4 de mayo de 2011

Dream capítulo III

Bueno actualización al fin. desde el mar de mi angustia porque mi e-reader se me cayó y aunque no se golpeó fuerte está congelado, y ya le hice de todo! entré a cada foro de nook y no sirve nada, se ha quedado en la pagina 401 de las 444 de Juego de Tronos, con Sansa tratando de no llorar mientras baja al comedor.

Quiero mi e-readeeeeeer!

Bueno, ahí vamos:

Autoras: Amy Tomoe y CB
Clasificación: NC-17
Aclaraciones: Esta es una historia original, por tanto sus autoras tienen todos los derechos reservados sobre sus personajes. Sin embargo, existen aportes de cultura Pop que pertenecen a sus dueños.
Los lugares representados en la historia existen.
Advertencia: (I)Aunque existen alusiones a prácticas peligrosas, y las mismas existen, no se recomienda copiarlas o efectuarlas, simplemente se muestran aquí como material informativo.
(II)Las organizaciones mencionadas si existen, y los abusos contra loa animales mencionados, también ocurren, y SON un delito.
Gracias por sus comentarios!!


—Que no te engañe la sonrisa de todo el set. Todos en esa habitación se dieron cuenta de que estabas dispuesto a follarte al modelito, y si no hubiera sido porque el revoltijo de la cama te cubría lo que tú y yo sabemos, la cosa hubiera quedado para un Making the Video totalmente sin editar circulando en Daily Motion o hasta en Gay Tube. De los diez minutos de descanso para revisar lo grabado y determinar si la toma necesitaba filmarse otra vez, Santiago se la había pasado gritándole ocho, y bueno, Devlin sabía que se lo merecía, por eso intentaba perderse más en su bata y tomarse su Earl Gray antes de que se enfriara totalmente —. Fue algo totalmente poco profesional Devlin. Si embargo, aún estamos a tiempo para pararlo todo, reestructurar el argumento y cambiar coprotagonista.
Devlin alzó los ojos ante la voz serena de su representante —¿Con lo que me ha costado la renta de este lugar a diario? ¿Con lo que tuvimos que rogarle al English Heritage para que nos prestara la casa y los terrenos?
El español perdió su mirada en los extensos parques de la mansión, a lo lejos el bosque, y más allá el lago, atraían una gran cantidad de fauna silvestre que iba y venía por los cielos sobre la mansión.
—Sin embargo, si crees, si piensas que algo así es necesario, que mi idea va a ser un fracaso y la gente la rechazará, bueno, estoy dispuesto a abandonar y cambiar la temática entera, no me importa lo que diga la prensa ¿Es esto un error Santiago?
—No lo creo—la voz sonaba suave, como meditando—. Es una apuesta arriesgada, pero si sabemos tratar el tema, es seguro que marcará la pauta para que muchos otros cantantes te sigan. Como yo lo veo, es un éxito… siempre y cuando puedas controlar tus emociones —El Blackberry del agente sonó en ese momento, pero esto era importante, tenía que saber a qué se atenía, y no quería que su cliente y amigo cayera en una trampa, tenía que decírselo tarde o temprano. Envió la llamada al buzón.
—Voy a decirte la verdad Santiago, y esa es que no sé que pasó ahí afuera, tú sabes que no soy una persona instintiva, ni siquiera ando en las fiestas cortejando jovencitos, ni ya decir no tan jovencitos. Fue… algo, loco, inexplicable, no hay nombre para ello.
—En mi país lo hay, muchos de hecho, pero ninguno es agradable.
—Me vas a decir que me porté como un…
—Como un pendejo, y para eso, amigo mío, no hay justificación a estas alturas de la vida. Creo que llegados a este punto, sólo tu decides si quieres seguir o no. Yo no tengo nada que ver más allá de recoger los trozos de la vajilla.
Devlin alzó totalmente la cabeza, en la habitación del frente el equipo de estilistas estaba haciendo retoques al torso del modelo.
—¿Crees que la toma deba repetirse?
—Con Flint nunca se sabe, pero no creo.
—Es bastante bueno actuando…
—Es modelo Dev, su trabajo es vender sueños y conseguirlo en el menor número de shots posibles, es bueno porque lo logró en poco tiempo.
El rubio meditó el asunto mientras veía diferentes planos del cuerpo del coprotagonista—. Nos falta la escena de la fuente, la del amante y la de las cortinas. Creo que lo resistiré.
Santiago lo observó con una ceja elevada.
—¿Me estás diciendo que te gusta?
Los dientes asomaron en todo su esplendor mientras los labios se curvaban hacia arriba, con ese tipo de sonrisas, los antepasados franceses eran evidentes.
—Amigo, si desde ya soy un pendejo, creo que estoy en mi derecho de aceptar por lo menos, que me la para.
---
Simon jugueteaba con su costosa pluma, garabateando sobre un pequeño papel. Hacía eso siempre que andaba tramando algo, era un acto reflejo pegado a su manera de ser y que lo ponía en evidencia cuando alguna idea (grande y por lo general descabellada) andaba surfeando las olas neuronales.
—¿Qué cosas estarás planeando ahora, Simon? —Ulisses le miró de reojo mientras una de las maquilladoras terminaba de retocar sus pectorales.
—Cositas por aquí… cositas por allá…
—Y encima estás usando esas palabras —el modelo caminó hasta él y se apoyó en la mesa—, suelta, que esos ojos no me mienten.
—Los tuyos tampoco, querido Ulisses —sonrió ampliamente—, vi bien esa miradita que le lanzaste a Devlin Ford. No es secreto que eso hace arder a cualquier mortal… y más a uno tan susceptible a ti como ese cantante.
—Estábamos actuando —desvió la mirada y se cruzó de brazos—, sólo seguía el libreto, para eso me contrataron. Además, ¿qué quieres decir con eso de “susceptible a mí”? Yo no soy gay, recuerda eso.
—Lo sé, y es una lástima realmente porque sospecho que tendrías aún más éxito —picó el joven representante—, pero me refiero a que Devlin no es de piedra y su marcado gusto por lo masculino se puso en clara evidencia en esa escena. Vamos, no me dirás que no te diste cuenta de que el hombre casi te come entero.
—Tonterías—. Fingió bufando. Claro que se había dado cuenta de ese calor abrasador y envolvente. Por primera vez en muchos años se había cuestionado de nuevo sus preferencias ante su reacción al “casi beso”. Y pensar que todavía quedaban más escenas por filmar…
—Pues opina lo que quieras, pero todo el mundo contuvo la respiración por unos segundos —se puso en pie y le levantó la barbilla para hacer que lo mirara—, esa emoción despertada puede ser muy provechosa Mateus.
No, allí estaba otra vez. Simon sólo lo llamaba por su apellido cuando hacía énfasis en las altas ganancias de cualquier negocio.
—Habla claro Gray—. Los ojos del modelo se fijaron en los celestes de Simon.
El hombre sonrió y tras acariciarle el mentón, se alejó unos pasos para tomar su móvil y mostrarle una foto. La había tomado justo en el momento en que Devlin buscaba sus labios.
—Ambos hermosos, talentosos, en la cima —su pecho se infló—, una relación con este hombre te pondrá en el ojo de los tabloides, en boca de todo mundo.
—¿Qué?
—Publicidad y escándalo, las dos cosas que posicionan hoy en día a un artista en la mente del consumidor.
Ulisses entrecerró los ojos y se dio la vuelta, decidido a no escuchar el disparate de su amigo.
—No, no, no me des la espalda Mateus, sabes que tengo razón —se cruzó de brazos—, ¿sabes el apoyo que recibirías de la comunidad gay? Serían la pareja sensación y…
—Cierra esa boca antes de que comience a pensar que has perdido la cordura Simon. Sólo es un video y esto es temporal ¿Podrías enfocarte mejor en encontrar algo para mí luego de este trabajo?
—Pero…
—Sin peros. Me ha dado sed, iré por un poco de agua.
---
«O.k, O.k, sin pensar en cómo te lo follarías por esta vez, tenemos que terminar esas dos tomas hoy, mañana me meto todo el día al estudio (mientras él está con otro casi encima… y sobre una cama, lo cual me va bien para poner los pies en el suelo), y pasado mañana filmaremos lo que falta para al fin el sábado estar en el aeropuerto y terminar con eso. Concéntrate Devlin, concéntrate que cada día te cuesta un paquetote de Libras, porque a los imbéciles de la disquera les ha dado por financiar sobre ganancias… así es como se hace ¿No lo dice Santiago todo el tiempo? Bien y rápido»
Le habían cambiado la bata y lo habían maquillado para que los ojos se le vieran hinchados, mientras tanto Eric había pedido unas tomas de complemento con Mateus otra vez en la cama, revolcándose y ante eso el rubio había salido disparado de la habitación para maquillaje.
«Y así es mejor, porque me pone a mil con esos ojos, pero no me da la gana de tener nada con nadie. No ahora»
Y con el frío que empezaba a disminuir en el exterior tenían que hacer la escena dónde Devlin observaba al brasilerito por la ventana mientras éste estaba tirándose agua encima al más puro estilo de una novela romántica barata. Lo cursi vendía, por algo existía el Día de San Valentín. Además no había de qué quejarse, la pileta improvisada estaba en el antiguo Hall, en la parte más derruida pero más luminosa. Además de que no había vista de esa parte desde la casa principal teniendo en cuenta que las dos edificaciones estaban separadas por pocos metros.
Se acercaba el medio día y por eso habían decidido probar la luz realizando la “escena mojada” pero antes había que aprovechar para que Devlin se asomara a la ventana con una bata negra de Neiman Marcuss, con los ojos llorosos, e hiciera el papel de ver a su indiferente amado por una ventana, cuando en realidad estaba viendo a lo lejos la entrada al Hall y la avenida construida como una herida en el corazón del césped.
Estiró los brazos y los agitó al tiempo de las piernas, el frío dentro de la casa era insoportable, la temperatura había bajado a medida que afuera se calentaba. No quería ni pensar en el asunto, en su condado natal había suficientes historias de terror como para reconocer la señales previas a una aparición.
Y lo peor era que estaba casi solo. Las tomas de su espalda las habían hecho días antes. Así que con él sólo quedaba uno de utilería mientras la grúa se le aproximaba desde afuera de la ventana para filmarlo.
Siempre que no pasara como en esa peli de los noventa en que además del trío de protagonistas salió un “extra” hecho de sombras…
Eric gritó desde afuera, y despacio, como lo había ensayado, Devlin caminó hacia la ventana poniendo cara de sufrimiento total. Su mano derecha se apoyó contra el vidrio en la mímica de tratar de alcanzar algo a lo lejos, mientras su antebrazo izquierdo se apoyaba más arriba para que él reposara la frente. La bata a medias abierta estaba destinada a ser el marco de su torso y pelvis.
La luz que le dio de lleno le hizo llorar los ojos que ya estaban sensibles por las gotas y tuvo que cortar.
Después de dos tomas más medio fallidas, Devlin decidió que no quería más gotas y se puso a bostezar. Además sentía mucha hambre, pero no iba a comer hasta haber terminado con ello.
Los bostezos consiguieron su objetivo y con los ojos llenos de agua se acercó de nuevo a la ventana para simular. Sólo que esta vez su coprotagonista estaba abajo, miraba la escena con atención y Simon, su dudoso agente, le hablaba con insistencia al oído.
¿Qué sería aquello? Las facciones de Ulisses se partían en el interés por lo que sucedía y un rechazo total a lo que le decía su agente. Tal vez debería comentarle el asunto a Santiago, el tenía sus métodos para sacar verdades.
Sin darse cuenta la toma finalizó. La temperatura seguía muy baja y decidió tomar la toalla que le ofrecían y salir de ahí con el de utilería a todo correr.
---
—No te hagas el sordo —Simon le haló un mechón de cabello—, te hablo a ti.
—Y yo ya dije que no quiero escuchar tus disparates —cerró más su bata que aún estaba húmeda por la reciente escena acuática, mientras comenzaba a caminar. La verdad es que todo el ambiente parecía ponerse más y más frío y él tenía ganas de salir de allí, embutirse en abrigados pantalones y suéteres, colocarse su boina y salir a tomar un café al más puro estilo londinense ¿O quizás el té?
—Por lo menos intenta hacerte más amigo —el representante caminó tras él—, ¿no eras tú el fanático?
Ulisses medio sonrió ante lo dicho por su agente. Sí, él era el fan, pero no por eso iba a comportarse como una muchachita neurótica pidiéndole autógrafos o deshaciéndose en halagos y extrema adoración.
—Deja de seguirme, me estresas —agitó su mano y caminó entonces hacia Devlin. Hasta ese momento, los únicos diálogos cruzados entre ambos (apartando los del libreto) habían sido un “mucho gusto” y un “gracias”. No buscaría ningún enredo de novela como el que ya tramaba Simon, él quería un amigo.
El representante mientras tanto desistió de su acoso y se quedó sentado en el borde de piedra que custodiaba pequeños arbustos en flor. Paseó sus ojos por todos los miembros del set hasta que su celeste mirada se posó en cierta figura familiar. Santiago se veía guapísimo desarreglado. Y arreglado. Y como fuera.
---
A pesar de que se consideraba a Londres como una capital cosmopolita, la gente parecía confiar más en la comida del McDonald’s de Picadilly Circus que en cualquier otro típico. Parecía que sólo para los gourmets de la nueva ola de Chefs de cocina fusión que producía ese país, la cocina local iba más allá del popular “Chips & Fish”.
Y ése era el lugar escogido por Santiago Vélez para citar a su antagonista de turno, Simon Gray.
El lugar estaba atestado de turistas y padres con niños escandalosos y en medio de todo eso, él tenía una mesita para dos al lado de la ventana, se estaba deleitando con sus amadas papitas de la casa en tamaño gigante y Coca-Cola, una combinación, en su opinión, asesina. Al menos le ayudaban a lidiar con la tensión. Odiaba esperar, y en ese tiempo había alcanzado a hacer la fila y a buscar mesa.
Simon se retrasaba. Sin embargo lo conocía demasiado como para saber que se estaba dando importancia.
Y tal como Santiago pensaba, Simon estaba tamborileando los dedos en el auto mientras observaba el reloj en su móvil. Sabía bien que llegar a tiempo o antes era una violación a su código de conducta. Además, aquella cita lejos estaría de ser algo para “pasar el rato” como su colega había intentado (en vano) hacer parecer. Suspiró y dejó el teléfono, guardándolo en su abrigo negro. Arregló un poco sus cabellos viéndose en el espejo y sonrió. Ante todo, la imagen.
Salió del automotor y tras dejarle la alarma, caminó despreocupado con las manos en los bolsillos. ¿Cuánto hacía que no probaba comida rápida? Desde que andaba en su onda del gimnasio y el conteo de calorías para mantenerse en forma, había borrado de su diccionario la palabra “hamburguesa”.
No tardó demasiado en ubicar a su compañero entre toda la gente. Esquivando a algunos infantes que corretearon a su alrededor, logró llegar a la mesa sin un rasguño.
—Lamento la tardanza, esos niños tenían un plan para hacerme caer.
Santiago recordó justo a tiempo sonreír tras una de las papas de más de siete centímetros. Se limpió rápidamente la sal con su única servilleta y tendió su mano para saludar, en esas circunstancias no hacía falta que recalcara la tardanza. Más bien hizo una pregunta trivial después de sorber Coca-Cola.
—¿Vino Ulisses contigo a Londres?
—No, dijo que quería vagar “underground” por los alrededores de Derbyshire —sonrió sentándose—, el pobre descansa de mí cuando puede.
El moreno miró por la ventana pensando en el pasado por un momento. Descansar de Simon cuando se pudiera. Como jefe el castaño era duro. Era un tiburón en todo el sentido de la palabra.
—¿Y tu chico? —Simon se atrevió a robarle una papita—, oí que está a todo vapor preparando su gira.
—A medias, aún falta tiempo. Sin embargo está haciendo arreglos… —Sus ojos denotaron hostilidad y con cierto disimulo atrajo sus papas y su gaseosa hacía si. No iba a dejar que nadie, aún si era Simon Gray, metiera los dedos en su comida. Su comida favorita—. Nunca se conforma con el trabajo. Fue una suerte que Dream haya quedado como quedó. Estuvo trabajando en ella por meses.
—Es una canción muy buena —sonrió al ver lo celoso que se había puesto con esas papas fritas—, a decir verdad, nunca vi a Ulisses tan metido en un papel —dejó su mandíbula descansando en su mano, esperando. Santiago seguro diría algo al respecto y ya veía venir las intenciones del moreno de citarlo en aquel lugar.
—Supongo que me conoces lo suficiente para saber que me di cuenta de que algo tramas—. Santiago le dio el mate a la última papa, luego dejó el vaso a un lado, le gustaba paladear el sabor de la bebida hasta perder los restos de sal en su boca. Sus manos se limpiaron en la servilleta y por pura costumbre se quitó los anteojos para limpiarlos —, Calculo que has pensado que tu modelo caído en desgracia puede colgarse de la fama de Dev, pero eso no será posible. Los dos hemos sorteado oportunistas a lo largo de los años como cancioncitas pop en los listados. Simon sonrió ampliamente. Sí, vaya que lo conocía bien. Tan bien, que aquel gesto de las gafas era algo que veía venir al tiempo del sablazo con el descubrimiento de sus planes.
—Serías un mal representante si no protegieras a tu chico —cambió su mandíbula de mano—, pero tampoco hace falta tramar algo. Creo que Devlin está siguiendo solito un camino que puede ser tremendamente complicado para ti —volvió a sonreír—, pero muy provechoso para nosotros. —Eso crees, y tal vez sería así si tuviere quince años menos. Así que las complicaciones serían tuyas para intentar convencer a ese reacio y heterosexual modelo tuyo. Mi cliente no va más allá del interés profesional. Eso tenlo por seguro—. Y en ese momento Santiago pidió a los dioses de su madre, que las cosas se mantuvieran así. —Vamos Santiago, tú y yo sabemos que esa escena en la cama casi prende fuego a las sábanas —bostezó—, claro, quizá Devlin no sea un jovencito, pero Ulisses tampoco es hetero al cien por ciento —peló los dientes—, ¿te imaginas qué monos se verían juntos?
—Si claro—, rezongó dejando el vaso a un lado —Como tú y yo, ¿verdad?
El castaño alzó una ceja y se inclinó otro poco, posando sus ojos en el varonil rostro de su interlocutor.
—No fui yo quien comenzó a poner excusas —pasó su dedo meñique por sus labios.
Santiago lo evaluó un par de segundos y luego dejó el vaso vacío a un lado—. Es verdad—. Se encogió de hombros. —¿Ves? —Simon se irguió de nuevo y se apoyó en el respaldo de la silla—, pudiste tener tu “felices para siempre” —bromeó.
Santiago se arregló la chaqueta, listo para levantarse, pero miró a Simon una vez más—. No gracias, mi vida feliz para siempre no incluye la noción de un harén de modelitos sedientos de fama. —y con eso se preparó para irse. Ya las intenciones habían sido puestas sobre la mesa, no había necesidad de hablar más.
El castaño comenzó a reír y negó con la cabeza, observando lo serio que era Santiago.
—Cielos Vélez, ¿lo haces adrede? Si no estuviéramos rodeados de niños y familias podría hasta besarte —suspiró—, estate tranquilo, Ulisses al contrario que otros modelitos, tiene conciencia y es terco. No buscará aprovecharse de tu cliente.
Se detuvo al lado de la mesa —Iluso, si lo intenta, no seré yo quien lo detenga, eso seguro—, y con ese final dramático se fue del atestado local. Si, como no que se dejaría besar. No iba a caer en las bajas artimañas que le había aplicado en NY. Una de esas no se la volvían hacer. —Solitario y con ganas, pero no estúpido—Se murmuró a sí mismo aunque parecía que intentaba darse valor.

FIN del capítulo.

Recuerden que los comentarios se agradecen!

1 comentarios:

Unknown dijo...

gracias por otro capitulo estuvo lleno de emociones

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