18 de mayo de 2011

Dream capítulo V

Uh tengo sueño, es temprano, he dormido bien en las.. noches? (soy de las que tiene, como dicen por ahí, el horario corrido XD) y he comido bien, pero me caigo de sueño cuando dan las 5. Que horror...
Bueno! otro cap más de Dream, porque sí! porque ya es miércoles!! y los miércoles es un día genial para actualizar (el estress de media semana laboral se olvida, no es finde así que no se les acumula la "diversión" y etc) Así que ya vamos con el cap 5!!!
Wow! pero como va el tiempo de rápido. Jujujuju
Aprovecho para decir que dentro de ocho días espero ir a ver Piratas del Caribe IV, así que según el horario de la función tendremos o actualización muy temprana o muy tardía, no sé.
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Autoras: Amy Tomoe y CB
Clasificación: NC-17
Aclaraciones: Esta es una historia original, por tanto sus autoras tienen todos los derechos reservados sobre sus personajes. Sin embargo, existen aportes de cultura Pop que pertenecen a sus dueños.
Los lugares representados en la historia existen.
Advertencia: (I)Aunque existen alusiones a prácticas peligrosas, y las mismas existen, no se recomienda copiarlas o efectuarlas, simplemente se muestran aquí como material informativo.
(II)Las organizaciones mencionadas si existen, y los abusos contra los animales mencionados, también ocurren, y SON un delito.
Gracias por sus comentarios!!

Capìtulo V



El teléfono había estado sonando como una insistente alarma contra incendios en el fondo de su cerebro y en la niebla de todos sus sueños. De un manotazo lo lanzó a algún lado, pero eso no fue suficiente, el celular tomó su turno.
Cuando ya era obvio que no iba a poder dormir más. Devlin Ford hizo un esfuerzo supremo para levantarse a pesar de que sus párpados no querían despegarse. Sus largas pestañas trigo se habían enredado y su boca estaba seca y con un sabor repugnante. Además tenía una sed terrible. Había bebido como enfermo, eso seguro.
Se había quedado dormido en el piso y todo le dolía. Menos mal no era uno de esos pobres humanos que amanecía con dolor de cabeza y sensibilidad a la luz, no, él solo se podía beber el Támesis completo y seguir con sed.
Se arrastró como pudo buscando el origen del ruido y un pie chocó contra su mano —¿Qué demonios?
Al fin sus párpados respondieron ante la urgencia de la situación y sus ojos enfocaron unos calcetines oscuros con puntitos rojos, de ahí para arriba un jean semi ajustado, una bragueta abierta, un estómago y una pelvis lampiños, una camisa abierta y un cuerpo marcado y recubierto de piel bronceada le dieron la bienvenida a sus ojos.
Ulisses Mateus, en su cama, casi desnudo ¿lo habían hecho? ¿Se habían besado al menos?
Cuando Devlin empezó a caer en pánico de quinceañero que descubre que será padre, se obligó a serenarse. Él no le pondría un dedo encima a un compañero de trabajo, ¿verdad? Por más sensual que le pareciera, ¿verdad? Además él no se aprovechaba de la gente cuando estaba borracho, ¿Verdad? Y lo que es más importante, él no se metía con nadie conocido porque no quería problemas/ estorbos en su vida, ¿Verdad?
Sí, era cierto. Su modo de vida planificado no se había visto turbado por un lindo brasilero. Sólo se habían emborrachado como piratas, habían comido como cerditos y después de medio bajar el malestar, se habían arrastrado a la habitación más cercana, la de Devlin. Al parecer en algún momento había cedido su cama a Ulisses en lugar de irse a otra de las cuatro habitaciones disponibles.
Ahora lo tenía ahí, el heterosexual proclamado, el símbolo de la belleza masculina más exacto a Narciso que hubiera visto en su vida, medio desnudo en su cama (y seguro no era su obra porque tenía por costumbre no tocar si no lo tocaban).
La vida era una sola ironía.
Mientras tanto, en el mundo del sopor de los sueños sin sentido, Ulisses navegaba plácido. Si de por sí dormía como tronco, cuando se había emborrachado parecía muerto, nada era capaz de despertarlo hasta pasado largo rato. Suspiró mientras su cuerpo ondeaba sobre aquella mullida cama, pasando una mano por su pecho para abrir más la camisa que le daba calor. No tuvo mucho éxito para quitársela, así que se giró para quedar boca abajo, levantando las caderas para quitarse también el pantalón. Sus intentos no eran demasiado buenos, o simplemente él tenía mucho sueño. Así que tras unos segundos de infructífera batalla, volvió a quedarse quieto en esa comprometedora posición.
Los ojos de Devlin se abrieron como platos, se puso de pie como pudo y se fue directo al baño a lavarse la cara, la boca y las manos, ni loco iba a tomar una ducha con semejante espécimen en su mismo piso.
Tenía los ojos llenos de jabón cuando el sonido del celular se transformó en el sonido del timbre. Si no habían llamado al citófono, eso sólo podía indicar una cosa, Santiago esperaba respuesta al otro lado de la puerta de entrada.
Se limpió con la primera toalla que encontró y se fue a la puerta, con suerte se iban derechito al aeropuerto.
Bueno, iba a tener problemas con su agente porque él se lo había advertido (aunque no sabía muy bien que), y lo iba a mirar con desprecio y luego se lo echaría en cara y luego… y luego nada, su agente no era su mamá y ni a ella le rendía cuentas ya.
Abrió la puerta.
No hubo saludo de mañana. Santiago le mostró su Blackberry para atestiguar que había hecho como doscientas llamadas. —Son las 12 y te he estado llamando toda la mañana. Por cierto, apestas y este lugar hiede.
—Gracias—. Devlin le sonrió y lo dejó pasar. —Tú sin embargo, hueles a duraznos. ¿Has caído de nuevo en la Adicción Harry Verdad?
Santiago detestaba que lo conociera tan bien, y en ocasiones detestaba que ambos se conocieran tan bien—. Una canita al aire supongo—. Le mostró un sobre y se encaminó por el corredor hacia el estudio.
—Amigo, ya quisiera yo tener un par de canitas de esas. Después de ésta viene la encamada de fin de semana, ¿me equivoco? —Santiago resopló y lo siguió por el corredor. —Tengo dos noticias, una sobre la pista…
—Respecto a eso… —Devlin lo interrumpió, y aprovechando que pasaban frente a su habitación decidió abrir la puerta para mostrar el contenido de su cama—. Si bueno, ¿no lo podemos postergar? Yo estoy levantado, pero no sé si mi modelo lo logre.
—¿Cómo? —Y por primera vez en mucho tiempo el moreno alzó la voz —¡Devlin! ¡No puedo creer que te hayas follado al brasilero! ¿Qué te dije, ah? ¿Qué te dije?
Se abalanzó como un tornado hacia la habitación mientras calculaba los parámetros del desastre. De esto se enteraría Simon y si lo hacía, movería las fichas de tal forma que le arrancaría una buena tajada de algo a los dos.
—¿Te parece que me lo he follado hombre? Por si no lo recuerdas, es hetero. Lo ha proclamado desde el primer día. Y lo que es más importante, lo ha cumplido.
Santiago despegó su mirada de la encantadora visión de la cama para observar los ojos de color miel de Devlin. Ahí solo había verdad, le sonrió con todos los dientes recitó prometiendo ir a misa.
Luego ambos se quedaron unos buenos minutos viendo como el modelo respiraba y de vez en cuando se movía en la cama. —¿Está bueno cierto?
Devlin asintió.
—Sobre la pista… —Agregó Santiago—, nos la prestan cuando las condiciones meteorológicas mejoren, lo que quiere decir que hay que llamar todos los días.
—¿Y que él todavía no se devuelve a Miami? —Devlin señaló la cama con horror, Santiago asintió—. Joder.
Ulisses volvió a moverse y quedó de nuevo boca arriba, buscando luego una almohada para ovillarse contra ella. Suspiró y se relajó de nuevo, entreabriendo los ojos para darse cuenta de que aquella no era su cama. Tampoco la habitación era la suya, ni podía estirar su mano para accionar las cortinas y hacer que la claridad se fuera al carajo porque le estaba reventando los ojos. No, aquella no era su casa y la mirada intensa que sentía sobre sí le daba un poco de escalofríos.
Levantó apenas la cabeza para enfocar bien, distinguiendo a Devlin… y a su manager.
—¿Ya es hora de trabajar? —balbuceó con gran esfuerzo volviendo a caer rendido sobre la almohada.
Pensaron al unísono los únicos testigos de la escena. Mateus no era sensual sólo cuando estaba despierto, parecía que hasta medio dormido y con rastros de haber bebido hasta la inconsciencia se las arreglaba muy bien para parecer el sueño húmedo de cada ser del planeta con media hormona activa.
—Nos cancelaron hoy —. Respondió Devlin con una media sonrisa — ¿Café?
—Nada de eso—. Santiago agitó su propio Blackberry ante la cara del modelo—. Antes tiene que llamar a su representante y reportarse. No quiero problemas ni malos entendidos con nadie—, luego de eso miró a Devlin con cara de “¿Es que acaso tengo que comportarme como si fuera tu madre?”
—Mmmm… Simon no sabe que estoy en Londres —sonrió con los ojos cerrados—, ando fugado…
El rubio dejó la habitación para hacer café y de paso preparar su infaltable English Beakfast diario, ojalá bien negro, muy caliente y con toneladas de azúcar. Era un tristeza que ya no hubiera ni un solo pastelito de los de Bea’s.
Desde la barra observó el basurero de la noche anterior y se sintió mal por el desperdicio de cajas de cartón y poliestireno que no se podía reciclar. Dejó la tetera y la cafetera en proceso de hervor y se fue a recoger hasta la última migaja de su piso de caoba reciclada y lacada. Es que ni Leo Di Caprio le ganaba con sus buenas intenciones hacia el planeta, y se sentía orgulloso por eso.
Después de comprobar que no había manchones ni migajas, se lavó las manos y siguió con su asunto tratando de ignorar que Santiago lo estaba observando desde la salida del corredor.
—Si mal no recuerdo, tuviste un episodio con ese tal Simon cuando estuvieron en NY, y si mal no recuerdo hace tres añitos y medio terminaron una relación bastante dañina en un hotel. Llegaste destrozado y me acuerdo muy bien porque el que recogió los pedacitos fui yo.
Devlin odiaba recordar los hechos de aquellos lejanos meses. Pero quería saber a qué se atenía con Santiago. Si, negocios eran negocios y placer era placer. Cuando se había enterado de que Gray era el representante del modelito sexy anti pieles había estado a un segundo de botar todo. Aunque sabía que el sudamericano daría todo de sí (en caso de que aceptara), para recobrar algo de prestigio y unos cuantos ceros que subieran su caché.
Santiago sin embargo le había dicho que todo iba a salir bien y decidió seguir con el asunto.
—Lo conozco mucho mejor de lo que él mismo cree. Es ambicioso y suele buscarle el pierde al que puede. Mi principal motivo para que no te metas con Mateus no es la relación laboral, es que sé qué se te viene detrás.
—Lo sé—. Devlin sopló su té mientras miraba la ciudad neblinosa desde su privilegiada altura y panorámica—, pero ten presente que tengo palabra, y si digo que no es no. Ya estoy grandecito para caer en tentaciones como esa—. Al final todo parecía girar alrededor de Simon o de Ulisses. Empezaba a sentirse harto.
El moreno elevó sus ojos al techo, a veces no sabía como lidiar con el pensamiento de su mejor amigo. Lo salvaba de muchas pero lo estaba aislando. Homosexual o no, a veces le parecía que no valía de nada aceptarlo si más parecía totalmente asexual. Hacía meses que ni siquiera buscaba un desfogue casual, él lo sabía porque lo había visto enfrascarse de su rutina e incluso cerrarle las puertas de su mundo a su madre, padre y a su hermana.
No dijo nada, sólo lo observó tomar la otra taza y llevarla hacia su habitación. El rubio le pasó por el lado, algo le molestaba pero no sabía muy bien qué. Si una víbora venenosa como Simon no estuviese metida en el asunto, él mismo le pondría el pie a Dev para que cayera a los pies del brasilero.
Si, muy hetero y todo lo que quisiera pero su Devlin Ford hacía caer al que se le diera la gana cuando se le diera la gana.
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Simon observó cómo el sol iba poco a poco bañando los rincones de cada edificio. Sí, era de mañana, un hermoso día como cualquier otro. Pero todo había cambiado un par de horas antes cuando le habían dado la mala noticia: la pista no estaría disponible hasta nuevo aviso. Eso le ponía más tiempo para sus planes de hacer resurgir de las cenizas a Mateus, pero también le ponía más trabajo teniendo a tres modelos más de los cuales hacerse cargo. Y si a eso le sumaba que los muchachitos eran nuevos en el negocio, jugando a ser supermodelos de farra, el panorama se complicaba aun más.
Y por si eso fuera poco, su balance general de situaciones seguía anotando rubros: esa mañana al no localizar a Ulisses en el móvil, llamó a Derbyshire y se encontró con una encantadora sorpresa: Mateus estaba en Londres. Rápidamente su cabeza había comenzado a maquinar y tras una hora de averiguaciones al teléfono, rastreando las tarjetas de Ulisses (sabía de qué mal padecía), había reducido el espacio de búsqueda a tres hoteles. Llamar tan temprano a los recepcionistas no había sido muy grato, en especial cuando preguntaba por el nombre en clave. Ulisses había aprendido bien que nunca se tenía que registrar con su nombre real, así que el señor “Sagan Coelho” había aparecido pronto en los registros de uno de los hoteles. «Bendito sea el instinto que se me ha dado para recordar que te gusta el Cosmos y los libros con frases rebuscadas» Simon contempló la foto de Ulisses y sonrió. Si el modelo creía que ya era lo suficientemente afilado para burlarlo, estaba equivocado. Él siempre iba un paso adelante.
—¿Volverás a la cama? —el joven de servicio a la habitación aún estaba enredado en las sábanas, contemplando en silencio cada movimiento y palabra de aquel castaño. Realmente nunca había pensado que su noche cambiaría de ser la típica velada de servicio, a una tórrida noche de placer con aquel hombre tan apuesto.
Parecía que nunca nada era suficiente, y el dolor en sus muslos y caderas ante la faena le confirmaban que de no haber caído rendido, aquel sujeto aún lo estaría penetrando.
—En un minuto —sonrió sacando su móvil—, recupera energías y pide algo de comer. Estoy hambriento en todo el sentido de la palabra.
El joven sonrió y se descubrió para mostrar su cuerpo desnudo. Simon lo devoró pero ante todo estaba la disciplina del “agente tiburón”. Regla uno: Paciencia. Apresurar las cosas no resultaba nunca. Era mejor esperar el tiempo adecuado, el momento preciso. Observó de nuevo el reloj y supo que la regla uno estaba por cumplirse.
«Showtime!»
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Ulisses ya estaba sentado sobre la cama viendo su móvil con las llamadas de Simon. Ni siquiera había sentido el vibrar del aparatejo y conociendo a su manager, seguramente ya sabría que estaba en Londres. Suspiró mientras pasaba una mano entre sus cabellos, sonriendo al sentir el delicioso aroma del café acercándose. Dev venía con una taza humeante y no pudo evitar el que se le hiciera agua la boca. Le encantaba el café. Acomodó su camisa por pudor y se sentó en el borde, extendiendo la mano cuando el rubio le tendió la taza.
—Gracias Devlin, necesitaba realmente este café para quitarme un poco la resaca —bebió un sorbo—, tu manager debe estar furioso, ¿cierto? —tamborileó sus dedos sobre la taza y bajó un poco la mirada—, no quería ocasionarte problemas.
Devlin estuvo a dos segundos de girar los ojos en fastidio ¿Causarle problemas? ¿Es que él no se los podía buscar solito? En la puerta Santiago le hacía cara de “yo no he dicho nada”.
—Santiago seguro tiene otras cosas en mente, no te preocupes, la verdad es que este problema con el aeropuerto y el día melancólico que estamos teniendo de este lado de Londres son perfectos para componer, o hacer arreglos.
El moreno se acercó a la cama—. Realmente sentimos que tengas que quedarte unos días más en Londres. Si tienes otros compromisos puedo hacer unos arreglos… o si Dev está de acuerdo, podemos sacar el Plan B…
—¿Plan B? —Ulisses tomó otro sorbo mirando con interés a Santiago.
—Retomamos algunas tomas tuyas en desvanecido y Dev hace la escena de la pista solo.
Ulisses alzó una ceja y tras tomar otro sorbo, dejó la taza en la mesita.
—Sé que sería una salida factible, pero no sería nada profesional por mi parte. Quizá es más tiempo de lo planeado, pero no tengo ningún compromiso luego de este —se puso en pie—, esperaré y terminaré bien el trabajo. —Como quieras —. Devlin no pudo ocultar una sonrisa, le gustaba la gente responsable y entregada al trabajo, esperaba que cuando las noticias sobre su video se infiltraran, Ulisses pudiera volver a tener los trabajos y los compromisos de antes. Se sentía bien ayudar a alguien, más si ese alguien tenía conciencia, era inteligente y además responsable.
Decididamente Ulisses le caía bien.
—Puedes tomar un baño mientras si lo deseas. Yo tengo algunas cosas que discutir con Santiago—, le señaló con la cabeza la puerta del baño.
Devlin se dirigió de nuevo a la cocina seguido de su representante. Empezó a sacar de la nevera el pan, la mermelada y trozos de fruta que ya estaban picados. Con agilidad cortó unos champiñones y un portobello, los puso en una sartén y los doró con mantequilla, un poquito de vino blanco y especias, cuando estuvieron dorados les echó encima unos huevos y batió apenas la mezcla.
Santiago lo observaba durante el proceso, era relajante observar a Devlin bajo cualquier circunstancia, hacia cada pequeña cosa con atención, con pasión, desde componer hasta cocinar. Se imaginaba que en la cama era un hombre atento y muy tierno. Era una lástima que uno de sus sueños más grandes, verlo enamorado y correspondido, nunca se iba a realizar.
Devlin estaba en un estado de cómoda soledad que no iba a cambiar en el futuro. Tenía miedo a muchas cosas y aunque no sabía si alguien lo había herido alguna vez, intuía que sus problemas afectivos eran mucho más serios que un tonto romance. No, su incapacidad para entregarse a los demás no provenía de un amor estúpido que una vez lo hubiese abandonado, una triste experiencia circunstancial. Era algo más profundo, algo que se había instalado en su psiquis desde muy joven, algo que se había afianzado en su personalidad como una enredadera.
—¿Les vas a hacer el desayuno a Mateus? —La situación le resultaba divertida.
—Si tiene hambre… Aunque anoche comimos un montón. Es más, creo que un par de trozos de carne bajaron por mi garganta, así que si me intoxico ya sabes a quien culpar. —En mi país esa frase tiene varias connotaciones…
—Y en el mío también, pero no las vamos a examinar porque sería de mal gusto, por no decir que alejado de la realidad.
El moreno se acercó a Devlin por la espalda mientras lo veía preparar un poco de salsa agria. Estaba satisfecho después de su opíparo desayuno con Harry, ¡pero Dev cocinaba tan bien!
Lo abrazó con cariño por la cintura y recostó su cabeza sobre el hombro del rubio.
—¿Sabes que si me voy ahora, esta comida puede convertirse en una ilustración romántica?
—No te atreverías.
Lo dijo simplemente, no preocupado, no con ganas de retractarse, simplemente Devlin no dejaba que las cosas se le escaparan de control.
—Es lindo, digo, tener a alguien a quien puedas cuidar. Alimentar. Con quien puedas hablar.
Devlin se giró entre los brazos de Santiago y le dio un pequeño golpe en la punta de la nariz—. Te sugiero que busques a Harry de nuevo para desfogar tu romanticismo amigo, y deja de ser cursi, ¿no te enteraste de que el amor ya pasó de moda? Es sólo un artículo en venta, una nueva forma de lucrar que gente como yo explotamos para ganarnos el pan.
Los ojos oscuros se clavaron en los dorados. Devlin era cínico, y estaba serio. Una señal de que se creía todas y cada una de sus palabras. Lo abrazó con más fuerza, incluso hasta empujarlo contra el mesón. Los cabellos negros formaron un lindo contraste con los rubios mientras el moreno le besaba la sien, quería sacarle esos malos pensamientos, pero no había nada con que reemplazarlos. Santiago era estéril, no tenía tampoco nada que ofrecer a no ser un buen rato bajo sábanas. Y con Dev, esa no era una opción.
Ulisses mientras tanto dejaba que su cuerpo entrara en contacto con la tibieza del agua que caía con fuerza de la regadera. Un buen baño le devolvería la cabeza y le despejaría los pensamientos. Realmente se sentía muy bien al saber que ahora Devlin no era simplemente su “jefe”. Era su amigo.
Terminó con su breve ducha para no abusar de la hospitalidad del cantante, saliendo del baño con una toalla blanca rodeando sus caderas. Tomó otra para secar sus cabellos y pasó una mano al notar que su barba ya estaba crecida.
«Mmm… toca rasurar»
Caminó hacia el pasillo que conducía a la sala donde aún estaban sus bolsas. Vestiría algo de lo comprado, la ropa del día anterior apestaba a licor y comida, y él no era de los que se sintiera cómodo en ropas sucias. Llegó al salón y se quedó quieto ante la imagen que se apreciaba en la cocina: Santiago besando la frente de Devlin. ¿Esos dos serían algo? Comenzó a temer que las miradas fijas del moreno representante significaran celos en demasía por el rubio. ¿Y si habían peleado por su presencia allí? Toda una novela comenzó a formarse en su cabeza, pero la desechó al instante cuando Santiago le observó allí de pie.
—He dejado aquí mis bolsas —se excusó tomándolas rápido—, voy a cambiarme —sonrió halando con todo de vuelta a la habitación.
—¡Espera Ulisses! —Devlin alzó la voz mientras se deshacía del abrazo de Santiago y tomaba una taza de té recién hecho, caminó unos pasos hacia el pasillo para alcanzarlo. Si algo odiaba en la vida era que su trabajo se desperdiciara.
El modelo se detuvo a mitad de camino y se giró para observarlo. Venía con una humeante taza de algo que parecía té y no reparó en el exquisito aroma que invadía la casa hasta ese momento. ¿Estaría preparando el desayuno? Increíblemente su estómago hizo un ruidito indicándole que a pesar de todo lo ingerido en la noche, aún había espacio para algo más.
—Huele bien —sonrió algo cortado sin saber qué más decir. Devlin no le entregó la taza, se dedicó a mirarlo de pies a cabeza y cuando sus ojos se posaron en los del modelo le sonrió con todos sus dientes —El desayuno está listo. No hay porque sentirse incómodo estando en toalla, ni Santiago ni yo te vamos a hacer nada.
—¿Eh? —Ulisses sintió que su cara se ponía caliente. Lo que menos quería era que malentendiera sus acciones—, no, no, no es eso —pasó las bolsas a una sola mano y con la otra se rascó la nuca—, es que los vi y… pensé que quizá te había buscado problemas con Santiago por haberme quedado aquí. No quiero incomodar.
Le entregó la taza a Ulisses y le habló al oído—: que no te escuche Santiago, es como mi hermanito y tiene complejo.
El modelo alzó una ceja y al final se relajó, riendo ante el comentario. Si Devlin decía eso era porque Santiago no era más que su manager. Sintió alivio, nunca le gustaba ser el “mal tercio”.
—Bueno, no digo nada —tomó un sorbo del té y caminó hacia la habitación. Se detuvo en la puerta y miró a Dev con seriedad: —sea lo que sea que haces… huele delicioso. Aunque muchas veces Devlin Ford juraba que era de palo, o más bien, quería ser de palo, la verdad es que tenía ojos, una visión 20/20 además. Y esa capacidad le estaba mostrando a un hombre bello, en toalla, a punto de entrar a su habitación con carita de “tengo hambre”. Su audición además era perfecta, y sus tímpanos vibraron para responder ante la voz grave que reverberó en el pasillo. Eso había sonado a flirteo ¿verdad?
Devlin también tenía otra capacidad poco común, y es que su cerebro solía funcionar en automático. Era algo que casi nunca pasaba, pero las viejas costumbres nunca se olvidan, así que ante el retraso en la respuesta su boca se abrió solita—: ¿Entonces por qué no vienes a desayunar ahora?
Sólo después de las palabras su zona de respuestas se dio cuenta de que lo había formulado con voz aún más grave, que la posición de su cuerpo había variado, su cuello se había estirado, su cadera se había ladeado ligeramente y sus labios se habían estirado hacia adelante más de lo normal.
Sus ojos habían mirado a su objetivo con una intensidad que a punto estuvo de estimular sus lagrimales Mateus volvió a alzar una ceja. Devlin no se parecía en nada a la idea preconcebida que tenía de los compositores y cantantes. Realmente imaginó que aquel hombre estaría cual poeta escribiendo todo el día para hacer las excelentes canciones que cantaba, pero hasta ese instante, no lo había visto lápiz en mano en ningún momento. Supuso que no debía atarse a estereotipos. Como tampoco debía tomar como flirteo la frase que había salido de aquellos labios. Además, estaba Santiago, era una mañana común y corriente entre amigos.
—Bah, tienes razón —tiró las bolsas hacia la habitación —me cambio luego —sonrió tomando otro sorbo de té mientras caminaba rumbo a la mesa portando sólo aquella ligera prenda de algodón esponjoso.
Cuando pasó por su lado y dejó el rastro de un macho joven y limpio en el ambiente, Devlin cerró los ojos. Sus pulmones se inflamaron para tomar más de ese aire y su mente empezó a trabajar:
Sus percepciones volvieron a su lugar y se devolvió a la cocina, la luz del sol de media tarde entraba dorada por los ventanales. El tiempo opresivo parecía haber cedido un poquito. Santiago estaba pegado a una taza de café negro y lo miraba sobre el borde del pocillo con ojos pícaros pero también interrogantes. Ulisses había tomado una banca y estaba apoyado en el mesón esperando para saber que podía comer de todo lo que Santiago había servido allí.
—Todo se ve buenísimo —Ulisses tomó un pedazo de pan mientras decidía con qué acompañarlo. Su torso aún estaba ligeramente húmedo y brillante por la reciente ducha, así como sus cabellos, que simplemente había peinado hacia atrás. La toalla se pegaba como segunda piel a sus turgentes nalgas y la había subido un poco para estar más cómodo en la banca. —Con todo lo que he comido me voy a pasar cuatro horas más en el gimnasio —bromeó sirviéndose más té.
La taza de Santiago no cambió de posición, pero sus ojos se desplazaron de Devlin a Ulisses— Devlin tiene dos consignas en su vida: No carne, de ninguna de hecho, y no grasa.
El rubio frunció el ceño ante eso, le pasó un plato de huevos a Ulisses y luego la mermelada de fresa —¿Y cuál es tu consigna en la vida, todo con mermelada? Lástima que no haya de durazno.
El modelo observó las miraditas asesinas entre esos dos mientras masticaba con lentitud su pan. Tomó un bocado de los huevos y sonrió. Definitivamente parecían hermanos. —Sin carne, sin grasa pero con mermelada —dijo tomando un sorbo de té—, me agrada, son buenas consignas.
—Haríamos un buen equipo si no fuera porque Dev no bebe café (lo odia), no come carne, no come grasas y si alguna vez comiera pescado sólo podría ser de granja (Ya sabes, el pez de mar es de los pingüinos). A mi me enseñaron a comer de todo—. Santiago estaba dispuesto a aumentar las puyas y de paso informar a Ulisses sobre su amigo. Había oído perfectamente las voces de los dos en el corredor y sus cejas se habían elevado hasta la raíz del pelo.
Esperaba que el modelito se aterrara de la austeridad de su amigo y saliera corriendo. De preferencia antes de que Devlin le soltara otra frasecita con esa voz desgarrada.
—Y si lo hicieras estarías como tu tía Lola—. Devlin masculló las palabras consiente de que Santiago se la estaba dedicando por algo.
—Bueno, cada quien puede tener los gustos que quiera —Ulisses untó con mermelada un pan tostado—, en casa me enseñaron a comer de todo, pero por mi trabajo me privo de mucho —le dio una mordida con ganas—, justo ahora estoy pecando terriblemente, pero bueno… de vez en cuando no hace daño.
—Es lo que siempre he dicho, pero es imposible discutir con Devlin —Santiago se levantó para ir al estudio, esperaba haber hecho suficiente daño en alguno de sus dos objetivos.
Devlin se quedó destrozando los huevos, los hongos rezumaban con su propio líquido combinado con el vino blanco, pero a él se le había ido el hambre.
—Mmmm, alguien no está teniendo un buen día —Ulisses susurró aquello inclinándose un poco para buscar los ojos de Devlin que se perdían en el plato—, eh, no le hagas caso. Todos los managers traen ese gen malvado que tanto nos suele agobiar.
Devlin levantó los ojos hacia su invitado, sus labios esbozaron una sonrisa desganada, se inclinó hacia el modelo apoyando la mejilla en su mano izquierda, solo para que Santiago no lo oyera—él es el peor de todos, créeme. El joven rió y negó mientras tomaba la taza entre sus manos.
—Eso es porque no has pasado un día con Simon. Santiago es un dulce comparado con ese demonio vestido a la moda. Devlin recostó un poco más el brazo sobre el mesón en dirección al modelo, sus dedos empezaron a hurgar en los restos de mermelada en el cuchillo, luego se llevaba el rastro a la boca mientras miraba más allá del pecho de Ulisses. Era muy fácil hacerle confidencias a él. Se sentía muy cómodo y lo descubría justo en ese momento —Lo sé, es un demonio como representante y como persona.
—¿Será que es un requisito cuando les hacen la evaluación para optar al puesto? —Ulisses le empujó el dedo y tomó él otro poco de mermelada —porque imagino que Simon ese día llegó hasta oliendo a azufre.
El rubio levantó los ojos intempestivamente, no iba a hablar mal de nadie. No era su asunto, además las ganas locas que tenía de untar esa naricita metiche con mermelada lo estaban abrumando. Lástima que no tuvieran más confianza.
—Seguro que si. Pero a mi me tocó el que tiene un ala negra y la otra blanca.
—Eso es mejor a que tenga las dos negras —rió—, pero no hablemos más de ellos o vamos a invocar a Simon y no quiero escuchar sus locas ideas hoy —se irguió y se estiró satisfecho. Ya había comido bastante por ese día.
De repente, el sonido de su móvil se hizo notar aún desde la habitación. Ulisses observó a Dev y suspiró sabiendo bien a quién iba a encontrar del otro lado de la línea. Se levantó de la mesa tras dar las gracias y corrió hacia la habitación para tomar el aparato que no dejaba de sonar.
—¿Bueno? —fingió una voz acabada de levantar.
—Hola muchacho, no me digas que aún duermes —Simon estaba sentado al borde de la cama, sintiendo cómo su compañero de juerga le mordía un hombro.
—Pues sí, me estoy dando la grande ya que me dejaste solo —hurgó entre las bolsas para comenzar a decidir qué ponerse y volver a Derby antes de que Simon lo notara. —¿Dejarte solo equivale a que olvides tus obligaciones? —Ladeó al cuello al sentir los labios de aquel chico recorriendo su piel —, deberías estar en la pista grabando un video.
—Ah… eso —Ulisses se rascó la cabeza—, Santiago me llamó. —¿En serio? —su mano azotó la nalga del muchacho cuando éste lo mordió muy fuerte—, ¿y desde cuándo tu manager es Santiago?
—Ah, baja el rollo Simon. Me llamó pensando que ya había salido hacia la pista y así no echara el viaje por nada. —Mmm… ya veo. Bueno Ulisses, lamento decirte que a pesar de la naturalidad con que dices las cosas, no has pasado la prueba del detector de mentiras.
—¿De qué hablas?
—Sé bien que no estás en Derby muchachito. Estás en Londres, buscaste a Devlin y si mis predicciones no están erróneas, estás en su apartamento en este momento. Ulisses sintió un frío recorrerle la espalda.
Definitivamente Simon hubiera hecho buena carrera como detective.
—Vale, me has pillado —no le quedaba otra—, me aburría en Derby, quería conocer Londres. Además Dev es un tipo agradable.
—Oh sí, me imagino que lo es —sonrió al sentir las inquietas manitas hurgando en su entrepierna—, lo cual realmente me viene como anillo al dedo dados los planes iniciales.
—Deja esa tontería Simon, esto no es algo de novela rosa. —Ah, pero lo haremos parecer a novela rosa —volvió a ver el reloj—, justo en este momento me dejaste a Devlin en bandeja de plata. Y las personitas más interesadas en el escándalo seguro ya andan rondando por allí.
El modelo apretó el móvil al escuchar eso.
—Simon… ¿qué has…? No me digas que…
—¿Cuándo aprenderás que tienes que hacer las cosas a mi ritmo Mateus? Ahora paga las consecuencias. —Colgó. Dejó el móvil a un lado y se dejó caer de nuevo entre las sábanas con el apuesto mozo.
—¡Simon! —Ulisses escuchó el sonido monótono y un escalofrío lo recorrió por todo el cuerpo. Su mirada fue directamente a los edificios aledaños y sintió terror al ver un destello de luz.
—¡Devlin!, ¡cierra las ventanas!


FIN del capítulo.

Ohhh Amy lo ha cortado justo por el suspenso!! jajajajajjaa.

Bueno! esperamos que les haya gustado este cap. Amy y yo trabajamos todas las noches para que puedan disfrutar de esta historia, así que sus comentarios, dudas y sugerencias no vienen muy bien. Son el estimulo que necesitamos para seguir!

Recuerden que también publicamos esta historia en Slasheaven en Amoryaoi y en nuestro Atelier. prometo dejar los links a mano próximamente!! Y si, ya sé, tengo que actualizar este blog con algo más que Dream... pero ando nula para escribir últimamente lo siento.

2 comentarios:

Prim dijo...

Hola! las sigo desde el principio de la novela y si bien encuentro que el comienzo de todo el relato es un poco enredado y poco claro, ahora si que voy enganchando y se que hay muchas cosas que se dan por entendidas al principio que de a poco se van desarrollando, bueno veamos como queda todo! por el momento me parece mucho mas interesante la histori simon y santiago que la de devlin y ulisses... besos!

Freya Karstein dijo...

Hola Prim!
Gracias por leernos!!
Jajaja es lo malo de que uno tenga a veces la historia en su cabeza y para donde va, no damos en partes enredadas, pero cualquier duda (que no genere spoiler) será bienvenida.
Que bueno que estés enganchada, por ahora podría decirte que Santiago y Simon son puuuro drama, así que la contraparte de ese par es lo casi dulce de Devlin y Ulisses.
Gracias por leernos de nuevo y por tu comentario!!

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