Capítulo 1
Acababa de cortar la llamada, y después de la agria discusión la verdad es que el latte suave que se estaba tomando empezó a saberle amargo, miró con gula hacia los mostradores decorados a juego con los exquisitos pasteles que exhibían. Estaba en el Bea’s, una exclusiva pastelería de Theobald’s road, y su lugar favorito cuando quería escapar de sus propios demonios. Adoraba los dulces.
Sabía que Santiago, su representante de años, quería lo mejor para él. Como buen agente estaba siempre dispuesto a ayudarlo y a presionarlo en el buen sentido, después de todo él lo había impulsado a revivir su carrera cuando las antiguas bandas volvieron a la vida gracias a VH1.
Devlin Ford había sido el bajista y apoyo vocal de un reconocido grupo musical de principios de los noventa, una propia interpretación británica del grunge. Pero aunque tuvieron cierto éxito en el mundo anglo y en Alemania, todo había quedado en nada ante el relativo esplendor de Nirvana, sus compañeros, ebrios de fama y queriendo todo fácil, tomaron caminos separados, después de la última discusión ninguno le había dado ni siquiera una llamada a Devlin. La verdad es que no podía culparlos, en ese tiempo eran un cuarteto de adultos jóvenes, llenos de hormonas y drogas hasta el tope, y a pesar de la fama de “frescura” de los británicos, no se habían tomado nada bien el que Devlin prefiriera a los machos como compañía en su habitación de hotel.
Años después, Santiago lo había contactado a su retirada casita al norte de la isla. Se había presentado a sí mismo y le había dicho que creía que su carrera se podía resucitar, eso sí, en solitario.
Lo cierto es que al principio había estado inseguro, en la banda siempre había seguido las directrices de Mike, el vocalista y guitarrista principal. Santiago le aseguró que su voz estaba infravalorada, que era él quien debía desempolvar las cuerdas vocales y agarrarse del revuelo de la época para volver a estar en primeras planas.
La idea le gustó, llevaba una década escribiendo canciones y componiendo música, un cartapacio de partituras inundaban su estudio a la espera de ser usadas, Santiago Vélez había aparecido justo cuando estaba pensando venderlas al mejor postor y empezar su carrera como compositor. Eso en el caso de que tuviera suerte, claro.
¿Si podría conseguir éxito a los 32? Santiago estaba seguro de eso, su rostro parecía de 25, pero necesitaba arreglos, comenzando por reducir la “encantadora” barriga de años sin oficio, tonificar músculos, conseguir un decente bronceado que no fuera naranja, y dejarse crecer apenas la barba. Si Sting y Bono podían verse magníficos a su edad, ¿porque no Devlin Ford? Ahora que tenía 38 sus facciones no habían cambiado casi en nada, solo habían madurado lo suficiente para que su rostro fuera en exceso interesante y resultara la perdición cuando dejaba que la barbita dorada de unos días asomara.
¿Y sobre el relativo escándalo de su homosexualidad? Bueno, Megan Foxx había dicho que era bi, Sir Ian McKellen era gay (además de un increíble Magneto) y para ejemplos más cercanos… ¿no había escuchado hablar de un norteamericano, Adam Lambert, ex American Idol, que proclamaba a los cuatro vientos sus preferencias? Devlin se sintió con fuerzas ante la evidencia, aunque no pudo evitar fruncir el seño ante la pinta recubierta de maquillaje y oropel de Lambert, parecía un Liberace del nuevo siglo.
—Y eso que no has visto a los orientales o a los alemanes… te escandalizarías amigo.
Entre los frenéticos meses que siguieron aparecieron una y otra vez los comentarios y las preguntas directas sobre su homosexualidad, ya Devlin tenía confianza en responder afirmativamente, era increíble que las mujeres lo vieran ahora con brillitos en los ojos y los hombres más agresivos lo observaran con un leve tinte de reservada admiración.
Los tiempos habían cambiado… gracias a Dios.
Y así, gracias a su agente español (admirador de su ex banda) Devlin Ford se relanzó al mundo de estrellado, esta vez en solitario y a una edad seductoramente madura, en poco tiempo escaló a la cima. Incluso Mike lo había llamado y si bien fue cortés, nunca le dio esperanzas para que el rubio guitarrista pensara que podía anclarse de su reciente éxito.
Pero en medio de toda esa fama, de su cuenta supuestamente rebosante de libras esterlinas y persecuciones paparazzi cuando salía de su país, Devlin Ford seguía sintiéndose incómodo. Los medios preguntaban por su pareja, él no tenía ninguna claro, ni siquiera ocasional, ningún fanático escogido al azar en un concierto. Parecía que la isla entera esperaba que se presentara, cual Elton John, ante el mundo entero, con un apuesto chico del brazo. Seguro de ahí se agarrarían para hacerle la vida trocitos como ocurría con George Michael.
Sin embargo el nombrado Caballero, cantante, esposo feliz y Cupido más famoso de Gran Bretaña había fallado. Innumerables fiestas después, Devlin seguía solo. A decir verdad, con sus hormonas reposadas y pensando que tenía toda la vida y toda la fama por delante, sentía que podía escoger de un momento a otro. Ya saben, conocer a un lindo varón de sonrisa espectacular y sentimientos sinceros que lo esperara después del trabajo y sirviera como su musa, para crear ese ambiente de intimidad que tanto deseaba.
Pero el acoso del público era desesperante, todas las revistas tenían las mandíbulas abiertas sobre él, listos para lanzarse ante un jugoso avistamiento de su vida privada. Así que Ford había tenido una idea, y se la había pasado a Santiago. Su representante se había mostrado contrario a ella desde el principio:
—Es una apuesta arriesgada Devlin, una cosa es que tus letras sean ambiguas sexualmente, y otra muy diferente salir en un video profesándole tu amor a otro hombre. La sociedad está más liberada, pero no creo que el mundo esté listo para soportar eso de un reservado cantante occidental.
Sin embargo, Devlin estaba seguro de que sería una apuesta segura. No se iba a quitar la ropa en ninguna toma, tal vez un poco de piel y ya, escenas veladas de amor gay (un éxito seguro entre la comunidad y las féminas que no tenían nada que temer ante el poder de su sexualidad) y todo muy sutil, había pasado noches enteras recreando en su mente el concepto. Estaba listo le gustara o no a Santiago. Si podía quitarse a la prensa de paso, pues serían dos blancos en un solo tiro.
***
El chofer detuvo la marcha de la lujosa limosina negra cuando el altísimo edificio de apartamentos en la 5ta avenida se dibujó tras la esquina. Algunas personas no dudaron en voltear a ver (aunque era común ver aquellos automotores poblando las calles neoyorquinas), la curiosidad residía en ver quién venía dentro. Unas largas piernas ataviadas con un entallado pantalón negro dejaron ver su firmeza al salir cuando la puerta fue abierta por el conserje.
—Buen día, señor
La estilizada figura se puso de pie y reveló un cuerpo en perfecta condición: ancho pecho marcado de músculos, abdomen plano, caderas definidas y un trasero bien firme. La bronceada piel invitaba a acariciarla, perderse en sus poros hasta bien entrada el alba. Llevaba una camiseta blanca sin mangas ajustada, una chaqueta del mismo color que los pantalones y unos lentes oscuros que quitó para revelar unos bellísimos ojos de color casi gris.
—Buen día —la voz varonil se regó mientras cruzaba la puerta en dirección al ascensor. Pulsó el botón y esperó paciente, con una expresión de falsa serenidad. Cuando el timbre de llegada sonó, entró y se recostó en la pared de platino, observando su reflejo en las puertas.
Aquel día podría ser como cualquier otro en la vida de Ulisses Mateus, pero no sería así. Apenas unas horas atrás, había rechazado una oferta de trabajo tan importante que ya temía las consecuencias. Su manager seguramente había caído en la histeria y podía comprobarlo por las dieciocho llamadas perdidas (y contando) dejadas en su celular.
Suspiró y acomodó sus lacios cabellos oscuros. Notó que su barba comenzaba a asomar, así que el primer paso sería rasurarse luego de echarse a dormir. La vida de un “supermodelo” era cansada y de eso daban cuenta sus ojeras pronunciadas. No había pegado ojo en toda la noche de regreso a casa y aunque la promesa de quedarse tendido en el colchón, desnudo y enredado entre las sábanas era tentadora, sabía que sería casi imposible. Ya sentía los pasos de su manager plantándose en su piso para demandar una explicación.
«¿Y qué explicación más de lo que se ha visto?» Pensó llegando a su puerta, abriendo rápidamente para buscar su colchón. Quizá el mundo en el que se movía era demasiado frívolo, pero él aún era fiel a ciertas convicciones. Y no lo harían cambiar solo por dinero, eso no. Era una de las más importantes premisas que colmaba su lista de aspectos a mantener intactos si al final de su carrera quería seguir siendo auténtico.
—Menudo lío —se lanzó al colchón y observó por un momento el inmaculado techo. Sí, realmente los lujos eran buenos, pero a veces lo material quedaba un poco de lado.
Se desnudó como pudo y tras dejar todo tirado, apretó el botón para bajar las cortinas eléctricas y que todo quedara en completa oscuridad. Se hizo un ovillo de piel canela y se dejó arrastrar por el sueño por el tiempo que pudiera.
***
Después de abandonar Bea’s, Devlin se había ido caminando por la ciudad. Eran las diez de la mañana de un martes cualquiera y Londres estaba cómodamente vacía, la gente estaba en sus oficinas, hogares o colegios, nadie lo estaría cazando como cuando era fin de semana. Su peluca de cabellos negros, su gorra de lana (al más puro estilo de Collin Farrell) y sus gafas ordinarias, seguro eran disfraz suficiente.
Llevaba en la mano una de las fastuosas cajitas de la pastelería con un sabroso arsenal de la especialidad de la casa: cupcakes recubiertos de azúcar de colores y rellenos de más dulce. Saludó a Arty; el dueño del kiosko de periódicos de la esquina de su cuadra, un galés bastante amable que presumía de 180 kilos distribuidos entre panza y brazos de boxeador.
Arty era confiable, además tenía la sospecha de que el hombre se divertía pasándole los tabloides que publicaban chismes sobre él.
—¿Ya vio el último señor? —le medio gritó cuando ya se retiraba para ingresar a la portería de su edificio. Devlin se volteó y divisó el escalofriante logo de The Sun a la distancia, él estaba en primera plana. Le daba terror ese diario y al mismo tiempo lástima por los pobres árboles desperdiciados en semejante basura. Sonrió sin embargo y se dirigió hacia Arty con una sonrisa en sus dientes naturalmente impecables y rectos (una característica sacada seguramente de un antepasado continental), tomó el diario en su mano desocupada y entrego un billete a cambio ¡Además tenía que pagarles por saber que nueva cochinada habían escrito!
Claro, era culpa de Arty, ¿cómo podía uno decirle que no a un oso amable y sonriente?
Caminó de nuevo a su edificio mientras desplegaba bien el diario, allí, en primera página se cuestionaba la sexualidad de Devlin, The Sun sugería que era hetero y que solo declaraba ser homosexual para darse importancia y lograr algo de fama en los medios.
Una tontería total, Devlin no tenía nada que probar a esas alturas de su vida. No estaba dispuesto a pavonearse por ahí junto con un harén masculino solo para satisfacer a los tabloides.
Debajo de la fotografía el diario aseguraba tener pruebas de la distorsionada sexualidad del cantante. Amplio despliegue en las páginas interiores.
Sin embargo, no fue mucho más allá, con la bolsa de Bea’s colgando de su boca, y con un amasijo de papel y llaves en las manos, Devlin se fijó por casualidad en el artículo de más abajo. Uno de los top models de América caído en desgracia por hablar en contra de la campaña publicitaria de Valentino para la temporada invierno 2009 – 2010, más información en el interior.
Solo por la fotografía del magnífico hombre, Devlin se quedó reteniendo la puerta con un pie, concentrado en la breve nota al interior. La historia era increíble, solo podía darle esa cualidad porque al fin un modelo masculino parecía tener algo en la cabeza; era un sexy brasilero que había rechazado públicamente participar en los desfiles de invierno en protesta por la utilización de pieles de animales.
El cantante se decidió a entrar y tomó rumbo a las escaleras (odiaba los ascensores) mientras revisaba la publicación. Una idea se le formaba en la cabeza mientras examinaba los ojos de acero, la leve barba oscura, las cejas súper pobladas y la gloriosa mata de cabello oscura de un sexy trigueño de unos 24 o 25 años, posando de forma relajada y seductora ante una cámara.
Un hombre con Sex Appeal y neuronas.
Como pudo, sacó su celular del bolsillo y colgó la bolsa de dulces en la chapa de la puerta.
—¿Alou? ¿Santiago? Firmemos un pacto de amistad, Búscate la ficha de un tal Ulisses Mateus de Brasil y verás que no hay nada que temer.
***
Los gritos de Simon Gray parecían aun rebotar por las paredes blancas del amplio apartamento. Definitivamente el manager estaba histérico con todo el problema que se le había venido sobre los hombros: un directo rechazo por parte de uno de los diseñadores más importantes, una fuerte llamada de atención por parte de la agencia para la cual trabajaba y un padecimiento más a su larga lista de enfermedades por el estrés. Ulisses estaba seguro que Simon no había renunciado a ser su manager sólo porque desde hacía muchos años eran excelentes amigos. Pero eso no compensaría el hecho de que ahora parecía sufrir del “karma” por hablar en contra del mundo de la moda. Nadie quería darle trabajo y las cuentas comenzaban a ser pesadas para pagar.
¿Qué haría ahora? No era un iletrado, claro está, pero tampoco tenía un alto nivel académico que le permitiera optar a un empleo donde al menos ganara una sustanciosa cantidad que le permitiera mantener su exquisito estilo de vida. ¿De dónde sacaría el dinero para pagar el lujoso apartamento?, ¿las tarjetas de crédito?, ¿el gimnasio, el club de tenis?
«Estoy acabado» Hilvanó en su cabeza cuando vio la larga lista de correos electrónicos enviados desde distintas páginas de contenido homosexual. Claro, un cuerpo caído en desgracia y pronto los buitres atacaban para ver qué podrían obtener. Y aunque algunas propuestas sonaban atractivas, él no se veía tomándose fotos eróticas, ni mucho menos actuando en algún video porno. Aunque vendiera bien, un repentino pudor por no mostrarse en esos sitios le invadió el cuerpo.
¿Y si tenía que llegar a esos extremos? Un suspiro derrotado y una mano alborotando sus cabellos fue la única respuesta. Se levantó de la mesa dispuesto a no seguir viendo más de ese correo basura, pero la llegada de uno nuevo lo hizo alzar una ceja. Era de su manager.
—¿Seguirá aplicándome la ley del hielo? —desde que no le había contestado el celular, aquel había sido el único medio para comunicarse. Incluso se había puesto terco para no contestarle él las llamadas y devolverle por correo un: “¿vas a disculparte públicamente?” eso jamás.
Leyó con interés lo mencionado por su amigo y entrecerró los ojos cuando observó el nombre de aquel que pretendía hablar de negocios ¿De dónde le sonaba? Miró hacia todos lados de su apartamento, tratando de encontrar de dónde era que le parecía conocido. De repente, un rayo de iluminación trazó su melenuda cabeza, haciéndolo abrir una pantalla de búsqueda y teclear el nombre de aquel grupo musical que tanto le gustaba. Sí, era ese el nombre.
—Devlin —sonrió con sus blancos dientes
“Diles que será un placer hablar de negocios.”
--- Fin del capítulo 1---
Y bueno eso fue todo por esta semana.
Dream además de estar en mi cuenta de Slasheaven puede ser encontrada en AmorYaoi (Con la cuenta de Amy) y en nuestro blog, el mismo que iremos actualizando y completando a medida que la historia avance, pues, para que no hayan adelantos no deseados XD
Ahora sí el parloteo:
Estamos muy emocionadas con la publicación de este capítulo, no es la primera vez que escribimos juntas, ya habíamos hecho el fic de un original de París Atreides y Tensai, además tenemos otra historia en el tintero que ha avanzado bastante. Así que esperamos trabajar juntas por mucho tiempo más, porque ideas nos sobran.
¿Qué más? pues esperamos que les guste, que nos dejen comentarios en cualquiera de las entradas donde se publique esta historia, para saber entre otras cosas, si les interesa el tema, si lo estamos haciendo bien y si les gusta.
Creo que eso sería todo.
Gracias por leernos!!
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