Clasificación: NC-17
Aclaraciones: Esta es una historia original, por tanto sus autoras tienen todos los derechos reservados sobre sus personajes. Sin embargo, existen aportes de cultura Pop que pertenecen a sus dueños.
Los lugares representados en la historia existen.
Advertencia: (I)Aunque existen alusiones a prácticas peligrosas, y las mismas existen, no se recomienda copiarlas o efectuarlas, simplemente se muestran aquí como material informativo.
(II)Las organizaciones mencionadas si existen, y los abusos contra los animales mencionados, también ocurren, y SON un delito.
Gracias por sus comentarios!!
Harry levantó su copa desde su lugar para brindar a la salud de Ulisses y sonrió con todos sus dientes, le encantaba la forma de ser del modelo, porque estaba seguro de que eso era. Sus ojos se desviaron hacia Mr Bitter que estaba en su papel más amargo y los miraba con resentimiento. Por increíble que pareciera terminó levantando también su copa, eso sorprendió a Harry. Si él no supiera un poco de la vida del cantante, estaría seguro que admiraba en demasía a su acompañante, y si él no supiera un par de cosas acerca de los hombres het, diría que el moreno intentaba coquetear con el cantante.
Era mejor no formar telarañas en su cabeza, mientras más lo hacía, más solía meterse en problemas. Se volteó hacia el camarero, que esperaba pacientemente, y le sonrió de la forma más tierna posible—. Creo que voy a querer también esos champiñones y el mismo goulash, gracias.
El mesero que ya estaba un tanto rígido e impaciente, se conmovió con la sonrisita del chico. Anotó con rapidez y luego posó su mirada en Ulisses, esperando por su orden.
—Yo voy a ordenar unas albóndigas de pescado con salsa de setas y… un pollo en salsa de pimienta.
—Enseguida señor —el hombre se retiró llevándose los menúes, pero dejando uno por si luego a los comensales se les antojaba un postre.
—Bueno, ahora sí, que me pican las manos —Ulisses se levantó y se inclinó sobre Devlin, alcanzando un libro que estaba cerca de él. Volvió luego a su asiento y lo abrió maravillado ante lo amarillo de las páginas y el aroma a tesoro guardado.
Devlin aspiró su fragancia sin querer, sus ojos se fueron directo a la porción de la cadera que la ropa descubrió cuando se inclinó a su lado. Sus mejillas se tiñeron de rojo y más allá Harry lanzó una risa disfrazada de suspiro, el rubio lo fulminó con la mirada, pero como no quería problemas se dedicó a inspeccionar el restaurante. Casi al otro lado del local alguien los observaba con atención, el pelirrojo sonrió para ver si su gesto era bienvenido.
El hombre que comía solo en la mesita más apartada, sonrió al ver que por fin sus intentos de “mirada fija llama la atención” habían surtido efecto. Desde que había visto entrar a ese pelirrojo le había parecido la criaturita más encantadora de todo el local. Aunque la mirada paranoica de uno de sus acompañantes lo puso un poco nervioso. Quería parecer de todo, menos acosador.
Devlin vio el intercambio de gestos y se preguntó qué pasaría si las cosas fueran diferentes, si Harry estuviera con Santiago, ¿lo engañaría de esa manera? Fuera como fuese, el problema no era suyo. Y de todas maneras era más entretenido ver a Ulisses con cara de dopaje aspirar el polvo de los libros del local. Le parecía enternecedora la manera en que parecía adorar cada pequeña cosa de la vida y su entusiasmo para encararlo todo. Esperaba de corazón que pronto volviera a su estatus como modelo, lo merecía.
El hombre mientras tanto, hizo un llamado a un mesero para que se acercara pronto. Tras intercambiar unas palabras, el joven asintió y se retiró con premura hasta la barra donde pidió una botella del mismo vino que bebían en la mesa de Devlin.
—Recuerdo esta historia como si fuera ayer —Ulisses había tomado un clásico: Romeo y Julieta. —Mi madre como romántica empedernida nos leía antes de dormir y yo siempre me preguntaba qué tan bella era Julieta para amarla de tal forma. Los Capuleto en sí me caían mal —sonrió y dejó el libro a un lado, tomando otro sorbo de vino.
El mesero cortó de pronto la conversación trayendo otra botella de vino.
—Cortesía del caballero de la mesa del fondo —la colocó frente al pelirrojo, como le había sido ordenado—, espera que estén teniendo una excelente velada.
Devlin miró a Ulisses sonriendo—, Y a mi me caían peor los Montesco, por eso me gusta ser el malo de la peli y me identifico con Paris, ¿qué te parece? Ni Romeo ni Julieta—. Miró al pelirrojo que estaba del color de su cabello. Un niño en toda regla con ínfulas de adulto —. Si quieres, puedes ir a agradecer el detalle.
—Después de que termine de comer —. Harry le clavó el tenedor a uno de los calientes y suculentos champiñones—, además no quiero que llegue Jon de improviso y…
Devlin le tomó la mano al muchachito y se la apretó para infundirle ánimo. Lo conocía lo suficiente para saber que era del tipo que siempre se metía con quien no debía. Incluso si se trataba de Santiago. Observó al hombre por entre las pestañas. Era mayor, incluso mayor que Devlin y parecía alguna clase de profesor universitario maduro e interesante, a lo mejor los jovencitos bellos y con apariencia de cariñosos como Harry eran su fetiche. De cualquier manera él no podía meterse ahí.
—Interesante —Ulisses tomó otro sorbo de vino y también miró de reojo al hombre en esa mesa. Le pareció un gesto bastante cálido por parte de Dev el haber tomado la mano del pelirrojo para darle ánimos. No se confundía al afirmar para sí que el cantante era un amigo incondicional. —Este plato está delicioso —su mirada regresó a la mesa y picó una albóndiga de pescado para devorarla con ganas—, ¿cómo están los suyos?
Los otros dos comensales sonrieron, las palabras de Ulisses parecieron aligerar el ambiente. Desde ese momento fue para Harry su ídolo. Incluso, con la forma desparpajada que tenía de ser, ofreció uno de sus champiñones.
—Champiñón por albóndiga —el modelo tomó lo ofrecido, dando una albóndiga redondita al muchacho —así pruebas tú también.
Llevó su vista hacia Devlin y le sonrió algo apenado.
—Te ofrecería a ti también, pero sé que no aceptarías una
Harry se comió la albóndiga partiéndola a trocitos con su tenedor —Yo soy semi vegetariano, y algún día seré como Dev. —Por su parte el aludido torció las comisuras de sus labios hacia arriba, y ofreció un champiñón, tenía ganas de decirle: <
Ulisses tomó el champiñón ofrecido y lo degustó con lentitud, con una expresión de estar buscando en su banco de datos mental de dónde conocía el sabor.
—Delicioso —le sonrió—, sospecho que vas a ganar un adepto vegetariano si todo es tan rico y saludable.
—Los animales te lo agradecerían—. Devlin curvó sus labios apenas para abrirlos mientras veía el gesto sensual de tomar la comida con los labios. Era uno de extrema confianza, incluso íntimo, y en ese momento se planteó si no estaría llevando esa amistad muy lejos y muy rápido.
El pelirrojo cortó sus pensamientos al enarbolar un nuevo champiñón frente a todos —¿Cómo es eso? ¿Acaso los de Devlin están más ricos que los míos? ¡Déjame probar Mr. B! y trató de meter su tenedor en el plato del rubio, justo como lo hacía cuando recién lo conoció.
Ulisses rió ante la reacción del chico y para calmarlo comió también el champiñón del otro plato.
—Ambos deliciosos —declaró tomando otro sorbo de vino—, no te enojes, te erizas como un gato.
Henry miró un momento hacia la mesa del desconocido, luego al reloj del bar —. Soy un gato, uno abandonado.
Ulisses notó el cambio en el tinte de voz y supo que se refería al dichoso “novio” que no llegó. No supo por qué, pero le dio pena que un muchacho tan agradable estuviera metido con alguien (que aunque no conocía podía deducir que era un completo patán) que no valía la pena.
—Pues has captado la atención y cortesía de un caballero —tomó otro poco de vino—, aún mira para la mesa de vez en cuando.
—Es verdad, si se queda le daré las gracias. Aunque me pregunto si no te envió el presente a ti—. Miró hacia la mesa en el rincón —. Es un hombre muy apuesto.
—¿A mí? —Ulisses rió y negó tomando otro sorbo—, no, no, la botella fue puesta frente a ti, de manera que la cortesía va dirigida a tu persona. Además, la mirada la tiene fija en ti, no ha mirado ni a Devlin ni a mí en toda la velada.
El camarero pasó por la mesa y volvió a llenar las copas. El pelirrojo sintió de nuevo la mirada y sonrió otra vez —, tal vez sea cierto— dijo distraídamente y luego puso toda su atención en Ulisses—, Y bueno, ¿estás viviendo con Devlin? —La pregunta no fue formulada con ninguna mala intención como el rubio quiso hacerle sentir, sólo tenía mucha curiosidad por saber la historia de esos dos.
—¿Mmm? —tragó y negó sin tomarlo por otros rumbos—, no, eso sería abusar de la hospitalidad de mi amigo —le sonrió al rubio—, estoy quedándome en un hotel por ahora, pero creo que pronto tendré que mudarme a una opción un poco más económica. Los hoteles hoy en día están carísimos.
—¿Y no tienes amigos en la ciudad? Además de Devlin quiero decir.
—No, soy nuevo.
Harry se quedó mirando hacia la calle, le gustaría poder ofrecer su espacio, pero el mismo no le pertenecía, vivía en la misma buhardilla con Jon, su novio. No quería problemas con él y su temperamento irascible. En resumidas cuentas él no era una opción —Quédate con Devlin, él tiene como veinte habitaciones en su apartamento.
Ulisses alzó una ceja y observó al rubio que de repente se había quedado muy callado. Carraspeó y bebió otro poco, sintiéndose un poco fuera de lugar.
—No quisiera ser imprudente…
El cantante arqueó una ceja en dirección a Harry. Bendita casamentera, por experiencia propia sabía que él no estaba interesado en establecer relaciones con nadie, ¿entonces a qué venía la insistencia? —Yo no me opongo si quieres quedarte conmigo. Creo que Mr. Mermelada de Durazno ha tenido una buena idea, y mira, no te cobro alquiler.
El pelirrojo volvió a ruborizarse hasta la raíz del pelo ante el apelativo. En esos casos odiaba tener la lengua larga y haberle contado a Devlin sobre sus preferencias en la cama. Aunque nadie lo podía culpar, esa noche estaba tras los huesitos de Santiago y estaba rodando alcohol a mares.
—Realmente me harías un gran favor —Ulisses rindió su orgullo sabiendo que le quedaba poco para agotar sus reservas a ese paso—, pero sólo si no te invado demasiado, odiaría hacerlo.
—Bueno, es lo menos que puedo hacer después del retraso en Heathrow, eso sí, soy gruñón todo el tiempo, no tengo horario para acostarme ni levantarme y en mi casa solo encuentras verduras y té.
—Lo estás asustando Dev—. Henry empezó a degustar su goulash, una deliciosa mezcla de verduras con una base de salsa espesa y delicada.
—Te estoy asustando a ti, en caso de que quieras invitarte—, pero Dev sonreía con auténtica diversión, ese almuerzo tardío estaba resultando un dechado de situaciones coleccionables. Más tarde se encargaría de analizar las consecuencias de sus actos, por ahora lo mejor era terminar su papel de caballero con broche de oro—: Podemos tomar un taxi hasta tu hotel y de ahí a mi casa, o si lo prefieres te vienes de una vez y que te envíen las cosas, Ulisses. Tú decides.
De alguna manera confusa se sentía ansioso, sería extraño tener a alguien bajo su mismo techo conviviendo con él, aunque fuera sólo por un tiempo, además era insólito llamar amigo y darle tanta confianza a alguien que conocía de tan poco tiempo atrás. Por último, gran parte de esa ansiedad se basaba en el aspecto de su invitado. Por suerte Dev era casi célibe y Ulisses heterosexual, así que su mente simplemente no tenía pista para echarse a volar.
—Eres un gran tipo Devlin —Ulisses alzó su copa y le sonrió—, definitivamente el mejor jefe que he tenido. Si no te molesta prefiero ir por mis cosas, soy un tanto quisquilloso con que las envíen del hotel, así de una vez cancelo lo que tengo pendiente.
—Si, Devlin es el mejor… contigo —Harry masacró su plato y sonrió con inocencia.
— Mr. Bitter, no sea tan estricto con el chico mermelada —el modelo no pudo resistir el impulso de despeinar un poco al pelirrojo —, es un buen muchacho.
—¿Si ves Dev? Todo el mundo me quiere menos tú.
Harry se atrevió a posar sus ojos sobre el cortés desconocido de la mesa del fondo. Estaba enfrascado en su lectura y le pareció supremamente atractivo en su postura semi relajada, sus gafas y su escasa y prolija barba lo rodeaban de un halo de misterio atrayente. Suspiró, ¿Y si así fuera externamente y luego lo tratara como Jon?
Ulisses notó esos ojitos vagando a la otra mesa y sonrió. Harry le daba ternura, parecía un muchachito inquieto, una especie de “niño grande” que siempre conseguía mantener esa frescura que lo hacía atractivo a las personas. Tuvo el impulso de animarlo a ir a la mesa, como haría con cualquier amigo de su círculo cuando veía una chica hermosa en un club. Pero la situación era un tanto distinta y sintió que aún no tenía la confianza necesaria.
—Eres muy agradable Harry —Ulisses tomó otro poco de vino—, lo cierto es que no puedo pedir mejor compañía que la de esta noche —posó sus ojos en Dev y le sonrió, incluyéndolo en la frase.
El pelirrojo mostró todos sus dientes mientras su naricita respingada y cubierta de diminutas pecas se alzaba, luego sus ojos se estrecharon un poquito cuando vio la mirada que el moreno le mandó al cantante ¿Qué se cocinaba allí exactamente? Ambos parecían coquetearse a intervalos pero ninguno parecía receptivo a la estrategia del otro. Más parecía un flirteo inconsciente que otra cosa. Suspiró recordando brevemente la forma en que había conocido al rubio: Se había colado a su camerino después de un concierto (y de hacerle trabajo vocal a uno de los guardias), y se había presentado a sí mismo como el más acérrimo admirador de Devlin Ford.
El pobre hombre casi había muerto de la impresión, pero fue amable, sobre todo porque dejó a un lado la pistola eléctrica que estaba por empuñar. Accedió a darle un autógrafo y a tomarse fotos con él. Santiago había llegado en ese momento y casi lo saca de la oreja, pero Harry siempre había sabido como ganarse a la gente.
Devlin bajó sus defensas, Santiago le rindió el fuerte y los tres terminaron siendo conocidos muy cercanos. Harry tuvo para sí la suerte que todo fanático desea.
Y ahora aparecía este exótico Adonis de ojos de mar, piel bronceada y cabello oscuro, todo un sol lleno de buenas intenciones y quien parecía tener sentimientos encontrados hacia el pobre Devlin. Y cuando decía pobre era porque lo conocía algo, y sabía que la duradera etapa por la que estaba pasando lo hacía débil y vulnerable, su ostracismo mientras tanto lo engañaba para que se sintiera invencible y poderoso.
—Oye Ulisses, ¿Cuántos años tienes? Pareces un poquito mayor que yo, pero a mi me dejó el bus de la madurez—Volvió a exhibir su sonrisa más dulce sólo por si el Adonis se disgustaba.
Devlin resopló destapando la nueva botella de vino. Si hablaba aflojaría la lengua, y su gesto ya era muy evidente, del tipo “No te dejó el bus chiquito, te arroyó y siguió de largo”.
—Seguramente soy más grande, tú te ves bastante joven —le sonrió—, he de decir que algunas personas me calculan más años —pasó el dedo por el borde de la copa de vidrio—, pero tengo 22.
—¡Wow! Tenemos la misma edad, pero no nos parecemos en nada. Decididamente, eres mi ídolo.
Ulisses rió y acercó su copa al ver a Devlin sirviendo ya de la nueva botella.
—No me digas esas cosas —suspiró— o bueno, dímelas. Últimamente ya no soy el ídolo de nadie —rió recordando la cara de muchos de los altos jefes de la agencia de modelaje.
—Lo que nos lleva a la cuestión más interesante del asunto ¿Cómo se las arregló Dev para conocerte? Es decir, conoce a un montón de gente pero no anda con casi nadie —, para ese punto el cantante estaba apurando la botella regalada, no cumpliría su promesa, no llegaría sobrio a la noche, ¿tal vez debería pedirle postre al pelirrojo y que se lo llevaran a la mesa del caballero que les había mandado el vino? Francamente no se le ocurría nada más para que dejara de hablar. Y la conversación se hacía cada vez más incómoda.
—Pequeño metiche ¿Quién te dice que sabes algo de mí? —Le llenó la copa aunque en su opinión, y bajo circunstancias normales, consideraría poco apropiado darle tanto licor a alguien tan joven. Trató de sonreír para aligerar su comentario.
—Es mi jefe —cortó Ulisses— soy su coprotagonista en un video del que seguro ya has escuchado hablar. Pero aún más, nos hemos hecho amigos. ¿Verdad Devlin?
—Si, si todo lo que digas —El rubio ya se había desconectado de la conversación y estaba repasando los cuadros de personajes importantes que hacían parte importante de la decoración del restaurante.
Harry aprovechó para hacerle un guiño a Ulisses, como diciendo “así es él”.
—¡Ya recuerdo! ¡Tú eras el que estaba en el apartamento de Dev! El que salió en los periódicos.
El modelo se había enderezado en su silla al ver lo ausente que se había puesto Devlin. Repasó sus palabras mentalmente analizándolas por si algo de lo que había dicho podría haberlo disgustado. Seguramente Harry había visto su expresión, porque el guiño había venido con un sentimiento de ligero alivio. Alivio que duró relativamente poco cuando el pelirrojo sacó aquel tema, la espina del asunto.
—No creas todo lo que lees. Esos hombres caza noticias no tienen nada más productivo qué hacer.
Harry sonrió conciliador—, lo sé, pero no creas que no me hizo ilusión—, sus ojos se desviaron a Devlin, pero daba lo mismo, él ya no les estaba prestando atención concentrado como estaba en los postres.
Ulisses observó esa reacción de reojo y frunció un poco el ceño al recordar lo afectado que había visto al rubio ese día. Lo mejor era no seguir con ese tema.
—Oye —se inclinó un poco sobre la mesa para buscar los ojos del cantante—, ¿qué bueno hay de dulce?
Los ojos de miel de Devlin se dilataron cuando vio a Ulisses tan cerca. Pareció regresar del mundo a dónde se había ido y sonrió para dejarle la carta, él también se inclinó hacia el moreno y señaló, tres, sus favoritos.
—Algo me dice que son exquisitos —Ulisses leyó con detenimiento—, entonces… ¿pedimos uno cada uno y probamos un poco de todo?
El pelirrojo asintió sin decir palabra, le parecería súper ver a esa extraña pareja jugar a pasarse las cucharitas, como iban, muy hetero y muy célibe, iban a quedar enredados por un buen tiempo y él, claro, no se perdería ni un segundo de ese avance. Cuando Devlin quería ser seductor te hacía venirte con una mirada. Nadie podía ser inmune a eso, ni siquiera alguien como Ulisses —, si me disculpan, tengo algo que hacer—. Agregó casi para sí mismo y se levantó rumbo a la mesa del fondo dónde el hombre de la cortesía seguía leyendo aún.
Ulisses terminó de pasar sus ojos por el menú, sin reparar que aún estaba medio reclinado en la mesa y Devlin también. La cercanía no le molestaba para nada, al contrario, ni siquiera le inquietaba cualquier connotación distinta que pudiera pasar por la mente del cantante. Algo le decía que el rubio era un caballero tranquilo. Eso le hacía sentir cómodo y hasta cierto punto, capaz de llegar a un nivel de camaradería que nunca había experimentado. Era raro, hasta podría decir que estaba emocionado. ¿Serían los nervios de fan?
Devlin se quedó dos décimas de segundo mirando los labios de Ulisses cuando este se saboreó al imaginar el dulce de helado y manzanas. Sin embargo su instinto lo sacó del apuro y llamó al camarero. Le pidió los dos postres seleccionados y agregó—: y el que pida el pelirrojo que estaba con nosotros.
El modelo giró el rostro y se dio cuenta de la ausencia de Harry. Posó sus ojos de nuevo en el cantante y rió sintiéndose un poco desconsiderado al ni siquiera notar a qué hora el muchachito se había levantado.
—¿Ha ido a conocer a su admirador? —siguió ojeando la carta.
Devlin asintió observando como Harry se dirigía lentamente hacia la mesa en cuestión. Parecía que un ataque de timidez lo invadiera porque, a pesar de que no era mucha la distancia, se detuvo varias veces en el camino.
Pero el misterioso hombre de la mesa apartada ya había visto el acercamiento. De hecho, un hormigueo de ansiedad comenzaba a regarse por todo su cuerpo ante la inminente presencia de aquel jovencito. Sonrió sin despegar la vista de su libro, tomando otro sorbo de vino y esperando a que al fin su objetivo llegara a sentarse a la mesa.
—¿Disculpe señor? —Harry esperó a que el hombre lo mirara para extender su mano—. Soy Henry Poole, muchas gracias por la botella de vino.
El hombre sonrió con gracia el escuchar el “señor”. Bueno, ya no era precisamente un jovencito de quince, era obvio que alguien tan joven y bello utilizara aquella forma para dirigirse a él. Dejó el libro a un lado y su mano entró en contacto con esa piel que ya se había imaginado así de suave y cálida. Apretó lo necesario y luego hizo una seña para invitarle a sentarse y acompañarle.
—Un gusto joven Poole, espero que mi atrevimiento no haya sido desagradable para usted o sus acompañantes —acomodó sus gafas haciendo que sus ojos verde azulados brillaran con cierta emoción a la luz del local—, mi nombre es Brandon Hardy.
Harry arrugó su naricita del modo en que solía hacerlo cuando hacía una broma:— Para ninguno de nosotros señor Hardy, es más, creo que ellos han disfrutado en demasía su regalo—, el pelirrojo señaló la mesa en la que Devlin y Ulisses empezaban a picar del plato de postre del otro— ¿Puedo sentarme?
—Por favor —Brandon se deleitó con ese pequeño rasgo en el rostro del muchacho. Agudizó sus sentidos y percibió claramente el dulce aroma que acompañaba al hermoso pelirrojo. Sonrió y su mano se alzó pidiendo rápido al mesero que trajera otra copa y otra botella de vino. En menos de cinco segundos, ya el encargado colocaba la copa y Brandon servía el tinto líquido. —Espero no ser demasiado pretencioso al querer que beba conmigo —volvió a sonreír.
—En lo absoluto —y levantó su copa a la salud de Brandon. En ese momento se comportaba como un pequeño clon de Santiago, recatado y con modales perfectos, intuía que quien lo invitaba pertenecía a la buena sociedad, esa que se deleita en cada rasgo de exquisita educación, maneras deliciosas. Él no se iba a quedar atrás del hombre. Aunque en su mundo la mayoría de gente fuera extravagante y descomplicada, lo cierto es que Henry podía tomar el timón cuando así se requiriera.
Sonrió de una forma que no supo, resultó en extremo tímida aunque increíblemente adorable. Si su vida sentimental no fuera el desastre que era, estaría coqueteando abiertamente con ese hombre sensual e interesante que tan abiertamente pretendía agradarle.
Los ojos verde azulados escanearon cual láser apenas perceptible, cada músculo en perfecta armonía en ese rostro adornado con pequitas. Era precioso, de cerca aun más. Una pequeña y reluciente joya en medio de la marea de gente sin sentido.
—Sé que esto sonará trillado, pero es la primera vez que tomo un riesgo tan grande de enviar algo para captar la atención de una persona —sonrió—, pero dos cosas me motivaron: la primera, que siempre he pensado que las cosas deben hacerse cuando se siente el impulso a riesgo de perder una oportunidad única; la segunda: posee usted una belleza tan deslumbrante que resulta difícil de ignorar.
—A riesgo de sonar poco masculino, me halaga usted señor Hardy —, El pelirrojo tomó un pequeño sorbo de la copa, el vino le estaba haciendo efecto, en la otra mesa no había bebido más de tres copas, especialmente porque intuía que Devlin necesitaba del licor que le pusieran en frente para paliar con su timidez, y para que Ulisses sacara a relucir lo mejor de él. Ahora, con esta cuarta copa sus sentidos empezaban a embotarse un poquito y su sonrisa a hacerse más fácil.
>>—En un primer momento pensé que le habían dado la botella a la persona equivocada… —Sus ojos se perdieron en Ulisses, que para ese momento estaba dando de comer a Devlin en la boca, no pudo evitar un suspiro, los comienzos de un romance solían ser la mejor parte de sus relaciones.
Brandon observó la escena y tomó otro sorbo negando.
—Acepto que es atractivo, pero no es mi tipo —se inclinó un poco sobre la mesa—, y posiblemente esto sea obra del vino, pero intento decirle con esa indirecta tan directa que es usted precisamente la personificación de lo que me gusta —sonrió aún más
Instintivamente Harry se echó atrás, el hombre no le molestaba en absoluto, de hecho, él también era su tipo: su edad, su barba recortada al mejor estilo intelectual, sus ojos claros que hacían un perfecto contraste con su cabello a medias largo y oscuro y su piel bronceada en un ambiente en que el sol y no el bronceador era el que mandaba, además sus gafas de marco ancho y patas gruesas, parecían hechos a su gusto.
Le sonrió de la forma más seductora que sabía y se le acercó ¿Qué importaba Jon en esos momentos cuando un hombre de ese calibre estaba tan abiertamente interesado en él? Y no era de los que se hacían rogar como otros.
—¡Dios! Creo que se me olvidó comer, tengo dulce hasta en el cuello—, Devlin se limpiaba la barbilla con una servilleta mientras reía, ya iban por su tercer plato de “delicias dulces de
Devlin se quedó mirando esos labios otra vez, estaba como hipnotizado, ni siquiera cuando tomó su copa para beber despegó sus ojos de ese lugar. Cada vez que el moreno sonreía a él se le arrugaba algo muy adentro.
Ulisses debía aceptar que aquel comportamiento en él era totalmente alejado de toda acción que pudiera realizar cuando estaba con un amigo. Más bien, parecía que anduviera en cita o cortejando. La alarma quería encenderse, pero él ya andaba en piloto automático. ¿Qué más daba? Esa noche era como pocas: buena comida, buena bebida, excelente compañía. El tontear como niños con los postres le parecía de lo más encantador.
Claro, parte de sí era consciente que aquella cercanía y esas atenciones no eran de “amigos”. Tampoco era ajeno a su conocimiento que Devlin hacía rato que no despegaba los ojos de sus labios. Pero, aún con todo el ambiente, ¿por qué no le resultaba molesto? Si hubiera sido como uno de esos tipos de la “alta sociedad” que le proponían millones por una noche con él y lo veían como un trozo de carne en los desfiles, ya se habría marchado e incluso hubiera renunciado. Pero Devlin era distinto, muy distinto.
—Creo que te gano en reflejos —le manchó la mejilla con crema batida, sonriendo de lado ante la locura que se imaginó en su mente.
Brandon por otro lado, había ya chocado su copa con Harry para hacer un brindis ante la ocasión.
—Y, joven Poole... si no es atrevido mi cuestionamiento, ¿cuántos años tiene?
Harry se puso un poco más rojo, como si él fuera un alumno y el hombre su profesor. Que pervertido sería eso… Sin embargo se sintió un poco peor, como si fuera muy joven para estar en juegos de adultos. Era la primera vez que se sentía así y eso lo llenó de ansiedad. —22…—, lamió la cuchara del postre que ya le habían llevado de parte de Devlin (sus anteriores compañeros de mesa había parecido un par de gatos Chesire cuando él lo miró después de que el camarero se fuera. Miserables, se merecían uno al otro), consciente de que su voz había sonado como un murmullo.
—No me llenes de crema Ulisses, vas a hacer que me “ponga” más que feliz—. Ese no era un típico comentario de Devlin, pero ya se estaba acabando la segunda botella y estaba muy contento, además su compañero era tan increíblemente bello que ya no le importaba si metía la pata cuando la lengua se le iba. Así era él, bocón con más de litro y medio de alcohol en la sangre.
Brandon alzó una ceja. Qué criaturita más exquisita, tenía la medida exacta de juventud y belleza.
—Una edad adecuada —bebió otro sorbo—, yo le he de parecer un viejo.
Ulisses alzó una ceja y llevó la cuchara hacia la otra mejilla, manchándola también.
—Eso es bueno —regresó la cuchara a su postre tomando otro poco, llevándola luego a su boca—, que te pongas feliz… es bueno estar feliz.
El rubio lanzó una baja y breve carcajada —Te falla el inglés amigo, parece que no tienes ni idea a qué me refiero…
—No es cierto—. Harry elevó los ojos, de pronto se llenó de confianza y determinación mientras bebía más licor.— Le pagaré su franqueza asegurándole que también usted es la personificación de mis preferencias. Y no miento.
Un ligero color rosa invadió las mejillas del hombre mientras dejaba descansar su mentón sobre su mano.
—Eso es algo tremendamente positivo —movió la copa en círculos, observando las encantadoras pecas—, ha sido acertado entonces mi acercamiento.
El modelo por su parte, terminó su postre de crema batida con cerezas y acompañó la risa del rubio.
—Te falta una cereza —tenía la última en la cuchara y la acercó a los labios de Dev—, pero… —volvió a alejarla para su boca, tomándola en sus labios — me gustan las cerezas —dijo aquello con la pequeña fruta en su boca.
Ni una sola gota más salió de la gastada botella, de ninguna de las dos. Devlin arrugó el ceño en fastidio y vio lo que hacía Ulisses, estiró su mano hacia la cara del moreno, tocó la pequeña cereza con su dedo índice y luego bajó por el labio de Ulisses para pasar al mentón y dibujarlo con movimientos lentos. Sus ojos fijos en cada acción realizada, obviando las sensaciones de Ulisses.
Se le acercó un poco más, inclinando la cabeza, rozando de nuevo el fruto rojo que increíblemente aún estaba en su lugar —Me tientas, y eso no es bueno—, se inclinó un poquito más en la mesa y le dio un leve beso en la mejilla —, la cereza es tuya—, su voz salió muy ronca, como si quisiera expresar algo más, luego volvió a su lugar inicial sin retirar su atención del modelo.
A lo lejos Harry estaba en el ángulo justo para quedar con los ojos abiertos ante lo que el cantante acababa de hacer.
Ulisses se quedó quieto cuando Devlin actuó. Realmente lo había tomado desprevenido… o quizás no tanto. Lo cierto es que no pudo evitar el rubor en su rostro, que trató de bajar masticando la cereza y tomando lo último de su vino. Él estaba acostumbrado a “cazar”, pero tenía la impresión de que esa noche sería cazado si seguía tonteando de esa manera. Devlin no era ningún novato en ello, en cambio él destilaba la frase “inexperto en el territorio masculino”.
—Imprudente de mí —rió y alzó su mano para limpiar con su pulgar la crema que había dejado en las mejillas del rubio. Luego comió la crema de su dedo y se quedó quieto. —Listo.
Devlin tomó la mano que lo había limpiado y la besó, primero en el dorso y luego en la palma. Por dentro su estómago bullía como lava, y no era debido a su gastritis. Sus pulmones hacían más rápida la respiración y su corazón bombeaba a mil. Todas sus resistencias habían sido vencidas por el vino, ahora solo quedaba la cómoda alegría de la desinhibición. Estaba en el punto en que aún sabe dónde está y con quién, pero en el que las consecuencias de sus actos le importaban un pepino.
Al abandonar la mano sobre la mesa, le dio unas breves caricias en los nudillos. No podía ir más allá. Ulisses era tentador, pero no lo merecía, ni siquiera sabía en qué se estaba metiendo con él y Devlin no estaba en capacidad total o ya habría salido corriendo.
El modelo sintió que una chispa había saltado en su interior, encendiendo en llamas toda su piel. ¿Qué pasaba en esa mesa? Parecía que otro Ulisses había tomado conciencia, el Ulisses que quizá era el más franco y directo. Cuando Devlin besó de esa manera su mano supo que el hombre le dedicaba cierto nivel de adoración, naciente y titubeante al igual que sus propios sentimientos. No supo por qué, la voz del cantante llegó a su mente en ese instante con aquella canción que tanto había escuchado en el video.
Cerró los ojos y jugó con los dedos de Devlin cuando éste lo acarició de esa manera.
—Es la primera vez que alguien hace eso —sus labios esbozaron sus pensamientos directos—, también eres el primer hombre con el que tengo este nivel de… —sus ojos se fijaron en las claras pestañas que enmarcaban los ojos del rubio— confianza…
Devlin apretó más la mano del modelo, la otra también se unió a la caricia y lo atrajo hacia él para darle un pequeño beso en una mejilla y luego en la otra.— Entonces, ¿es cierto lo que dicen? ¿Sólo has salido con top models, ningún chico guapo con los que trabajas se ha interesado en ti? ¿Nunca? ¿Jamás? —Devlin sonreía, por supuesto, pero el tinte de diversión mezclada con suspicacia prevalecía en sus ojos.
—No creas todo lo que dicen de mí —sonrió—, es cierto… he salido con chicas guapas del medio, pero… la mayoría de rumores han sido lanzados por el mismo Simon —su mano se movió un poco para jugar con la del rubio—, con respecto a los chicos… —sonrió recordando a unos cuantos—, he tonteado, no te lo negaré, pero nunca ha pasado a más de un sexy baile en alguna disco luego de una sesión de fotos.
—Me siento afortunado —Sus párpados se cerraron a medias considerando sus opciones. Su dedo pulgar acarició los nudillos de su compañero. —Pero no sé, al mismo tiempo no parece correcto que esté intentando seducirte como parece que estoy haciendo… —Sonrió un poco, tal vez sería el licor corriendo por su sangre, pero sus palabras no llegaban a cobrar verdadero sentido en su cerebro, de hecho, le encantaba la situación presente. Sólo que esta vez no era él quien tenía que decidir.
—Sí… es raro, ¿sabes? —Se acercó un poco clavando su mirada en los ojos miel—, si fueras como otro de esos hombres que lo han intentado, ya te hubiera mandado bien lejos —rió—, pero tú eres diferente… hay… hay algo en ti —desvió su mirada ligeramente a los labios para volver a subir hasta sus ojos—, no sé que es, pero me tiene aquí...
—¿Magia tal vez? —Entreabrió sus labios dispuesto a dar un beso, pero no recorrió el tramo final. Ulisses tenía que ir por ello si lo deseaba.
Así que sin pensárselo demasiado, acercó su rostro y dejó que su aliento se mezclara con el del rubio. Sus labios buscaron los suyos, pero solo se atrevió a dar un primer roce.
El joven sintió una revolución en su estómago. Estaba seguro de que nunca había sentido algo así, ni con un chico ni con una chica (que por lo general en ese medio, eran bastante vacías). Y allí estaba, ese atractivo cantante viéndose tan dispuesto, era como poner una jugosa manzana ante los ojos de un hambriento. ¿Hambriento de qué?, no lo sabía con certeza. Lo único que supo en ese momento era que quería probar, ¿de qué servía reprimir los deseos?
Fin del capítulo VII
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Ejem, yo no hago las divisiones de los capítulos XDDD
2 comentarios:
Leído! bendito sopor del alcohol, adonde nos ha llevado verdad??
Bien chicas, me encanta Harry!!
Jajajaja aunque no podemos negar que algo se cuece ahí XDDD
Oh Harry es un amor, sufrido, pero tierno!
Gracias por tu comentario Prim!!
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