Los acontecimientos se habían desarrollado rápidamente, y Devlin estaba más que contento, hasta a Santiago le había parecido que la idea de contratar al señor Mateus era buena… con esa cara, con ese cuerpo y con esa forma de revolucionar a los medios, era justo lo que necesitaban.
Mientras MTv desde Estados Unidos y Much Music desde Canadá pedían a gritos tener la exclusiva del Making the Video de la nueva canción, Dream, el rubio se había dedicado a revisar la escenografía. Para esto habían escogido una linda casona en Derbyshire, Hardwick Hall, y habían ambientado el vestíbulo y la segunda planta al más puro estilo del video de I would do Anythig for Love de Meat loaf, un clásico de 1993 que había cautivado al público, sólo que Devlin quería una atmósfera más clara y sensual que en el tétrico video original.
La sexualidad lo sería todo en ese video, algo un poco difícil de conseguir si sólo tienes la luz del día para lograr buenas tomas, gracias a que todo el equipo se negaba a trabajar de noche después de los numerosos testimonios de fantasmas deslizándose a través de las cortinas y sábanas blancas que habían colgado a lo largo de la centenaria mansión.
Mientras miraba con satisfacción la cama de estilo isabelino, una copia casi igual a la del video de los noventa, Santiago se le apareció por la espalda.
—Es una lástima que Top of the Pops ya no exista, por mi le dábamos la exclusiva—. El cantante valoró con sus dedos la sensación del damasco borgoña que cubría las sábanas de seda sobre la cama. Ahí se desarrollaría una de las escenas más importantes del video, quería la misma vista aérea y además otra frontal. La casa ya estaba llena de candelabros, cirios, hojas secas y de alguna manera Eric Flint, el director, se las había ingeniado para encontrar la silla y una réplica de la caja musical del video de Meat Loaf. El espacio de la chimenea y la improvisada fuente del jardín en el Old Hardwick Hall en ruinas solo esperaban el arribo de Mateus para comenzar. Perfectas copias para su pequeño homenaje a un cantante que para él nunca pasaría de moda.
—Si quisiéramos hacer un verdadero tributo podríamos conseguirnos un par de chicos en sus veinte, enjoyarlos y subirlos sobre Mateus para que lo laman cuando estén en la cama—. Devlin no pudo resistirse a la cara de Santiago, sus carcajadas rebotaron con ecos en las paredes. Casi todas cableadas y cubiertas de mobiliario.
—¿Quieres que hagamos algo así?
—¿Y seguir parodiando a Francis Ford Coppola? No gracias—. El rubio observó al moreno entre sus pestañas —Presiento además que a ti te daría un síncope en mitad de la toma, ¿me equivoco?
Pero Santiago no le respondió, estaba observando la cama, seguro imaginando la escena, un brillito de lujuria se instaló en sus ojos. Sí, Devlin lo conocía bien. Bajo esa postura recatada que solo vestía con Dolce y Gabanna, sabía que existía un ser lascivo y en el buen camino, seguro que era incansable en la cama.
Comprobar eso era algo que nunca le había quitado el sueño. Santiago no era solo su representante sino su mejor amigo. A los amigos se les respeta.
Carraspeó un poco y los ojos negros del español lo miraron de nuevo. Devlin inspeccionó el área y luego bajó un poco la voz —¿Qué sabemos de Ulisses Mateus? Quiero decir, bueno, ¿no le molestó hacer tomas más o menos íntimas con otro hombre?
—¿Te refieres a si tiene novia o novio?
—Bueno, si, si lo pones así, sí.
—Hombre, Devlin, que se sepa él ha salido con un montón de súper modelos, todas ellas en el tope, el porque aceptó este trabajo es para mi un misterio… si sacamos lo del escándalo de Valentino, claro.
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—Tu carita me transmite un: “no tengo ni puta idea de qué voy a hacer el día de hoy”
—Corta el rollo Simon —, Ulisses jugó con su dedo halando su labio inferior. Debía confesar que era la primera vez en muchos años que volvía a sentir eso que llaman “nervios”. Él siempre era seguro de sí mismo, frente a una cámara su cuerpo simplemente se dejaba llevar y daba los mejores ángulos. Pero esta vez era distinto.
—Recuerdo bien que en aquella sesión estabas un tanto ansioso —Simon seguía picando plenamente consciente de estar siendo una molestia. Pero ver la cara de enfado en Ulisses era épico. Aún más cuando al fin explotaba. — ¿Te acuerdas cuando me hiciste una mueca porque dijiste que habías sentido claramente el paquete de uno de los modelos apretándose contra tu…?
—Corta —entrecerró los ojos y le sacó el dedo, haciendo que Simon ampliara aún más esa sonrisita burlona. Su amigo sabía bien que en aquella sesión se había sentido extraño. Él no era de cuestionarse sus gustos, si algo le gustaba, lo tenía y ya. Y aunque tras esa sesión había tenido un par de tonteos con chicos guapos y sensuales, su preferencia seguía inclinándose hacia el ámbito femenino. O al menos eso quería creer.
—Como sea, apuesto a que ahorita estás ansioso por el tipo de trabajo que te toca realizar.
—¿Cómo es Devlin? —hizo la pregunta tal y como salió de su cabeza. En las negociaciones previas, únicamente Simon se había reunido con ellos, llevando las mejores fotos del Book de su cliente y en representación de sus intereses. Aún no había tenido la oportunidad de ver frente a frente a aquel rubio.
—Amable —Simon sacó su IPhone y comenzó a revisar sus mensajes—, aunque tiene porte de jefe exigente.
—He tenido jefes exigentes y maquiavélicos.
—Oh sí —bostezó—, cielos, ¿cuánto más falta para llegar? —se inclinó sobre el chofer.
—Estamos llegando.
Ulisses observó la locación y las muchas personas que iban y venían por todos lados acarreando utilería, cables y cámaras. Suspiró y abrió la puerta, saliendo con su acostumbrada arrogancia simulada, un arma que Simon le había enseñado a usar para alejar a los débiles y atraer a los osados.
—Me huele a triunfo —Simon caminó con la cadencia que el haber sido modelo le había dejado de legado. Ulisses caminó tras él hasta quedar a su lado, entrando en la enorme casa para buscar al fin al cantante.
—Trata de no abrir tu boquita para hacer comentarios ocurrentes, ¿quieres? —Simon le guiñó un ojo y se acercaron hasta llegar al encuentro de Santiago y Devlin.
Ulisses quiso contestar algo, pero se tragó las palabras para no armar un debate incómodo con su representante.
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—¡Wow, es un muñequito en todo el sentido de la palabra! —Exhaló Devlin mirando por uno de los amplios ventanales frontales de la mansión, a su lado Santiago parecía también muy interesado—. Además sabe hacer las cosas bien. Mira que llegar en limo cuando aquí todos somos de la casa… Tiene estilo, me gusta.
El español estiró su camisa azul celeste y se aseguró de que estuviera bien puesta por fuera de sus pantalones, sus mangas estaba enrolladas en los antebrazos al descuido, sus zapatos convenientes para la ocasión y sus gafas Transition limpias.
Devlin le silbó y de nuevo ecos acompañaron el sonido.
—Nunca me contaste como te fue en esa semana que estuve enclaustrado en el estudio y tú andabas en New York negociando con Gray.
Santiago se dirigía a la puerta dejando atrás al cantante—: ¿Cómo me fue? Bien, supongo, ¿cómo querías que me fuera?
Pero Devlin no le creyó ni un poquito. Si, Santiago era prolijo en su aspecto, pero vaya que se había revisado muy bien cuando el vehículo estacionó frente a la mansión. Algo le olió extraño ahí. Se quedó un rato más en la ventana observando a los recién llegados, sí, ese Ulisses Mateus era un bombón, más bueno que cualquier pastel que hubiese visto en la vida… y había visto (y saboreado) muchos. Lástima, un montón de tiempo y mar los separaba.
Sus pasos sonaron lentos sobre el parqué de la habitación y luego bajó con lentitud la escalera, aunque no lo admitiera, quería hacer una entrada dramática. Lo único malo de hacerla como la quería era que la luz del día se estaba acabando y los recién llegados estarían agotados, le habían informado el itinerario: Vuelo directo Newark – Heathrow, helicóptero hasta Derby y limosina hasta la mansión. Él estaría hecho polvo.
Simon observó a detalle la localidad. La tarde ya estaba cediendo a los pincelazos nocturnos y debía aceptar que la casa comenzaba a serle lúgubre. ¿Sería cierto lo de los fantasmas? Realmente no quería descubrirlo, ese tema era uno de tantos que lo ponían ansioso.
Ulisses detuvo sus pasos cuando la figura del rubio terminó de bajar las escaleras. Sí, ese rostro lo había visto antes. Más joven claro, pero ahora maduro no tenía nada que envidiar. Le concedería el halago de poseer una figura muy atractiva que sin saber por qué, repasó de pies a cabeza. Agradeció llevar puestas sus gafas oscuras, así no delataría su repentino desliz.
—Ah, señor Vélez, señor Ford —Simon sonrió de manera encantadora al ver al representante y a Devlin—, veo que todo está listo y dispuesto para comenzar. Déjenme presentar a mi cliente —observó hacia el brasileño que sonrió de medio lado y se quitó las gafas, revelando sus ojos de mirada profunda.
—Ulisses Mateus —extendió su mano y apretó con decisión—, un placer al fin conocerlo, señor Ford.
Devlin tocó esa mano y sintió un leve estremecimiento, estaba caliente pero para nada desagradable, además apretaba como ya nadie lo hacía, era alguien fuerte y con carácter. Además de sus principios y su lengua directa, el británico estaba seguro de que poseía un montón de cualidades además de las físicas. Sus ojos eran directos y seguros… si tuviera diez años menos…
Sonrió y con la mano que le quedaba libre le palmeó el hombro—: Un gusto, aunque no hay que ser tan formal, igual, vamos a trabajar juntos, soy Devlin Ford, un admirador de su trabajo… y de sus convicciones señor Mateus.
El modelo entreabrió los labios y dejó aflorar una sonrisa de dientes blancos y rectos.
—Sí, mi boca a veces me mete en problemas —rió de manera breve—, pero creo que no los tendremos si estamos en la misma sintonía —posó sus manos en su cintura y medio ladeó la cabeza — ¿sin formalismos?, entonces llámame simplemente Ulisses.
Simon le vio de reojo, sonriendo nervioso ¿Qué le pasaba a Ulisses?, ¿desde cuándo se portaba tan amable con un jefe? Siempre solía ser tosco y seco al hablar.
—O.k. —Le devolvió la sonrisa y recuperó su mano, metió ambas en los bolsillos del jean mirando hacia el horizonte, abajo el equipo estaba subiéndo a su transporte, pronto ellos partirían también.
—Es una lástima que el día haya terminado tan pronto, —Santiago se hizo eco del pensamiento del rubio—. Nadie suele quedarse aquí después del anochecer, sólo los empleados de más responsabilidad, por ahora, todos nos quedamos en una posada cercana, si gustan pueden acompañarnos… Mañana haremos un recorrido por las locaciones y discutiremos la historia del video.
—Me parece perfecto —Simon dio unos golpecitos sobre sus hombros—, estoy severamente contracturado, ha sido un largo viaje.
—Disculparán a mi manager, es un tanto frágil y se cansa con una velocidad asombrosa —Ulisses le miró de manera burlona, vengándose de los comentarios en el auto.
Ante eso, los ojos de Devlin se apagaron, pero sólo sonrió y cerró la marcha para salir de la casa, afuera la limosina siguió por la carretera al Range Rover dónde iba el cantante y su agente, el cielo se oscurecía tras ellos, como tratando de alcanzar a toda la caravana por la carretera, sólo faltaban los monolitos para que pareciera una escena de Childrens of the Stones, la miniserie que había atormentado su infancia.
—Que linda es la juventud, ¿verdad? —Santiago lo miró a intervalos mientras seguía conduciendo.
—¿Por qué lo dices?
—Supongo que es porque a mi edad hacer comentarios tontos no quedaría bien—. Devlin abrió la ventanilla y dejó que su cabello fuera llevado por la velocidad.
—El chico solo intentaba ser amable. Eres muy sensible con las cosas de la edad, y ni siquiera te ves como un viejo, amigo, estamos en la flor de la juventud.
—Supongo que si, solo estoy un poco susceptible.
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—“Mi manager se cansa con asombrosa velocidad” —Simon imitó una irritante vocecilla
—No mientas, no fue así como lo dije —Ulisses ya venía recostado en el sillón, viendo con burla a su representante—, además, ¿qué más da?, ha sido una frase fortuita.
—Supongo que estaremos a mano con esto de los comentarios, ¿no?
—Me parece. Lo que deseo es llegar a la habitación, desnudarme y darme un baño largo con agua tibia.
—Suena bien.
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La mañana había amanecido inusualmente fría a pesar del sol de medio día. El otoño estaba en su tercera semana y Devlin suponía que para alguien que se la pasaba principalmente de Miami a Río de Janeiro, estar en bata, en semejante casona de techos altísimos, tapices siniestros, ventanales inmensos y misteriosas corrientes frías, no era nada fácil.
Él lo llevaba mucho mejor por supuesto, se había criado en el norte de Inglaterra dónde los inviernos no eran precisamente gratos. Bajo su propia bata los bóxers de franela ayudaban a calentar lo más importante, pero el pobre modelo iba casi totalmente desnudo debajo. En ese momento Eric le indicaba la posición a asumir entre el damasco y la seda de la cama, las poses se las dejaba a él a través de los cortinajes en movimiento.
—Pero tiene que parecer que estás en celo. Que te brillen los ojos como si se te estuviera cayendo de las ganas.
Dev arrugó los ojos ante el comentario. Algunos escoceses no se cortaban al decir las cosas.
—Está bien, no será problema —Ulisses sonrió, aunque por dentro debía confesar que se sentía nervioso. Y el frío que se colaba entre sus piernas no estaba ayudando.
«Bueno, es hora de comenzar»
Con movimientos lentos fue despojándose de la bata, revelando sus firmes y tentadoras formas. No llevaba más que un bikini del color de su piel que cubría esa parte de su anatomía que había atraído muchos ojos. Caminó hacia la cama y se trepó, gateando hasta recostarse y acomodar su cuerpo. Los asistentes de vestuario no tardaron en llegar a su lado para cubrirlo ligeramente.
Y entre esos ojos curiosos, había unos rasgados de color miel claro. Debía aceptar que ese cuerpazo se veía mejor en persona que en fotografías, y la justicia de las imágenes no era nada despreciable…
—¡Silencio! ¡Cortinas! ¡Música! —Gritó Eric y la parte de la pista de Dream destinada empezó a romper el relativo silencio de la casa—. ¡Y… Acción!
Las cortinas se movieron en todas direcciones como mecidas por una ráfaga infinita de viento, desde su posición Devlin podía observar como el cuerpo elástico se revolcaba entre la cama, los ojos nunca perdían el lente.
Para ser hetero cumplía a la perfección su papel de estar reventándose de deseo por Devlin.
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Ulisses mientras tanto, simplemente se había dejado llevar. Debía aceptar que la voz de Devlin siempre le había parecido la más seductora en aquel grupo de antaño, y ahora de solista no era la excepción. Poseía la capacidad de acariciar con sus palabras, y eso le estaba ayudando al máximo en su papel de mostrarse deseoso, excitado como nunca.
Sus manos comenzaron a repasar su torso, acariciándose como lo haría sólo en sus fantasías. Su cuerpo se arqueó un poco y apretó las sábanas restantes entre sus manos, simulando a la perfección estar alcanzando el punto culminante.
—¡Wow! Tu chico es bueno—, murmuró Santiago en la oreja de Simon con toda La intensión de espantarlo—, Seguro hay unas escenas que deberemos censurar para los estándares europeos, pero nada que no se pueda vender como extra con el CD.
La piel del representante se erizó al sentir el murmullo de aquella voz a sus espaldas. Ladeó un poco la cabeza y sonrió, a pesar de que se había puesto nervioso por la cercanía. Si ese restaurante en New York hablara…
—Te dije que era el mejor —medio giró el rostro para verlo de reojo—, y algo me dice que tu cliente está bastante entusiasmado con la escena.
Santiago se deshizo de ese incómodo sentimiento de familiaridad que no era propio del trabajo, los ojos de Simon lo llamaban, pero sus palabras le pusieron en funcionamiento aquel órgano de su cerebro llamado “Acciones inmediatas para proteger los intereses de mi cliente”. Y bueno, Dev tenía los ojos como platos y brillantes como si el reflector le diera de lleno, incluso movía su cuerpo de un pie a otro al ritmo de la música, algo que jamás hacía.
Un “crush” era lo último que a todos les hacía falta, hablaría con él más tarde.
—¡Sale cámara aérea! —Gritó Eric y el brazo se elevó un poco más para situarse sobre la cama de postes en la que el modelo seguía exhibiendo poder carnal. Era bueno, no sólo para transmitir emociones sino para mover a la perfección el cuerpo. Eric le agradecía de corazón las horas de edición que se ahorrarían gracias a que el jovencito no dejaba al azar nada y ni siquiera un vello púbico había asomado hasta el momento.
Simon sonrió de manera misteriosa volviendo a posar su mirada sobre Ulisses. Algo le decía que todo el asunto del video y hacer un poco de escándalo en la sociedad le vendría bien al brasileño. Realmente se estaba luciendo y a juzgar por la expresión de Devlin, sin duda le estaba gustando. Y eso podría ser muy, muy provechoso.
Ulisses suspiró mientras se estiraba otro poco, logrando que la sábana siguiera fiel a su piel, creando la ilusión de desnudez completa. Cuando la música cesó, abrió los ojos y los posó de lleno en el rubio que lo observaba desde arriba. Conocía esa mirada… la conocía muy bien.
Su cerebro estaba en modo automático para ese momento, actuó por inercia cuando Eric gritó su entrada, lo mismo su cuerpo cuando se despojó con toda naturalidad de la bata para meterse bajo las sábanas revueltas, esos ojos lo incitaban a hacerle el amor y eso mismo haría. Justo ahí, justo en ese momento.
El brasileño casi sintió el fuego que llevaba Devlin en las venas. Cuando lo vio meterse junto a él y observarlo de esa manera, su cuerpo se quedó quieto, expectante ¿Qué tan explícitas iban a ser esas tomas?
Sintió cómo sus mejillas comenzaban a llenarse de calor. ¿Se estaba sonrojando?
Pero Devlin no pareció darse cuenta del dilema del modelo, se enredó entre las sábanas y estiró su brazo derecho para abrazarlo y darle un beso, sin embargo Ulisses lo rechazó y dio media vuelta hacía el otro lado de la cama dándole la espalda, ¿por qué lo trataba así después de mirarlo con esos ojos ardientes? ¿Por qué le daba la espalda? Una luz se encendió en su cerebro… ¡el libreto! ¡Los dos estaban actuando! Sólo en ese momento cayó en cuenta de las cámaras y la multitud alrededor.
Sintió vergüenza, pero la olvidó cuando Eric gritó con el corte y la toma fija.
—Realmente son muy buenos, los dos. Hemos logrado lo más importante con una sola toma, Ulisses, magnífico y Devlin, es tu mejor actuación.
El modelo se irguió y le observó de reojo, esbozando una leve sonrisa. Aún sentía el acelerado latir en su pecho, los retumbos de su corazón ante la sorpresa al sentir el roce de unos labios. Nunca le había pasado algo así y mucho menos con labios masculinos.
—Algo me dice que este video tendrá muchas visitas en You Tube —Simon llegó hasta el colchón con la bata en mano para cubrir el cuerpo de Ulisses
—La canción es muy buena—el modelo de piel bronceada se puso de pie, colocándose la prenda—, realmente me perdí hace unos momentos —, un leve sonrojo cubrió su rostro, haciendo que Simon alzara una ceja y comenzara a trazar posibles vías en su intrincada mente.
Eric gritó el descanso y Santiago prácticamente le arrojó la bata al cantante, sus ojos negros decían claramente “tenemos que hablar”.
Fin del capítulo II.
Junto con este capítulo comenzamos una nueva sección: Música y ambiente de Dream! Así que aquí va el primer vídeo, esta vez el de Meat Loaf, I'd do anything for love.
1 comentarios:
Un comienzo interesante, espero que se ponga con el tiempo mas caliente
y como digo a las personas que publican relatos como el tuyo,tienes que explotar todo ese talento que tienen y gracias por darnos a conocer este relato
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