Clasificación: NC-17
Aclaraciones: Esta es una historia original, por tanto sus autoras tienen todos los derechos reservados sobre sus personajes. Sin embargo, existen aportes de cultura Pop que pertenecen a sus dueños.
Los lugares representados en la historia existen.
Advertencia: (I)Aunque existen alusiones a prácticas peligrosas, y las mismas existen, no se recomienda copiarlas o efectuarlas, simplemente se muestran aquí como material informativo.
(II)Las organizaciones mencionadas si existen, y los abusos contra los animales mencionados, también ocurren, y SON un delito.
Gracias por sus comentarios!!
Devlin se alejó sólo un poco, la distancia precisa para no dejar de sentir el calor de su aliento, sujetó las manos de Ulises más fuerte: —Vámonos de aquí, porque me estás gustando más de lo que es correcto, y no quiero aprovecharme de tu inexperiencia o de que nos hallamos pasado de copas—. Le dio un último beso, esta vez en la frente y su voz le habló al oído, —Vámonos por favor. Además aún hay que ir a tu hotel—. Observó los ojos claros y sonrió con algo de vergüenza. —A menos de que hayas reconsiderado y ya no quieras quedarte conmigo.
No lo pudo evitar, el final de la frase sonó con un quejido, bajo y profundo. Como si de pronto su voz manifestara un dolor del que no era consiente.
Ulisses escuchó las palabras, crueles emisoras que jugaron en sus oídos y se mezclaron en su cerebro, siendo desechadas al escuchar la palabra “reconsiderar”. Apretó por instinto las manos y el brazo de Devlin, manteniéndolo a centímetros mientras sus ojos buceaban en los de su compañero.
—Quiero quedarme contigo —su voz salió en un susurro demasiado grave—, pero solo si tú te sientes cómodo teniéndome cerca… no me molesta tu compañía, ¿sabes? Al contrario…
Devlin lanzó una risita suave y subió su mano para acariciar la mejilla de Ulisses, sintió como su rostro recién rasurado era suave al tacto, sus ojos se entrecerraron: — Eres adorable…— se atrevió a acercarse y darle un suave beso en los labios, fue un toque electrizante y que le dio la sensación de ser una mano que le estrujaba el corazón. Pero no se retractó, quería agregar que jamás su compañía le molestaría pero las palabras no salieron. Aguardaría hasta ver la reacción del moreno. Tal vez era hora de que le diera un golpe para ponerlo en su lugar… quien sabe…
Pero lejos de lanzar un golpe, lo único que atinó a lanzar Ulisses fue un pequeño jadeo de sobresalto. Los labios del cantante sobre los suyos no se sentían como cualquier otro par de labios y eso que había probado muchos. Éstos tenían la suavidad y rudeza necesaria. Apenas movió los suyos para hacer más intenso el roce, halando el labio carnoso que se le ofrecía de aquella manera. Sonrió y se alejó, relamiéndose sin dejar de verlo.
—Cielos Devlin, ¿qué clase de magia tienes? Eres peligroso… —sonrió volviendo a su asiento antes de descontrolarse y probar un beso más apasionado. Luego quizá… cuando no estuvieran siendo el foco de atención de todos los comensales del lugar.
El rubio no pudo evitar sonreír mientras apoyaba su mejilla en la mano derecha, la izquierda aún estaba estirada hacia el modelo—. Vamos a tu hotel y si no me tientas, prometo portarme bien—, su lengua repasó su labio inferior lentamente. Quería salir de ahí cuanto antes, no sabía exactamente a qué, porque mientras que sus inhibiciones estuvieran entretenidas él podría llegar a acostarse con Ulisses. Lo había sabido desde el día en que filmaron las escenas de desnudo en el video. Había querido besarlo desde esa vez y el no verse rechazado le hacía necesitar suplir la necesidad despertada. Le besó de nuevo la mano esperando una respuesta. El modelo estaba sonrojado, y sus labios se estiraban en un rictus sensual, los ojos brillaban como pocas veces antes, ¿podía desearlo? ¿De manera carnal?
—Vamos a mi hotel —Ulisses tenía calor y el lugar comenzaba a parecerle un sauna. Quizá el aire despejaría sus pensamientos y aligerara su voz, porque había salido en un susurro, tentado a acariciar con sus dedos los labios del cantante, pero conteniéndose cuando el mesero se acercó. —Hora de la cuenta… y yo pago los postres.
El rubio detuvo su mano cuando estaba por sacar la billetera.— Hoy no, además también estoy invitando a Harry, a la próxima pagas, cuando estemos los dos solos y así no me pongo celoso—. Dejó el dinero y se levantó, sus dedos no soltaron la mano de Ulisses pero tampoco la apretaron, la decisión sería de él.
El joven ladeó un poco la cabeza, pero al final accedió a lo que el rubio decía. Observó que Harry estaba hablando con aquel hombre en la mesa, así que supuso que estaba entretenido.
—Está bien, a la próxima pago yo —se acercó y haló su mano—, ¿Harry viene o…?
—Vamos a preguntarle—. Sonrió observando esos dedos que no se despegaban de él, pasó los suyos para sujetarlos bien. La sensación fue increíble, cálida y abrumadora al mismo tiempo, hacía mucho que no tenía pareja y mucho más largo el tiempo en que había podido mostrarla de esa forma. Ulisses no era su pareja, pero él se conformaba con que se dejara hacer en ese breve lapso en que el alcohol mandaría y no ellos.
Se acercaron a la mesa del fondo. Devlin seguía con su sonrisa de oreja a oreja, que se amplió mucho más cuando Harry los determinó y sus ojos se abrieron como platos ante las manos entrelazadas.
—Buenas noches, soy Devlin Ford —. Se dirigió al hombre.— Y este es mi amigo Ullisses Mateus.
—Mucho gusto —Brandon se puso de pie y extendió su mano—, Brandon Hardy.
El modelo estrechó su mano pero no soltó la otra que lo tenía apresado de una manera agradable.
—Muchas gracias por la botella señor Hardy, fue una lástima que Harry no la haya tocado. Creo que le debo la cortesía—. La sonrisa de Devlin resplandeció como nunca.
—Es verdad —el aludido medio gruñó —Aunque ustedes la aprovecharon bastante—, la naricita volvió a arrugarse y las pequitas bailaron en el puente.
—No debe preocuparse por ello, Harry ha bebido conmigo y su compañía ha sido un deleite a los sentidos —le dedicó una mirada intensa—, ¿no me dirá que vienen a llevárselo tan pronto?
—A menos de que él quiera otra cosa—.El gesto de fastidio del pelirrojo se acentuó. Claro, esos dos ya habían hecho manitas, al punto de que Dev había hecho caer a un hetero. Uno espectacular, y ahora querían llevárselo lejos de su “cuarto de hora”.
Brandon observó al chico y alzó una ceja esperando su respuesta. Cruzó los dedos mentales para que se quedara con él un poco más. Así tuviera que llevarlo al otro lado de Londres o a donde viviera.
—La verdad es que no quisiera incomodarlo, señor Hardy—. Sus ojos se fijaron en la pareja—, pero tampoco a ustedes, me puedo ir solo igual. No es tan tarde.
—No quisiera dejarte aquí —Ulisses se sintió un tanto mal por desplazar al pelirrojo
—No me representa incomodidad alguna su compañía, joven Poole —le sonrió y se giró de nuevo hacia Devlin y Ulisses—, si no les molesta, yo puedo escoltar al joven hasta la puerta de su casa y dejarlo sano y salvo.
Devlin asintió agradeciéndole y se despidió de los dos con un gesto, después de eso casi arrastró a Ulisses hasta la puerta, detuvieron el primer taxi que pasó y se desaparecieron del mapa en menos de dos minutos. Harry estaba impresionado. Santiago se comería sus palabras, parecía que el tiempo de celibato de Dev había llegado a su fin. Y él había colaborado, con una botella que era para él, pero no le molestaba si ese asunto salía bien. Dev merecía no estar solo por más tiempo.
—Creo que no les molesta —Brandon rió ante la escena y volvió a sentarse, sirviendo lo último de la botella en las dos copas—, entonces Harry… ¿puedo llamarle así?, ¿qué me cuenta de su vida?
Mientras, Ulisses recostaba la cabeza en el respaldo del sillón, sintiéndose mareado y a punto de cometer la locura más extraña de su vida. Había sido sacado tan rápido del restaurante que todo le había dado vueltas y ahora estaba en movimiento.
—Mmm… qué relajado me siento —sonrió porque apretó la mano de Devlin. Aun no lo había soltado.
El rubio se desmadejó sobre el asiento, giró su cabeza hacia Ulisses y sonrió, se acercó un poquito a él—. Ya somos dos, ha de ser el vino. Los gustos de Santiago siempre han sido extremos, y él tiene más tolerancia al alcohol que ningún otro mortal. —Sus dedos empezaron a acariciar los otros—. Estoy un poco cansado, no veo la hora de llegar a casa—. Soltó el aire por la boca tratando de espantar un cabello rebelde sobre su frente.
Ulisses sonrió y se inclinó sobre él para quitarle el malvado pelillo, aprovechando para acariciar con sus dedos el puente de la recta nariz.
—Yo también quiero llegar a casa.
—Eso se oye prometedor… —Devlin se dejó acariciar, sus labios estaban sedientos por un nuevo beso, aunque fuera uno fugaz, — Deberíamos ir directamente allí y dejar lo del hotel para mañana…—Tanteó, además no tenía ganas de ponerse las gafas y el gorrito.
Ulisses suspiró y tamborileó sus dedos sobre los de Dev.
—O.k —rió bajito—, pero no te quejes si me tienes que aguantar sin ropa por tu casa… que no traigo mi pijama…
El rubio sonrió de medio lado. Mmh sin ropa era una buena idea, de hecho era algo que había considerado desde el día del video. Verlo sin ropa le había provocado una dolorosa erección, sus ojos recorrieron los hombros que se inclinaban hacia él ¡Había tantas opciones para responder a ese comentario!
—Te prestaré algo—. Se inclinó hacia el frente, apartando a Ulisses con otro beso en la mejilla y le dio la nueva dirección al taxista. No había que cambiar demasiado de rumbo.
El modelo suspiró y se echó hacia atrás, cerrando los ojos para que el mareo se perdiera un poco. Pronto estaría en casa de Devlin, dormiría, descansaría… ¿o quizás no? Los labios aún le picaban por otro beso y no sabía por qué su cuerpo respondía de aquella manera a un estímulo masculino.
Después de tomar otra avenida el rubio volvió a tirarse sobre la silla, esta vez haciendo lo posible para quedar muy cerca al moreno. Los taxis de Londres no tenían tanta privacidad como los que acostumbraba Ulisses, y el conductor les echaba un ojo de vez en cuando por el retrovisor. Pero eso no le importaba, en lo absoluto. Tomó esa mano bronceada y se entretuvo dándole pequeños besitos a lo largo, incluso subiendo por la chaqueta. Sus labios llegaron a la muñeca y allí tantearon buscando el pulso.
Quería hacerle el amor a Ulisses, pero no se lo diría. El resquicio de cordura que aún le quedaba le permitía poner todo en cierta perspectiva. Si no fuese así, algo entre sus piernas ya habría roto el bóxer y estaría peleando con la cremallera de sus jeans.
Aún así, sus ojos dorados no perdían detalle de las expresiones en el rostro del modelo. O al menos las que se podían ver cuando un faro de la calle iluminaba su camino.
Ulisses sonreía al sentir esos labios traviesos en su mano, se dejaba hacer porque le agradaba. ¡Si lo viera Simon! Seguro le daría un ataque, porque estaba irreconocible. ¿El vino hacía eso? No, no podía culpar al licor. La culpa del líquido era el desinhibir esa parte de él que estaba muy escondida y que luchaba por salir. Ahora que tomaba el mando se sentía bien, libre. ¿Qué consecuencias le iba a traer? No lo sabía. Sólo sabía que iba en un taxi merodeando por Londres junto al hombre cuya voz adoraba escuchar en sus días de adolescencia.
Sus ojos se abrieron y giró el rostro para ver a Devlin. Si tan sólo la oscuridad cubriera a aquel intruso conductor…
—¿Soy yo… o hace calor?
Devlin decidió arriesgar un poquito, se aproximó con un nuevo beso en la mejilla y apresó por unos segundos el lóbulo de la oreja que se le hacía encantador tras esos cabellos ondulados—. En casa tengo cerveza y vino… tú escoges. O tal vez tengas hambre…
—Mmm… más vino —ladeó el rostro para dejar expuesto su cuello. No iba a decirlo abiertamente, pero le encantaba que mordieran allí.
Ante la oferta expresa el cantante siguió con su trabajo, besando el lóbulo y mordiendo el caracol de la oreja mientras prometía uno de sus platos exóticos por si tenía hambre. Cuando decidió meter su lengua dentro de la oreja del moreno, un resquicio de cordura llegó hasta él en forma de pensamiento fugaz:
«Si no te apartas con esto Ulisses, no te dejaré ir esta noche. Decide ahora por favor».
El joven dio un respingo y su mano apresó el muslo de Devlin en un acto reflejo. Suspiró audiblemente y la movió hasta la rodilla, sintiéndose muy atrevido si la movía hacia arriba.
—No hagas eso —susurró sonrojado. Ese movimiento lo había calentado demasiado.
«Gracias Dios…» Devlin decidió apartarse del todo y replegarse hasta su lado del sillón. Si seguían así llegaría a casa a quitarle la ropa a Ulisses y hacerlo gemir bajo su cuerpo hasta que los dos quedaran sin energía. Se pasó las manos por la cara sintiendo como el embotamiento del licor se retraía un poco.
Ulisses le observó aún rojo, respirando agitado. Cuando el auto se detuvo agradeció mentalmente el ya estar próximo a descansar y olvidar la borrachera. Su mano sin embargo, fue a buscar nuevamente la de Devlin.
—¿Vamos?
El rubio pagó el taxi y apretó de nuevo la mano del modelo. Se conformaba con eso, su corazón latía con saltitos y la temperatura luchaba por volver a la normalidad. Ni siquiera se soltó de Ulisses cuando entraron al edificio y subieron juntos en el ascensor. Aunque su cuello se le ofrecía tentadoramente y él quería hacerle los honores.
El modelo observaba al rubio de reojo, notando por primera vez los masculinos y atractivos rasgos que poseía. Estaba al lado de un hombre muy apuesto, cual imán ante lo que él era un pequeño tornillo desprevenido. Cuando el sonido del ascensor dictaminó que habían llegado a su destino, salió primero halando al rubio. Necesitaba un lugar donde sólo estuvieran ellos dos para comprobar algo.
El rubio le siguió el juego, aunque sólo fuera porque el calor se dispersara de su cuerpo. Abrió la puerta con premura y de nuevo quedó atrás, de nuevo era arrastrado.
El modelo no encendió ninguna luz, simplemente tiró a su compañero y lo pegó peligrosamente a su cuerpo. Sus manos tomaron las mejillas y tras acariciarlas sus labios fueron en busca de esa boca que ya en el restaurante lo había dejado picado.
Devlin se derrumbó contra él. Dejó caer las llaves al suelo, lo mismo que sus gafas y su gorro. Tomó los labios que tan comedidamente le eran ofrecidos y los devoró. Viejos recuerdos vinieron a su mente, sólo las tácticas de seducción utilizadas en cada encuentro. No quería dañar la situación presente con caras que ya no valían nada para él.
Tomó ambas manos del moreno y agarrándolas firmemente impulsó las suyas hacia arriba contra la pared, ofreciéndose totalmente, sus labios succionando y sus dientes mordiendo mientras que su cuerpo dispuesto esperaba que el de Ulisses tomara la decisión en cuanto a acercamientos.
El moreno no se amedrentó ante su acción. Había dudado, sí, como en cualquier otra situación en la que no sabía bien si dar o no el paso. Pero ahora que sentía la intensidad y ferocidad de ese beso, la pasión que se desataba ante el roce y la humedad, supo que había hecho bien en comprobar lo que en su mente comenzaba a rondar y que su cuerpo era más honesto en aceptar. No era como los besos dados hasta ahora en su vida, era completamente distinto. Así que dejó a su lengua explorar libremente mientras sus manos se enredaban en los rubios cabellos, buscando ir más profundo.
El cantante permitió que jugaran con sus sentidos sólo por un momento, luego tomó a Ulisses de las mejillas y sin soltarlo lo llevó hasta uno de los escasos muebles de su salón. Un sofá esquinero estrecho y largo. Mientras caminaban hasta allí para sentarlo, decidió él también atacar con su lengua, posesionándose del estrecho espacio debajo de la de Ulisses, acariciando esa zona sensible abajo y levantando la lengua con la propia.
Cuando los pies del modelo chocaron y quedó sentado, Devlin se arrodilló frente a él. Su lengua se retiró de la cavidad cálida y alicorada, sus labios chupaban los otros con un sonido sensual. Y volvían a atacar mientras sus ojos color miel parecían tener luz propia, acicateados por las luces de la ciudad. No perdía detalles de las expresiones del moreno mientras se quitaba su propia bufanda y seguía tirando más y más de los labios que empezaban a inflamarse.
Ulisses se sintió enardecer ante esa manera de besar. Le encantaba, le fascinaba esa lengua perdiéndose en su boca. Suspiró con fuerza y apretó entre sus dedos los cabellos del cantante, halándolo hacia sí mientras su otra mano arrugaba la tela de su camisa, deseando algo que sabía que sería más intenso.
—Mhh… —Murmuró el rubio mientras sentía esa mano buscando, cuando tocó su piel, la tomó de la muñeca y empezó a subirla por su estómago y su pecho, llevándola justo a los puntos dónde era más sensible, los costados de su estómago, la raya que partía sus pectorales y sus pezones.— No soy una mujer Ulisses—, le susurró al oído mientras se acariciaba con la mano obediente.— Ten en cuenta eso antes de que empiece a devorarte.
Sus dientes enfatizaron al morder el lóbulo y su lengua intentó de nuevo adentrarse en la oreja. Estaba a un paso de mandar todo al diablo y hacerse poseedor de lo que se le venía ofreciendo desde apenas horas atrás.
Ulisses sintió cómo su corazón daba un vuelco y su estómago dos. Sí, frente a él no tenía a una mujer, no era una figura delicada. Y él no era quien llevaba las riendas. Sus ojos se encendieron en la ardiente oscuridad, pasando su mano por los pectorales mientras procesaba la idea de ser “devorado”.
¿Se estaba refiriendo a…?
Devlin sintió la vacilación y lo soltó como si quemara. Deseaba con todo su cuerpo hacerle el amor, de forma apasionada y total, quería que los suspiros de Ulisses llenaran su casa y poder olerlo de nuevo en sus sábanas por la mañana. De lo que no estaba tan seguro era de si esos anhelos incluían algún tipo de sentimientos. Si no era así, sería una lástima porque el jovencito no lo merecía. Incluso si él estaba dispuesto a adorarlo con todo lo que tenía para entregar.
—Espera —Ulisses pegó su frente a la de él cuando lo vio alejarse así—, no te alejes así. Dios, me siento como un novato —sus manos se posaron sobre los hombros del rubio
Devlin se retractó y le dio un nuevo beso. Esta vez más delicado, como de reconciliación. Su mano tocó de nuevo la mejilla del moreno y le sonrió:— Déjalo así. Ya lo procesaste, y si lo haces ya nada ocurrirá—. Le dio un nuevo beso.— Me siento privilegiado por haber sido el primer macho que te besara, espero que siempre sea así.
Ulisses cerró los ojos ante los besos y sus palabras. Realmente Devlin era un caballero, un hombre como pocos.
—Sólo contigo me ha pasado esto —confesó mientras le rodeaba el cuello dando un suspiro—, es… algo nuevo —se sonrojó—, Devlin… yo…
—Supongo que sé como te sientes, de hecho yo me siento como un pervertido corrompiendo a una virgen —Sonrió y se levantó dispuesto a terminar con ello, necesitaba ducharse, pero antes debía asegurarse que Ulisses estaba cómodamente instalado en su propia habitación.
El modelo le tomó la mano y lo haló, haciéndolo quedar de nuevo sobre él.
—No estás corrompiendo a nadie—susurró mientras le sonreía de manera conciliadora — y no es que no me agrade —aclaró—, al contrario —le acarició los cabellos— en verdad me gusta estar así contigo, sólo… —ladeó un poco la cabeza—, quizá nunca había estado en contacto con esta parte de mí que no distingue el género… quizá… tengo que acostumbrarme aún…
—Shhh—, Devlin se las arregló para acomodarse en el sofá también, justo al lado de Ulisses, lo atrajo hacía sí, y le dio un nuevo beso mientras se reclinaban sobre el mueble. Lo besó con suavidad, pensando que en realidad no había explicaciones para la marea de sentimientos, acciones y sensaciones de las últimas horas. Si hablaban se herirían y si lo pensaba demasiado, él mismo sentiría volverse trocitos. Todo había sido culpa del licor… era mejor pensar así.— Si duermes conmigo así esta noche, no me deberás ninguna explicación.
El modelo le observó serio y en silencio durante largo rato. Acarició los rubios mechones que rodeaban el rostro de Devlin y al final asintió.
—Quiero dormir contigo… en tu cama —esbozó una sonrisa para quitarle peso al asunto—, el sofá es un poco incómodo.
Soltó una risita ante esas palabras. Sólo porque era Ulisses lo dejaría dormir allí, aunque fuera la segunda vez. Se estaba convirtiendo en una costumbre. Se levantó, se quitó la chaqueta y el resto de la ropa hasta que sólo tuvo la camisa y los jeans encima, haló de Ulisses para ponerlo de pie y le dio un nuevo beso, cuando llegaron a la puerta de la habitación se volteó y lo miró seriamente —¿Prometes que podré besarte hasta que caigamos dormidos? —Sonrió, le daba la misma si el moreno se negaba, por alguna extraña razón estaba satisfecho, además se sentía bien consigo mismo después de haber parado en ese punto crucial.
—Hecho —no era momento para dejar a un lado lo que le agradaba. Y la boca de Devlin le gustaba mucho. Entró en la habitación y se descalzó, comenzando a subir el jersey ajustado hasta quitarlo y dejar su torso al descubierto. Desabrochó su cinturón y bajó la cremallera, quitándose sin más los pantalones. Con el bóxer como única prenda, se lanzó al colchón y se abrazó a la almohada, sonriendo al constatar que toda la cama tenía la masculina fragancia del rubio.
Devlin se le acostó al lado y le metió los dedos entre el cabello.
—Haces trampa Ulisses, si te quedas así de ligero de ropas voy a tener una erección—. No lo decía en broma, pero aún así le sonrió y lo estrechó contra su cuerpo como pudo. Su mano izquierda acariciado la cabeza y su boca perdida, dándole pequeños besitos por toda la cara.— Deberás exigirme que no pase de… no sé ¿Tu rostro? ¿Tus orejas? ¿Tu cuello?— sus ojos relumbraron con picardía.— ¿Tus hombros? ¿Tu pecho?
El joven brasileño le observó con una sonrisa pícara y se giró para quedar boca arriba. Lo cierto es que su “amiguito” ya había dicho ¡presente! desde hacía rato, delatándose por un bulto prominente que en vano había querido ocultar lanzándose boca abajo en esa cama.
—¿Me dices que ponga un límite? —Murmuró pasando su mano por el pecho de Devlin—, no encuentro demasiadas razones para colocarlo —se sonrojó de nuevo—, estás logrando que no sea yo esta noche —sonrió halándolo para darle un ligero beso, tirando al mismo tiempo de las sábanas para crear una especie de burbuja sobre ellos—, definitivamente tienes alguna clase de magia…
Devlin le tomó las manos y las puso sobre su cabeza, acomodándose a medias sobre el cuerpo que parecía dispuesto. Le besó de nuevo el rostro, con pequeños besitos saltando por todos lados: la frente, los párpados, los pómulos, las mejillas, la nariz, la barbilla, y dejó para el final los labios, los lamió lentamente, la punta de su lengua insinuándose en la partición de ambos, perezosa, sin querer entrar en la boca porque aún le hacía falta un largo trecho.
—Listo ahí, sigo con las orejas—. Sonrió pícaro,— Pero no te puedes quejar o te comeré enterito.
Devlin había abierto los botones de su camisa para poder percibir mejor el calor de esa piel ¿A qué jugaban? ¿A qué jugaba Ulisses? Porque a ese punto, él sólo era un dedicado seguidor de las intenciones del modelo: un hombre que proclamaba sólo gustar de las mujeres y aún así estaba bajo su cuerpo, en su cama, tentándolo, dejando que lo tocara de esa manera íntima y seductora.
Estaba seguro de que el efecto del alcohol ya había pasado por el sistema de los dos, ¿entonces lo estaría engañando el modelo? ¿Era de los que decían una cosa y hacía otra? Interrumpió sus besos para mirarlo a la cara. Seguro sus dudas se reflejaban en sus facciones, aunque su sonrisa estaba congelada en sus labios.
El modelo se dejó hacer con docilidad, sintiendo cómo su abdomen se llenaba de chispas bien conocidas para él. Sus dedos se dedicaron a acariciar la piel de la nuca del rubio, suspirando al sentir ese beso tan lento y tentador. Sonrió cuando volvió a mencionar lo de “comerlo” o “devorarlo”. Ya suponía qué papel era el que prefería llevar Devlin en la cama.
Cuando abrió sus ojos para contestarle algo, observó que el cantante le veía fijamente. Esa carita… podía percibirlo. Notó claramente que Dev vacilaba y sabía con certeza la razón. No podía culparlo, ¿quién no podría intuir alguna otra razón disfrazada en sus acciones? Él, que nunca antes había salido, o se había visto envuelto en romance alguno con otro hombre, estaba allí, en esa cama, sintiendo el peso de ese cuerpo y la calidez de esa piel. Incluso le había dejado ser el primer hombre en darle un beso, bueno, varios besos nada santos. ¿Por qué lo hacía realmente?, ¿era simple curiosidad? La respuesta en su cabeza fue un rotundo: «no es curiosidad, es que te atrae como nunca nadie te había atraído».
Pero era un hombre… ¿era ese realmente un problema? Nunca se lo había planteado hasta esa noche, mientras tonteaban con los postres, mientras era visto de esa forma tan especial, mientras sentía esos labios devorando los suyos. Ser consciente del firme y fuerte cuerpo de su compañero, siendo tan parecidos y a la vez tan distintos, le llenaba la cabeza de teorías, pero el corazón de anhelo.
—Me atraes mucho —confesó enredando sus dedos en los rubios mechones—, y es en serio. Pero es la primera vez que estoy… —se sonrojó—, tú sabes… en esta situación con otro hombre. Soy torpe.
Devlin prefirió dejar las dudas en la parte posterior de su cabeza, justo donde no pudiera oírlas, sólo sonrió repartiendo nuevos besitos sobre el cuello y las clavículas de Ulisses. —No te he dado tiempo a que seas torpe, y en todo caso, yo puedo enseñarte—. Le dio un nuevo beso en los labios y lo acomodó de tal manera que se reclinara contra su pecho y la camisa del rubio los encapsulara a los dos.
Sentía que los pantalones se le reventaban pero no iría más allá. A pesar de lo tentador del moreno, había rechazado sus avances en los momentos cruciales. Era hora de parar ahí.
Sus dedos bajaron para repartir suaves caricias sobre el vientre lampiño, no de una forma sensual, sino más bien intentado transmitir cariño. Su otra mano acariciaba los cabellos de la frente de Ulisses mientras la cabeza seguía reposando en los músculos de su hombro y brazo. Su mente cavilaba, volando a esos tiempos en lo que él creyó que podía manejar la intimidad con mujeres. Había sido un fiasco por supuesto, pero no tan aterrador como la primera vez que había tenido un hombre desnudo y pegado a su cuerpo.
Era mejor no recordar. Lo ponía melancólico.
Ulisses dejó a su cuerpo en manos del experto. Se sentía un poco nervioso, sobre todo cuando sintió el calor del rubio y lo delator de sus curvas. Las manos del cantante eran capaces de amansarlo hasta dejarlo quieto y tranquilo, cosa que con nadie había experimentado. Decidió devolver el gesto pasando su mano lentamente por el pecho de rubios pelillos, bajando por el torso hasta llegar al abdomen, para luego subir y continuar con el mismo movimiento.
—Enséñame —susurró moviendo su rostro para besarle el hombro.
—O.k —Murmuró Devlin y se acomodó de tal forma, que los rostros de los dos quedaran juntos, la melancolía había teñido el momento, pero le daría al modelo eso. —Lección uno, besarme—. Lo besó,— Puedes ser tan rudo como desees, aunque yo prefiero la sutil pasión que crece a medida que le añades minutos a la situación.
El rubio metió la lengua entre los labios de Ulisses, pero esta vez no buscaba seducir, solo quería tantear el terreno, crear un primer mapa de cómo era ese interior cálido y húmedo. Aún podía sentir el sabor de las especias y el vino, pero era más como si hubieran impregnado la cavidad a como si estuvieran presentes allí. Su mano siguió frotando el estómago de su compañero. Y su respiración era pausada, no se permitiría perder el control. Era de carne y hueso, un humano, y a veces podía sucumbir a sus instintos. No quería eso.
El joven cerró los ojos y dejó que su lengua saliera al encuentro de la del cantante. La masajeó con cadencia, perdiéndose en el húmedo contacto mientras sus manos pasaban fuertes por la cintura del rubio, pegándolo a sí. Esa era la manera como le gustaba besar, sabiendo que su contraparte le pertenecía, demandaba todo. Iba despacio, degustando, conociendo esa boca, conociendo la sensación poderosa de estar al lado de alguien a quien admiraba y le resultaba tan atractivo. Pero la cercanía era letal, ambos estaban excitados y no pudo contener un quedo gemido al rozarse con el cuerpo de Devlin.
Devlin se alejó de él unos centímetros. El sonido de Ulisses lo hizo pisar Tierra. Estaban cometiendo una locura.
Ulisses le observó un tanto apenado por su boca que dejaba escapar esos sonidos delatores. Subió su mano por el torso y la detuvo en su espalda, volviendo a acercarlo para darle un beso suave.
—¿Lección uno completa? —sonrió mientras se giraba y lo hacía rodearle la cintura. Por esa noche lo más prudente era dormir.
—Si… —Murmuró Devlin mientras le daba un beso extra mimoso en la nuca—. La lección dos, consiste en paciencia—. Y le acarició el cabello mientras lo estrechaba muy fuerte contra su cuerpo.
Fin del capítulo VIII
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Y vamos con los agradecimientos!! A Prim por sus palabras de entusiasmo! a Balam por la carita feliz, a Moonlover que siempre nos deja comentarios geniales y a Emmagination a quien le gustó el cap VII aunque Santi no apareciera XD (Pronto, prontoooo)
Comentarios por favor!!! Nos alegran el día, de verdad!
3 comentarios:
Les escribe la calva Prim, si, calva me he quedado pues me he arrancado los pelos DE A UNO!
Estos señores si que se toman su tiempo, no quiero imaginar como serán las siguientes entregas!!
Les escribe la calva Prim, si, calva me he quedado pues me he arrancado los pelos DE A UNO!
Estos señores si que se toman su tiempo, no quiero imaginar como serán las siguientes entregas!!
Jajajajaaja
Bueno, si, se toman su tiempo, pero ya verás como serás ampliamente recompensada en el futuro... es que... Dev tiene su forma de hacer las cosas, pero no te preocupes, que ese Uli es pura candela.
Un abrazo y saludos a tu cabello!!!
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