22 de abril de 2012

Dream capítulo XXV

Lo sé, largo tiempo sin actualizar, voy a intentar que esto sea más seguido, sorry.

Sin más, espero que les guste este nuevo cap, rememorando, Simon y Ulisses están a punto de partir y es la noche antes del vuelo jojojojojo.

Inteeensoooo.
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Autoras: Amy Tomoe y CB Clasificación: NC-17


Advertencia: (I)Aunque existen alusiones a prácticas peligrosas, y las mismas existen, no se recomienda copiarlas o efectuarlas, simplemente se  muestran aquí como material informativo.
(II)Las organizaciones mencionadas si existen, y los abusos contra los animales mencionados, también ocurren, y SON un delito.
Gracias por sus comentarios!!
Aclaraciones: Esta es una historia original, por tanto sus autoras tienen todos los derechos reservados sobre sus personajes. Sin embargo, existen aportes de cultura Pop que pertenecen a sus dueños.
Los lugares representados en la historia existen.
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Capítulo 25








Esa declaración lo dejó helado, él estaba jugando, pero esperaba recargar baterías antes de “darle” otra vez al asunto. Miró con pánico sus platos sin terminar, su vino a medias bebido, las fresas esperando por un pudín que no se había cuajado aún y los tomates sin picar para el desayuno de madrugada. Luego recordó esa frase que le había dedicado a Ulisses ya, sobre su sobreproducción de esperma y se preguntó, seriamente, cuánto duraría físicamente con esa bomba sensual e insaciable.
Para su suerte, el estómago de Uli protestó de nuevo, recordándole que él sí necesitaba combustible antes de embarcarse en otro duelo sexual.
—Pero antes terminemos de alimentarnos —sonrió tomando un gran bocado, buscando desaparecer la comida del plato
—Eso me parece perfecto, —suspiró aliviado, pero luego le quitó el tenedor a Ulisses y lo tomó él, se había terminado el guiso en segundos, y Devlin no dejaba casi nada ya. Levantó la copa de vino que ya estaba frío y se la dio de beber cuidando que no se derramara una sola gota por las comisuras de sus labios, después de eso, se daría el gustazo de alimentarlo con la delicada mezcla de pasta y esencias que había hecho. —¿Te imaginas si vuelvo a desfallecer esta noche? Que vergonzoso, o si caes rendido al primer round, aunque bueno, lo malo sería que perdieras ese vuelo…
Se quedó pensativo y un escalofrío de ansiedad le recorrió el estómago y miró de nuevo a la cara del que esa noche se había declarado como su novio ¿Por cuánto tiempo realmente estarían separados? Devlin tenía una gira de un año que comenzaría en tres meses, y Ulisses estaba contratado en pasarelas varias por seis meses a partir de ese momento. Dejó el plato a un lado y lo tomó de las mejillas para besarlo con pasión sintiendo el verdadero peso de la ausencia prematura. No tenía ni idea de cómo se había obsesionado con ese muchacho en apenas unos días, pero ahí estaban, haciendo locuras y con etiquetas incluidas.
—Tienes razón, yo también quiero ahora, pero después devoramos lo que queda —Se lo propuso mientras su rodilla hurgaba dentro de la bata abierta y su mano deslizaba el cuello de la misma. Apreció por primera vez lo bronceado de la piel de Ulisses. Era intenso el color y no menos intenso el calor que emanaba, y su fragancia… le entraba por la nariz y parecía atarlo como un cordón invisible. —Te deseo demasiado… ahora —Lo abrazó bajo la prenda y empezó a besarle el cuello con mordisquitos y lamidas desesperadas, apenas conteniéndose para no dejar una huella que pudiera meterlo en problemas en su trabajo.
Justo cuando aun saboreaba el vino, Ulisses se sorprendió al recibir un apasionado beso, seguido de esa declaración tan sincera y directa. Cuando quiso responder algo, un gemido fue lo único que salió, al ser tomado de aquella manera tan intensa, sintiendo las manos y la rodilla de Dev. Su cuerpo fue completamente sincero, quitándose la bata hasta quedar desnudo, levantarse y sentarse sobre Dev, desafiando el balance de aquel banco.
—Aquí… ya —jadeó halándole la bata mientras sus manos paseaban ya por el abdomen en dirección al bóxer
—¿Aquí?— Devlin habló sólo en jadeos, si Ulisses le decía que lo hicieran en la punta de la inestable y alta silla, él no estaba para negarse. Se levantó llevándose a Ulisses con él, para dejar que le quitara la ropa interior y lo lanzó contra el mesón, dejándose la respiración en un beso, más intenso, obsceno, totalmente suculento.
—Mmmm, sí… aquí —Ulisses abrió las piernas y las subió, mostrándole sus mejores rincones
—Demonio… —Se le arrojó encima de nuevo y le subió una pierna mientras con la otra lo adelantaba hacia él, le mordió el cuello apenas controlándose y de ahí bajó para darle un fuerte mordisco en uno de los morenos pezones, queriendo que gritara su nombre.
—¡Ahhhh! —el gemido se mezcló con una sonrisa de total satisfacción—lo soy… tu… ¡aahh! —movió sus caderas y se mordió el labio—tu demonio… ¡Devlin!
—¡Mío! —Rugió y se lo llevó por delante tendiéndolo entre los platos, las copas, los cubiertos y los frascos, al tiempo se encaramó sobre él y tomó cada uno de esos fuertes y tonificados miembros inferiores y los elevó abriéndolos, sonriendo con un gesto casi macabro al ver al modelo de esa forma, tan precariamente apoyado y tan excitado debido a él.
—¡Uuuhh! —el joven sintió el tirón en sus músculos y le miró con la expresión de lujuria que no parecía ceder— así Dev… ¡más! —echó la cabeza hacia atrás, sabiendo que su compañero iba a destrozarlo sobre esa mesa… y lo deseaba con ansias. Deseaba sentirse completamente de ese hombre de intensa voz.
Lo contorsionó de tal manera que se enroscara sobre su cuerpo, era delicado a pesar de la pasión abrumadora que sentía, el moreno también colaboraba al sostener sus piernas con sus brazos a pesar de la superficie tallando en su espina, Devlin valoró ese esfuerzo y le sonrió más aún, apoyó una mano al lado de la cabeza de su novio, le encantaba ver esa cara de entrega total a la pasión con el fabuloso marco de su cabellera lustrosa y espesa. Su mano libre se desplazó hasta la entrada y la acarició con suavidad, casi fastidiándolo, haciendo sentir el ansia en su boca como un regusto entre dulce y amargo.
—Malo —jadeó moviéndose para sentir mejor la caricia—, lo que quiero es más grueso —aun le asaltaba un ligero rubor cada vez que le hablaba “sucio”… si es que aquella frase se podía catalogar en ese nivel. Sus manos bajaron desde sus rodillas, paseando por sus muslos hasta llegar a sus nalgas, abriéndolas para extender esa área rugosa —quiero… —sus ojos se entrecerraron, rogando por ser saciado pronto
Devlin sonrió quitando su mano y sentándose en sus talones para ver aquello mejor, retando a Ulisses a seguir con ello, amenazándolo un poco cuando tomó lo que quedaba del calabacín.
El joven modelo frunció ligeramente el ceño. Estaba reventando de ganas y Devlin seguía desesperándolo. ¿Cuánto podrían aguantar en esos juegos? Sus ojos se desviaron un momento hacia el tazón de fresas para luego volver a posarse sobre los ojos del rubio. Alzó una ceja y su mano se alargó hasta tomar una de las regordetas frutillas.
—¿Qué vas a hacer? Eso quiero verlo amor —La voz le salió entrecortada y muy aguda debido a su necesidad, pero su ceja no se quedó abajo, igualó a Ulisses. Aún sonreía y su expresión seguía siendo maligna empuñando aún el vegetal.
En silencio, el moreno llevó la fruta a sus labios y tras pasar su lengua por ella hasta dejarla brillante y húmeda, comenzó a moverla por todo su pecho, pasando por sus pezones y luego bajando por su abdomen hasta llegar a su pelvis. Observó entonces al rubio y volvió a subir hasta dejar de nuevo la fruta entre sus labios. Una sonrisa traviesa se dibujó en su rostro cuando alzó las caderas y dejó que la pequeña invasora se insertara en su hambriento agujerito.
—¡Por todos los…! —Jadeó aún con el mínimo de aire en sus pulmones —No sabía que estuvieras tan hambriento. —Se inclinó sobre el modelo y le dio un beso en los labios, luego volvió a su anterior posición y esperó por lo siguiente de tan interesante espectáculo, jamás hubiese pensando que Ulisses fuese tan… anal, pero debió tener una sospecha desde que empezó a tentarlo para ser penetrado a pesar de la locura de una primera vez sin lubricante.
—Pues ya ves… —el joven comenzó a meter más la fruta, moviéndola en círculos hasta dejar solo la matita verde visible —necesita comida también…
La dejó allí metida y le sonrió al rubio mientras se erguía y se giraba para quedar a cuatro patas sobre el estrecho mesón.
—¿Tienes una buena vista?
—Fiuuuuuuuuuuuuuuu, seguro dulzura —Devlin estaba impresionado por tener en su cocina su propia película porno, encarnada en la figura de su novio, y claro, no perdía detalle, dentro de poco, y conociendo el cuerpo del moreno, la frutita explotaría y quería saber qué pasaría después de ello. Acarició su miembro tratando de apaciguarlo, totalmente expectante.
Ulisses apoyó sus manos en el borde y abrió más sus piernas, sintiendo cómo la fresa entraba más, conquistando su palpitante entrada. Jadeó y apretó entonces sus músculos, cerrando las piernas hasta hacer que la frutilla sucumbiera y regara sus jugos hasta desbordarse y gotear.
—Necesito algo más duro —vio a Devlin por encima de su hombro, abriéndose de nuevo dejando a la vista esa humedad frutada
Devlin acercó su lengua y le dio una suave caricia esperando una nueva palpitación. Retiró las pequeñas hojitas, un elemento poco sexy en la seducción del modelo. Se retrajo de nuevo esperando, quería que Ulisses se consumiera a sí mismo.
—Ohh Dev, ten piedad —gimió alzando sus caderas hasta que su pecho tocó el mesón—, te necesito ya…
Soltó una risita nasal y tomó su miembro entre su mano para empezar a frotarlo como si estuviera sólo, ignorando a propósito a su novio, cerrando sus ojos, echando su cabeza hacia atrás por el placer pero sin despegar sus ojos de ese trasero expuesto y apetecible.
El joven gimoteó frustrado, irguiéndose de nuevo para poder acariciar su miembro que ya estaba húmedo y tan duro que un siseo escapó de su boca cuando lo tomó en su mano. Comenzó a masturbarse con intensidad mientras su otra mano iba dejando que sus dedos hurgaran el lugar que su novio se negaba a visitar. Frunció el ceño porque sabía que era una especie de castigo por su comportamiento infantil previo.
—Mmmh me encanta lo que veo… —Pero no se refería a las manos del moreno, sino a su carita de desesperación, se bajó del mesón casi viniéndose y se fue desnudo hasta el salón, apoyando los codos en la tarima de madera frente a la ventana, mientras se sentaba en el suelo con las piernas abiertas. —Ven por mi dulzura…
Y esa era una orden. Ulisses paró sus caricias y se bajó, caminando hacia el cantante con una erección tambaleante y una entrada más que lista. Se agachó, abrió las piernas y mientras su boca rozaba la de su compañero, su mano tomó el duro miembro y lo guió hasta la rajita deseosa, ensartándose casi con desespero.
—¡Ahh! —echó la cabeza hacia atrás y dejó que sus manos se apoyaran en los muslos torneados, comenzando a moverse en círculos, masajeando su interior con una sonrisa lujuriosa
—Mhh —Devlin abrió la boca para sentir enteramente lo que sucedía allí, luego abrazó a Ulisses —Me encanta cuando me posees así… —Pero lo lanzó al suelo y volvió a apoderarse de sus piernas, besando los tobillos y luego apoyándolas en sus hombros para hacer la inserción más profunda. Sus embates se volvieron furiosos, desquitándose contra su pequeña víctima que lo abrazaba y lo envolvía en su cálida necesidad.
—¡Así! ¡Ahhh! —sus manos se enterraron en su espesa cabellera, gimiendo como un gato en celo y con la vista nublada por el placer. No sabía que podía llegar a ser tan elástico, pero su cuerpo no dejaba de maravillarlo. El sudor lo perlaba completamente, podía sentir los riachuelos corriendo en su espalda, casi consumiendo el suelo alrededor. —Amor… allí… ¡mais forte!
Devlin se detuvo totalmente, no podía respirar bien debido al impacto de emociones —Dime… que dijiste antes… —No reanudaría su movimiento hasta saberlo.
—Mmmhh —Ulisses movió sus caderas, despejando con una mano los cabellos que ya se le pegaban al rostro —¿ahora?... he dicho que me des más fuerte —sonrió respirando agitado
Devlin se salió de su confortable cárcel y aunque lo sintió como si lo desgarraran descubriría lo que quería —Antes… cuando te enfadaste.
El joven protestó al ser abandonado, pero supo que Devlin no seguiría hasta saberlo.
—Te dije… —jadeó—… que te quería dentro de mí…
El rubio sonrió con todos sus dientes —Que sexy… —Lo penetró de nuevo en un solo embate —Dilo de nuevo… me encanta oírlo… no me importa el lenguaje.
—¡Ahh! Sii… justo así —apretó con sus dedos sus erectos pezones—dentro…  de mí
Un pequeño gemido salió de la garganta del rubio y retiró las manos del joven de su pecho para dejar que sus labios y su boca hicieran el trabajo mientras su cadera casi lo arrastraba por el piso con la fuerza de cada empuje sobre la madera pulida.
Ulisses se entregó por completo a las sensaciones, dejando sus brazos extendidos y sus ojos cerrados. Sonreía a cada embate, se sentía el más pervertido y lujurioso sobre la faz de Londres, pero poco importaba.
—¡Uhh!, Dev, Dev… me gusta —sus manos fueron rápido a los cabellos rubios, alzándole el rostro para atraerlo y darle un beso de esos que los dejaban sin aliento (y casi sin saliva).
Correspondió a sus gruñidos arrojándose más sobre él, sus manos tomando el cabello y manteniéndolo lejos de su frente como tanto le gustaba hacer, sus dedos bajaron para circundar el rostro y siguió besándolo a medida que su pelvis se pegaba más a la de Ulisses tratando de estimular su miembro de esa forma. Se arrancó de esos labios para tomar aire al jadear cuando sintió la suavidad de la zona y a su mente vino la imagen de ese pubis lampiño, algo que aumentaba su morbo a límites increíbles. Tenía la sospecha de que siempre sería así.
—Tremendo —jadeó sintiendo cómo su próstata mandaba señales de estar al límite—, me encantas… amor… ¡ahh, más fuerte! —movió sus caderas sintiendo que su momento se acercaba
Apretó los labios perdiendo más oxígeno con cada roce, esperando que Ulisses diera la señal para seguirlo, o tal vez…
El joven se irguió un momento y detuvo al rubio, jadeándole en los labios, viéndolo con los ojos vidriosos por el placer. Estaba a un milímetro de explotar, pero quería postergar un poco más para hacerlo a lo grande. Sonrió a pesar del cansancio, mordiéndose el labio mientras se desacoplaba del grueso miembro que lo taladraba, girándose para quedar a cuatro patas. Quería que lo tomara así.
—Ulisses… —Devlin apretó los dientes y lo complació, haría todo por él así no le agradara mucho. Así no podría ver su carita llena de placer. Se acopló de nuevo un tanto agradecido por tanta confianza.
Al modelo no le llevó mucho tiempo alcanzar el punto máximo. Su voz se regó por todo el apartamento como un gemido de gozo demasiado fuerte para su gusto. Apretó los ojos y su cuerpo se estremeció, engullendo aun más a Dev mientras iba cayendo hacia delante, rendido por el intenso orgasmo.
El cantante apretó los dientes sintiéndose un héroe mientras se contenía a pesar de la presión. Cubrió con su cuerpo el otro con la máxima voluntad de no satisfacerse. Quería aprovechar a Ulisses así mientras lo tuviera.
—Mmmm… amor —balbuceó el moreno sonriendo al sentir el peso sobre él—algo… me dice… que aun… puedes moverte otro poco —ladeó el rostro y le sonrió con picardía
—No me presiones… me gusta estar así —rió y lo ladeó para acomodarse mejor a su lado. —quiero ser tu manta por un ratito, mientras que llega… ¿Te he dicho ya que te voy a extrañar? —Aún jadeaba pero trataba de distraer su mente con cosas varias, como la sensación de enfermedad que le inundaba el estómago mientras recordaba el paso del tiempo ¿Qué demonios le había dado Ulisses? Él quien nunca había tenido una pareja, que creía no necesitarla, y sin embargo ahora era dependiente de las reacciones del brasilerito, tenía respuestas ante sus sentimientos  y sus pensamientos.
Que había dejado su orgullo un poquito de lado para decirle que estaba hiriendo sus sentimientos. Lo estrechó entre sus brazos mucho más. Había hecho en su vida cosas peores que tener sexo en un piso reluciente de madera, pero de alguna manera sentía que aquello no era lo apropiado si su compañero en tal situación era Ulisses.
Le gustaba más verlo en una cama… en su cama.
Su pelvis tuvo una contracción tratando de liberar la presión en sus testículos y se obligó de nuevo a pensar en otra cosa. Era una pelea contra sí mismo, y el premio era su autocontrol. Necesitaba sentir que frente a Ulisses le quedaba algún rescoldo del Devlin Ford frío y casi asexual que había sido hasta ahora.
Aunque si debía ser sincero, lo cierto es que quería enviar al quinto infierno a ese Devlin sólo por probar cómo era ser como el resto del mundo. Se acomodó mejor contra el moreno, meneándose por entero con el frío golpeando su espalda.
Ulisses jadeó ante la ola de sentimientos que lo atacó de repente. ¿Cómo iba a tener la suficiente fuerza de voluntad para salir de allí y tomar un avión tan lejos de Devlin? Sabía bien que se iba a morir a cada milla, cada kilómetro… ¡cada centímetro que se alejara! Aquel hombre le había dado en unos días la prueba que siempre había necesitado para creer en eso de que existía alguien para cada quien… y con el nuevo matiz de que no importaba el género. La conciencia de saberse completo de aquel cantante y de que con ninguna otra persona (hombre o mujer) iba a sentir lo mismo, le hacía pegarse aun más a ese cuerpo, a deleitarse con cada movimiento y a hacer a un lado el frío de la noche que casi entraba en la madrugada.
«Sólo será un tiempo… unos días… meses…»
—Yo voy a extrañarte tanto que tendré que llamarte a diario —acarició las manos que le rodeaban la cintura y gimió, aun sintiéndolo en su interior en esa lucha de autocontrol. Tan solo sentir el calor del rubio en su espalda lo hacía bombear más sangre hacia su miembro, jurando que podría acabar de nuevo. Su brazo se hizo hacia atrás y su mano acarició los cabellos y la nuca de Devlin, portándose cariñoso, rendido ante su novio… su pareja. —Mmm… así amor… lléname —jadeó apretando adrede su interior.
—¡No! —Pero fue demasiado tarde, sus entrañas dejaron libre el placer que lo atosigaba a pesar de que su cerebro estaba en contra, un fino chorro salió constante antes de que los espasmos aumentaran desordenando todo el éxtasis controlado que había deseado.
Jadeó en desmayo mientras apretaba más al moreno entre sus brazos, sintiendo que una vez evacuado no duraría mucho tiempo en su refugio.
Ulisses gimió al sentir la descarga, apretando para no dejar salir nada de allí dentro. Sus manos se entrelazaron con las del rubio y le sonrió, girando el rostro para darle un beso.
—Te juego sucio ¿eh? —murmuró riendo mientras meneaba las caderas para darle los últimos masajes—, es que me gusta tanto… me has malcriado…
—Seguro que si —Jadeó —Me costará la vida —En medio de su respiración cortada le mordió el lóbulo de la oreja —¿Siempre te ha gustado tanto hacerlo? —Su curiosidad era genuina, después de todo, desde que habían empezado a tener un contacto más íntimo no habían descansado, o quitado las manos de encima.
—Mucho —le acarició los muslos y le apretó la cadera—, pero a pesar de la fama que Simon se ha encargado de difundir sobre mí, las féminas no desfilaban frente a mi recámara —suspiró acomodándose mejor
—Disculpa si no te creo —Se liberó de la calidez que lo consumía y se volteó a medias llevándose una mano a la frente, mirando al techo e intentando llenar sus pulmones de oxígeno. —Me refiero a que… ¡por dios! Seguro te has visto en un espejo. Si hasta yo levanté una ceja cuando vi tu book. —Lo abrazó de nuevo y mimó la oreja que tenía más cerca a sus labios—Y créeme, lograr eso no es sencillo.
El joven se ruborizó ligeramente, pellizcando la mano del rubio.
—No he dicho que las féminas no quisieran —se giró y le observó serio—, muchas eran muy insistentes y en alguna u otra ocasión mi cuerpo pudo más —jugó con las rubias hebras, bajando sus dedos por el borde de la cara hasta delinear los labios —pero la mayor parte… prefería quedarme oculto, tranquilo —sonrió—, claro, ya conoces a Simon y él se encargaba de darme la fama para despertar interés…
Devlin se removió y se acostó sobre él apoyándose en sus brazos como si fuera por otro “round”. —¿Y desde ahora? ¿Qué va a suceder con todas ellas cuando vuelvas a tu residencia? —lo miraba sumamente interesado, aunque no podía negar que sentía una molestia de algo parecido a la aprensión en la boca del estómago.
Ulisses le sonrió mientras lo peinaba con sus dedos.
—Se quedarán afuera porque ya tengo un letrero que dice: “propiedad de Devlin Ford” —le dio un beso suave—, soy fiel Dev… eres mi novio y te respetaré así estemos en los extremos del mundo.
El rubio tomó su mano que lo acariciaba y la besó en la palma —Como rockero sólo tengo algunas exigencias, ya sabes, no carne, mucha agua, poca luminotecnia, y nada de fanáticos en mis camerinos. Supongo que con eso no debes temer que haya un Harry II buscándome.
—Mmmm, más les vale no tocar lo que es mío —se soltó y le rodeó el cuello— no querrás verme celoso… porque puedo morder rabioso a quien quiera pasarse de listo contigo…
Se inclinó sobre el moreno y echándole hacia atrás el cabello sobre la frente, se dedicó a mirarlo por unos segundos antes de agacharse y besarlo con intensidad, no de una manera pasional y profunda, sino más bien superficial pero en extremo cariñosa. Pasaron algunos minutos antes de que se le acabara el aire, cuando se despegó le sonrió acariciando la barba corta y sexy que decoraba de forma masculina la barbilla cuadrada. —¿Cama y que la pasta sea nuestro desayuno?
—Suena perfecto —suspiró estirándose y halando con sus labios el labio inferior de Dev—, ¿tienes pañitos húmedos? —le hizo ojitos dándole a entender lo que quería hacerle
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Henry Poole no tenía una idea clara de lo que significaba “felicidad doméstica”, sólo una vez había escuchado el término: en televisión. Pero ahora, si lo analizaba bien tal vez podría llamarle así a ese momento exacto en que después de una opípara cena, Brandon Hardy se lo había follado con ganas… tres veces.
De otro lado, el hombre había sido tierno y considerado a un nivel en que casi le brotaban las lágrimas. Y le gustaba como cocinaba y que no le dejara ni lavar la loza. Dadas todas esas circunstancias, estaría volando en el mundo de la sospecha sobre dudosas posibles razones de Brandon para halagarlo de esa manera, pero la forma en que tenía a Rudy, como lo amaba a él también, mataba cualquier suspicacia. Nadie podía ser tan amante de un perrito y tratar a un ser humano como lo habían hecho todos sus amantes exceptuando a Santiago.
Su dedo repasó la nariz y los labios del hombre mientras el pelirrojo se acomodaba mejor sobre su pecho —¿Hambre? —Y por una vez no se refería a la sexual, sino a la física. Había gastado tanta energía en las últimas horas que su cuerpo delgadito y pequeño no lo había tolerado muy bien. —¿Estás despierto Mr. S? —le repasó los labios con su dedo y se rindió, iría él mismo a rebuscar entre las ollas.
—Mmmm… ¿a dónde va mi bello muso? —murmuró Brandon tomándolo con suavidad del brazo, abriendo al fin los ojos —¿hambre? —se irguió y le dio un beso en el hombro, viéndolo aun en la nube de sueño —prepararé algo para ti… ¿qué se te antoja?
—¿Unas galletitas? ¿Un té? Dime dónde están y yo voy, es que no quiero ser abusivo y rebuscar entre tus cosas… —Ya Rudy había levantado su cabecita desde su confortable cama para perros y estaba mirándolos con los ojos a medias cerrados.
—No es abuso —le dio un besito en la mejilla y se escurrió hacia un lado, parándose desnudo como estaba —ven aquí… vamos a la cocina, comemos galletas de chocolate, tomamos té… y si te da más hambre, aun tengo pastelillos guardados por allí
Rudy los siguió mientras Harry corría tras Brandon envuelto en una sábana y empuñando otra, cuando lo alcanzó se la echó encima refunfuñando —¿Vecinos? —Murmuró ante la mirada de Brandon.
—De viaje —sonrió—, además… en la intimidad de mi casa puedo hacer lo que quiera —sonrió colando las manos entre la sábana que cubría al pelirrojo, apretándole las nalguitas—mmmm… rico…
Harry le hizo unas trompitas bastante explícitas —¿En ese caso yo también podría andar desnudo por tu casa con las luces encendidas?
—Y hacer cuanto quisieras —lo meció un poco hasta llevarlo así a la cocina—, cerramos cortinas si te sientes vergonzoso —le hizo ojitos—, aunque dar envidia siempre me ha llamado la atención…
—Eso me suena a escena trillada de serie yankee… —Su trompita no desapareció. A Harry le encantaba ser exhibicionista, al punto que su único trabajo hasta la fecha había sido dentro de una jaula colgante en un bar gay, pero por alguna razón no quería que Brandon anduviera así, como también le había entrado cierto pudor, en ese justo momento, de que lo vieran teniendo sexo con el hombre. Se dejó abrazar estrechamente analizando esos sentimientos extraños para él.
—Mmm… joven Poole, no me ponga esa carita —se enredó en la sábana y le acarició los cabellos. Algo le decía que el bello pelirrojo tenía ciertas reservas al respecto—, mejor lo mantenemos todo en esta rica intimidad… no quiero que mis vecinos vean lo hermoso que eres…
—Me gusta que me digas esas cosas —Se metió más entre las sábanas decidiendo que dejaría esas reflexiones para más tarde, estaba cansado de pensar como lo había hecho toda la primera parte de la noche mientras Brandon dormía a su lado. —Dame unas galletitas y a dormir, debo madrugar. —Le sonrió y le dio un beso.
Brandon sonrió y lo abrazó, dándole besitos en el cuello.
—Sale ración de galletas y té… luego me acomodo para ser tu colchón.
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Simon suspiró y entreabrió los ojos. Se había despertado luego de girarse y darse cuenta que la calidez a su lado no era un sueño. Santiago estaba allí, durmiendo a su lado, con esa expresión tan serena y varonil que le daban ganas de tomarle una foto. Se irguió hasta sentarse mientras se frotaba un ojo, observando el reloj. Comenzaba la madrugada y dentro de poco tendría que irse.
Masajeó su hombro y volvió a recostarse, acurrucándose en el pecho del español. No quería salir de esa cama en mucho tiempo.
Santiago lo abrazó y sonrió estrechándolo con naturalidad contra su cuerpo, luego apoyó su barbilla sobre la cabeza del castaño —Aquí estoy cariño, duerme. —Y él siguió en lo suyo: la fuerza de la costumbre de haber vivido por varios años con Simon y sus problemas para dormir.
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Hasta la próxima!!

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