, ya conoces a Simon y él se encargaba de darme la fama para despertar
interés…
Devlin se removió y se acostó sobre él apoyándose en sus brazos como si
fuera por otro “round”. —¿Y desde ahora? ¿Qué va a suceder con todas ellas
cuando vuelvas a tu residencia? —lo miraba sumamente interesado, aunque no
podía negar que sentía una molestia de algo parecido a la aprensión en la boca
del estómago.
Ulisses le sonrió mientras lo peinaba con sus dedos.
—Se quedarán afuera porque ya tengo un letrero que dice: “propiedad de
Devlin Ford” —le dio un beso suave—, soy fiel Dev… eres mi novio y te respetaré
así estemos en los extremos del mundo.
El rubio tomó su mano que lo acariciaba y la besó en la palma —Como
rockero sólo tengo algunas exigencias, ya sabes, no carne, mucha agua, poca
luminotecnia, y nada de fanáticos en mis camerinos. Supongo que con eso no
debes temer que haya un Harry II buscándome.
—Mmmm, más les vale no tocar lo que es mío —se soltó y le rodeó el
cuello— no querrás verme celoso… porque puedo morder rabioso a quien quiera
pasarse de listo contigo…
Se inclinó sobre el
moreno y echándole hacia atrás el cabello sobre la frente, se dedicó a mirarlo
por unos segundos antes de agacharse y besarlo con intensidad, no de una manera
pasional y profunda, sino más bien superficial pero en extremo cariñosa.
Pasaron algunos minutos antes de que se le acabara el aire, cuando se despegó
le sonrió acariciando la barba corta y sexy que decoraba de forma masculina la
barbilla cuadrada. —¿Cama y que la pasta sea nuestro desayuno?
—Suena perfecto —suspiró
estirándose y halando con sus labios el labio inferior de Dev—, ¿tienes pañitos
húmedos? —le hizo ojitos dándole a entender lo que quería hacerle
---
Henry Poole no tenía una
idea clara de lo que significaba “felicidad doméstica”, sólo una vez había
escuchado el término: en televisión. Pero ahora, si lo analizaba bien tal vez
podría llamarle así a ese momento exacto en que después de una opípara cena, Brandon
Hardy se lo había follado con ganas… tres veces.
De otro lado, el hombre
había sido tierno y considerado a un nivel en que casi le brotaban las
lágrimas. Y le gustaba como cocinaba y que no le dejara ni lavar la loza. Dadas
todas esas circunstancias, estaría volando en el mundo de la sospecha sobre
dudosas posibles razones de Brandon para halagarlo de esa manera, pero la forma
en que tenía a Rudy, como lo amaba a él también, mataba cualquier suspicacia.
Nadie podía ser tan amante de un perrito y tratar a un ser humano como lo
habían hecho todos sus amantes exceptuando a Santiago.
Su dedo repasó la nariz
y los labios del hombre mientras el pelirrojo se acomodaba mejor sobre su pecho
—¿Hambre? —Y por una vez no se refería a la sexual, sino a la física. Había
gastado tanta energía en las últimas horas que su cuerpo delgadito y pequeño no
lo había tolerado muy bien. —¿Estás despierto Mr. S? —le repasó los labios con
su dedo y se rindió, iría él mismo a rebuscar entre las ollas.
—Mmmm… ¿a dónde va mi
bello muso? —murmuró Brandon tomándolo con suavidad del brazo, abriendo al fin
los ojos —¿hambre? —se irguió y le dio un beso en el hombro, viéndolo aun en la
nube de sueño —prepararé algo para ti… ¿qué se te antoja?
—¿Unas galletitas? ¿Un
té? Dime dónde están y yo voy, es que no quiero ser abusivo y rebuscar entre
tus cosas… —Ya Rudy había levantado su cabecita desde su confortable cama para
perros y estaba mirándolos con los ojos a medias cerrados.
—No es abuso —le dio un
besito en la mejilla y se escurrió hacia un lado, parándose desnudo como estaba
—ven aquí… vamos a la cocina, comemos galletas de chocolate, tomamos té… y si
te da más hambre, aun tengo pastelillos guardados por allí
Rudy los siguió mientras
Harry corría tras Brandon envuelto en una sábana y empuñando otra, cuando lo
alcanzó se la echó encima refunfuñando —¿Vecinos? —Murmuró ante la mirada de
Brandon.
—De viaje —sonrió—,
además… en la intimidad de mi casa puedo hacer lo que quiera —sonrió colando
las manos entre la sábana que cubría al pelirrojo, apretándole las nalguitas—mmmm…
rico…
Harry le hizo unas
trompitas bastante explícitas —¿En ese caso yo también podría andar desnudo por
tu casa con las luces encendidas?
—Y hacer cuanto
quisieras —lo meció un poco hasta llevarlo así a la cocina—, cerramos cortinas
si te sientes vergonzoso —le hizo ojitos—, aunque dar envidia siempre me ha
llamado la atención…
—Eso me suena a escena
trillada de serie yankee… —Su trompita no desapareció. A Harry le encantaba ser
exhibicionista, al punto que su único trabajo hasta la fecha había sido dentro
de una jaula colgante en un bar gay, pero por alguna razón no quería que
Brandon anduviera así, como también le había entrado cierto pudor, en ese justo
momento, de que lo vieran teniendo sexo con el hombre. Se dejó abrazar estrechamente
analizando esos sentimientos extraños para él.
—Mmm… joven Poole, no me
ponga esa carita —se enredó en la sábana y le acarició los cabellos. Algo le
decía que el bello pelirrojo tenía ciertas reservas al respecto—, mejor lo
mantenemos todo en esta rica intimidad… no quiero que mis vecinos vean lo
hermoso que eres…
—Me gusta que me digas
esas cosas —Se metió más entre las sábanas decidiendo que dejaría esas
reflexiones para más tarde, estaba cansado de pensar como lo había hecho toda
la primera parte de la noche mientras Brandon dormía a su lado. —Dame unas
galletitas y a dormir, debo madrugar. —Le sonrió y le dio un beso.
Brandon sonrió y lo
abrazó, dándole besitos en el cuello.
—Sale ración de galletas
y té… luego me acomodo para ser tu colchón.
---
Simon suspiró y
entreabrió los ojos. Se había despertado luego de girarse y darse cuenta que la
calidez a su lado no era un sueño. Santiago estaba allí, durmiendo a su lado,
con esa expresión tan serena y varonil que le daban ganas de tomarle una foto.
Se irguió hasta sentarse mientras se frotaba un ojo, observando el reloj.
Comenzaba la madrugada y dentro de poco tendría que irse.
Masajeó su hombro y
volvió a recostarse, acurrucándose en el pecho del español. No quería salir de
esa cama en mucho tiempo.
Santiago lo abrazó y
sonrió estrechándolo con naturalidad contra su cuerpo, luego apoyó su barbilla
sobre la cabeza del castaño —Aquí estoy cariño, duerme. —Y él siguió en lo
suyo: la fuerza de la costumbre de haber vivido por varios años con Simon y sus
problemas para dormir.
---
Hasta la próxima!!
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